El cura motero de Pontedeume: «Tanto cariño compensa el disgusto de las pintadas»

ANA F. CUBA PONTEDEUME / LA VOZ

PONTEDEUME

El párroco fue recibido con aplausos y abrazos a la salida de la misa, el domingo en la iglesia de Santiago, en Pontedeume
El párroco fue recibido con aplausos y abrazos a la salida de la misa, el domingo en la iglesia de Santiago, en Pontedeume JOSE PARDO

Benjamín Sevillano Gallego no sabe a qué atribuir la frase «muerte al fariseo», plasmada en su coche: «El único problema que tuvimos es por el aparcamiento junto a la iglesia»

25 sep 2023 . Actualizado a las 23:16 h.

Los primeros días que llegó a la iglesia, los vecinos de San Pedro de Vilar no sabían de quién se trataba. «Venía en una moto de gran cilindrada y sin alzacuellos», comenta una feligresa de esa parroquia de Pontedeume, en la que Benjamín Sevillano Gallego (Zamora, 59 años) recaló hace un par de años, cuando falleció el cura anterior. De Valladolid, donde se crio y fue ordenado sacerdote, partió hace una década con destino a Cabanas. «Primero vine a San Martiño do Porto, Laraxe, Magalofes y Santa Cruz de Salto, luego la cosa fue aumentando, y va para cinco años que me dieron Pontedeume, después Centroña, Boebre, Vilar... en total, diez parroquias y quince templos», repasaba este lunes, «emocionado y desbordado» por las llamadas y las muestras de afecto recibidas a raíz de la aparición de dos pintadas en su contra, el sábado por la mañana.

Una se la encontró en la pared de la iglesia de Santiago, en el centro eumés, «Benjamín, fariseo», y otra en su coche, en el atrio, «muerte al fariseo». «Siento el afecto y el cariño de la gente y eso es lo que me desconcierta... hay que bajarse del pedestal y hacer examen de conciencia, y pensar que nunca somos del gusto de todos», reflexionaba. No sabe a qué atribuir «estos ataques que causan daño moral». «El único problema que tuvimos —desvela— es que hubo que hacer un cambio en el atrio, pedido por Patrimonio, que nos asesoró. Tuvimos que perimetrar el estacionamiento para que los vehículos no aparcasen pegados al templo, se pintó una zona de amarillo y, lógicamente, la Policía Local, a quien aparca mal lo multa, y hay tres o cuatro vecinos que acumulan multas y... a lo mejor la toman conmigo».

Vecinos disconformes

«Es lo único que vemos, que venga por ahí, pero no puedo señalar a nadie, hay tres o cuatro vecinos que están muy disconformes. Pero incluso no creo que llegue la cosa por eso, es una cuestión que ya no está en mi mano, es municipal y civil, si me paso de velocidad y me multan me tengo que aguantar», abunda. Como creyente, el término utilizado, fariseo, le ha dolido «especialmente», y le hace sospechar que «pueda ser una persona de dentro de la Iglesia, pero como no se sabe y todo son especulaciones...». Así se tilda al «hipócrita que finge una moral, unos sentimientos o unas creencias religiosas que no tiene».

Pero las manifestaciones de apoyo casi han borrado la pesadumbre: «Me ha llamado el obispo, los vicarios, el administrador de la Diócesis [de Mondoñedo-Ferrol], muchos compañeros sacerdotes, feligreses... no doy hecho con los mensajes, me ha llegado alguno desde París. La gente ha respondido con mucho cariño y eso compensa el disgusto». Un vecino del centro histórico eumés recuerda «os problemas que houbo cando veu este cura co tema do aparcadoiro, o anterior deixaba ter alí os coches e este dixo que ao pé da igrexa non... pero cinco anos despois isto non vén a nada». «Aínda así —remarca—, estando totalmente á marxe da Igrexa, preocúpame porque é un acto de vandalismo».

Sevillano Gallego acudirá este martes al cuartel de la Guardia Civil para denunciar lo sucedido, que ha causado gran sorpresa. «Es un hombre muy sociable, de muy buen trato, nos quedamos flipados al ver lo de las pintadas. Aquí [en Vilar] nos sentimos abandonados, tenemos muchas necesidades en el cementerio y en la iglesia, llueve dentro, pero de él no tenemos ninguna queja», subraya una vecina.

El párroco, que se mueve en moto, una BMW K 1600, siempre que puede —«necesito viajar lejos porque mi familia vive en Estepona (Málaga)»—, cuenta con un diácono permanente y un ministro de la palabra, dos laicos que le ayudan con las celebraciones eucarísticas del sábado por la tarde y el domingo. «Esos días los tenemos completos, a mayores de funerales, patronales y otras cosas», explica.

A los vecinos les llama la atención que no cobre por las misas. «Tengo una cajita y que cada uno dé lo que pueda, sale ganando la parroquia», sostiene. Entre sus cometidos está «vigilar el estado de templos, rectorales y cementerios»: «Soy fontanero, albañil, electricista... y me tiro al monte de vez en cuando con la motosierra para coger leña para calentarme en invierno».

Vive en la rectoral eumesa y se declara «pingüinero de toda la vida», en alusión a la concentración motera vallisoletana surgida en 1982: «En Pingüinos no fallo». «En enero cumplo 60 años, pero me siento joven», dice. Ayer, el teléfono alteró su agenda: «Tenía otros planes, el día 1 empezamos la catequesis y el curso pastoral, y hay que preparar las cosas, pero con tantas llamadas...». Lamenta que «esta tontería corra más que noticias mucho más importantes, como la guerra de Ucrania o los pobrecillos [migrantes] que mueren en el Mediterráneo».