Noches de focos contra buques ingleses en tiempos de nazis

Patricia Hermida Torrente
Patricia Hermida VALDOVIÑO / LA VOZ

VALDOVIÑO

La apasionante historia de las baterías de Campelo, en unas fotos inéditas rescatadas por el investigador y militar retirado Manuel González Gutiérrez

06 abr 2025 . Actualizado a las 17:05 h.

En las madrugadas negras como el carbón, aún parecen desfilar ante los acantilados de Valdoviño aquellos lobos nazis en forma de submarinos. Como testigos de la II Guerra Mundial, en una España supuestamente neutral por cuya costa pasaban buques ingleses y alemanes, duermen ante el Atlántico los túneles de Meirás. Forman parte del complejo de Campelo, que se creó por el Plan de 1926 en tiempos de Primo de Rivera. Los trabajos se iniciaron un año después, con las pruebas de fuego de cuatro baterías de cañones de 15,24 centímetros Vickers en 1931 y de las baterías de 38,1 Vickers en 1933. Y los años dorados cruzarían la Segunda República, hasta llegar a la Guerra Civil.

Su apasionante historia puede recordarse en el libro publicado por el investigador y militar retirado, Manuel González Gutiérrez: El Monte Campelo y Punta Frouxeira. Importancia militar y aprovechamiento minero. Tan espectacular como la propia actividad fue el desartillado. En 1941 se procedió con «la batería de 38,1 centímetros Vickers de Monte Campelo para su traslado a la batería de Punta Paloma en Tarifa (Cádiz)». Explica el autor que «se temía entonces un desembarco de los ejércitos aliados en el sur de España, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial».

Vía creada entre Canido y Catabois, junto al Sánchez Aguilera, para llevarse los cañones de Campelo (Valdoviño) tras el desartillado de 1941
Vía creada entre Canido y Catabois, junto al Sánchez Aguilera, para llevarse los cañones de Campelo (Valdoviño) tras el desartillado de 1941 Cedida por Manuel González Gutiérrez

El regreso se hizo en unas vías instaladas a propósito por la actual carretera de Catabois, hasta Canido, Constructora Naval y Arsenal de Ferrol para ser allí cargados en vagones de tren hasta Cádiz. Otras piezas de Campelo Baixo se enviaron durante la Guerra Civil (a finales de 1936) a Melilla y en 1937 al crucero Mar Cantábrico (con posterior devolución). Para la instalación de los proyectores con túneles, se inició una carretera de acceso en 1942. Sus luces alcanzaban los ocho kilómetros, sorprendiendo a buques de ambos bandos mientras Europa se hundía. Desde los años 90 todas las instalaciones están abandonadas, con el desartillado definitivo de baterías en 1990 y la salida a subasta en 1997 de cañones troceados y componentes achatarrados.