Un año de amor
A cualquiera que le preguntemos ahora qué está esperando después de la vacuna, responderá que un abrazo. No uno, sino «el abrazo». El abrazo que no les hemos podido dar a los abuelos, a los padres, a los hermanos, a nuestros hijos, a nuestra pareja, porque este ha sido sin duda el año en que descubrimos cuánto amor nos hace falta, cuánto necesitamos dar y cuánta energía desperdiciábamos en tonterías. De este año me quedo con eso, con que los pandemials, esta generación inmensa que ha vivido en el 2020, pese a todas las torpezas, ha sabido reaccionar y estirarse con la elasticidad que solo da de sí el ser humano para sobrevivir. Y lo hemos hecho juntos, remando todos a una con la verdadera motivación de volver a recibir ese calor de los nuestros. La pandemia nos puso contra las cuerdas, nos descolocó, nos encerramos, nos perdimos, pero también nos espabilamos, nos protegimos, nos cuidamos y nos atendimos porque en el horizonte lo que esperamos recibir es esa otra vacuna que nos inmunice del pasado: el abrazo que nos haga sentir que el horror se ha acabado. Al final de todo esto solo está el amor.
Comentarios