Feijoo ata un congreso de paz interna que deja en el aire los pactos con Vox y Junts

María Eugenia Alonso MADRID / COLPISA

ESPAÑA

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijoo, durante un discurso en una imagen de archivo.
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijoo, durante un discurso en una imagen de archivo. Álex Zea | EUROPAPRESS

El cónclave será una balsa de aceite para el líder del PP, que elude los debates espinosos y los choques con Ayuso y el catalán Fernández, su barón más díscolo

30 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando Alberto Núñez Feijoo soltó la liebre, hubo quien vio en el adelanto a julio del congreso nacional del PP un despropósito con la corrupción acechando a Pedro Sánchez y a su entorno. «Sería pegarnos un tiro en el pie», advertía un dirigente autonómico, reacio a que el PP desviase el tiro del Gobierno y su desgaste.

Pero el líder de la oposición justificó su decisión en las sospechas, confirmadas y aumentadas por el caso Cerdán, de que la vorágine judicial podía hacer temblar los cimientos del Ejecutivo y dejar la legislatura en el alambre. El partido debía estar engrasado y «todos listos en sus puestos» para lo que pudiese pasar a la vuelta del verano. Eso sí, sin reavivar por el camino viejas tensiones entre los distintos sectores del PP ni abrir tampoco nuevas heridas.

Bajo esa premisa, Feijoo encargó la elaboración de dos ponencias —que deberán votar los 3.264 compromisarios citados en el recinto ferial de Ifema del 4 al 6 de julio—. Una política, con el ideario con el que el expresidente de la Xunta quiere llegar a la Moncloa y en la que ha orillado los debates que causan más fricción en sus filas, como el aborto, la eutanasia o la gestación subrogada; y otra estatutaria, en la que la discusión más sensible era la reforma del sistema de primarias —para devolver el poder a los compromisarios— y ante la que Isabel Díaz Ayuso había planteado objeciones. La presidenta de la Comunidad de Madrid prefiere las primarias puras, en las que la elección del secretario general corresponde directamente de los afiliados.

En cualquier caso, la sangre no llegará al río. El líder nacional ha puesto sobre la mesa un sistema híbrido en el que los afiliados ya no votarán de forma directa, pero sí elegirán a los compromisarios y al candidato a presidir el PP en una lista cerrada para contentar a la dirigente madrileña. Ella ha aceptado «por lealtad», apuntan en su entorno, consciente de que no es momento de levantar tensiones internas.

No habrá pelea tampoco sobre los futuros pactos a los que Feijoo pueda llegar, a partir de una enmienda del díscolo líder en Cataluña, Alejandro Fernández, que plantea prohibir los acuerdos de gobierno con fuerzas que atenten contra el orden constitucional, en alusión velada a Junts. El dirigente territorial ha levantado la voz contra la posibilidad que se recoge en la ponencia de llegar a alianzas con los independentistas, siempre que esos eventuales pactos respeten la Constitución española. «Ni cordones arbitrarios ni mayorías incoherentes», se lee en el texto de la ponencia del PP, en una frase que deja todo abierto y que incluiría también a Vox, otro debate que se queda en el tintero.

El «unicornio» inexistente

Para Fernández, que define la estrategia de su partido como intentar «encontrar un unicornio moderado en Junts» y ya se había enfrentado al aparato al trascender algún conato de negociación con el partido de Carles Puigdemont, es necesario que la ponencia vaya más lejos que el redactado inicial e incluya un veto expreso a los pactos con Junts.

En agosto del 2023 clamó contra Feijoo por querer sentarse a dialogar con los neoconvergentes en su ronda de reuniones con todas las fuerzas salvo EH Bildu. Sin embargo, fuentes populares constatan que el dirigente catalán tiene «voluntad de transaccionar su enmienda y llegar a acuerdos».

Sin ningún conflicto inflamado, el congreso del PP será una balsa de aceite para Feijoo, decidido a proyectar la imagen de un partido unido y preparado para dar el salto a la Moncloa. En la dirección nacional creen que Sánchez va a tratar de aguantar con una crisis de Gobierno y el intento de pactar unos Presupuestos con sus socios a la vuelta del verano que oxigenen la legislatura. Pero auguran que, por mucho que lo intente, el dirigente socialista no logrará resistir hasta el 2027. Entonces será el momento de Feijoo, que quemará su última bala.