De Alemania y Nueva Zelanda a Pantín: «Queremos hacer algo que sea bueno para la comunidad local»

ANA F. CUBA VALDOVIÑO / LA VOZ

VALDOVIÑO

Janne y Tom, en la escalera del hórreo de la finca que han comprado en Pantín
Janne y Tom, en la escalera del hórreo de la finca que han comprado en Pantín I. F.

Janne y Tom, aficionados al surf, dejaron Ámsterdam y Londres para vivir en Marnela de Abaixo, en Valdoviño

25 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En la casa de María Andrea, que heredó un pariente y acabó en manos de una familia madrileña, que la rehabilitó, viven desde hace poco más de seis semanas Janne, alemana de 32 años, y Tom, neozelandés de 33. La pareja adquirió esta vivienda de Marnela de Abaixo, en Pantín (Valdoviño), y la finca, de seis mil metros cuadrados. Ella vivía en un pequeño apartamento en Ámsterdam y él en Londres, y en un viaje por Galicia en 2024, en pleno año sabático, descubrieron el lugar con el que soñaban. «La vimos en una plataforma y nos pareció tan linda... e incluso muy grande, acostumbrados a los dos metros cuadrados de la furgoneta [risas]. Pero queríamos proximidad a la playa, poder in en bicicleta o caminando, un terreno grande para tener una huerta y espacio para los amigos», cuenta Janne en perfecto castellano, que aprendió en Chile.

El surf ha tenido mucho que ver en esta elección, en la que también ha pesado «la cercanía» a Ferrol, A Coruña y el aeropuerto. Antes descartaron Nemiña, en Fisterra, «por el invierno». También jugó a favor el estado del inmueble, listo para entrar. «Encontramos muchos sitios que nos gustaban, pero nos asustaban las reformas, sabemos hacer algunas cosas, pero no somos carpinteros, y si no conoces a alguien es complicado», explican. En Marnela de Abaixo, su trabajo «está fuera, en el jardín, la huerta, la plantación de frutales...».

Tom confiesa que acaba agotado y cuando se mete en la cama piensa que «tal vez no sea ya tan joven», ríe. Ambos llevan años dedicándose al campo de la sostenibilidad, Tom en el sector de las finanzas, y Janne, en el del transporte y la movilidad sostenible, «cómo cambiar de combustibles fósiles a energías renovables». Su proyecto, ahora, es compaginar el trabajo en línea —«no muy duro, a poder ser», apunta Tom— con tareas más manuales e incluyo algún negocio turístico. «Queremos hacer algo que sea bueno para la comunidad. Estamos en fase de conocer la forma de vida, aprender, saber cuál es la situación y ver posibilidades, siempre en equilibrio con el entorno y hablando con la gente», comentan.

Janne imparte sesiones de yoga a un pequeño grupo en la playa de Pantín y señala que algunas vecinas le han dicho «que no les gusta que venga tanta gente». Ellos han escapado de urbes saturadas para «vivir cerca de la naturaleza, en una pequeña comunidad».

En Marnela de Abaixo se han topado con «vecinos muy amables»: «Nos sentimos muy bien... el día del apagón vinieron con agua, un generador. Vemos que están contentos y sorprendidos de que hayamos venido a vivir y nos dicen: ‘Sabéis que llueve'». Poco les importa, habituados a los cielos casi siempre grises de Ámsterdam y Londres. «Queríamos agua, por eso vinimos al norte de España. En Portugal ya ni miramos, porque es demasiado seco y hay demasiada gente», remarcan. Agua, espacio y vivienda aún asequible.

«En las grandes áreas urbanas, como Londres, es muy cara. En Nueva Zelanda están algunas de las casas más caras del mundo, cuestan diez veces tu salario, no quiero una hipoteca de 60 años, hasta que me muera», reflexiona Tom. A su madre y a su hermana les preocupa que se quede «para siempre» en Galicia. «Vendrán en septiembre y podrán estar el tiempo que quieran, hay sitio de sobra. En Londres no podíamos», celebra. La madre de Janne se llevó una alegría: «Mejor Galicia que Nueva Zelanda».

En estas seis semanas han ido al teatro en Valdoviño —«vemos que el Concello promueve mucho la cultura», aplauden— o a la Feira da Plantación de San Sadurniño —«nos encantó, ves de dónde viene lo que compras, de productores locales, de buena calidad...»—. A Tom le llama mucho la atención el servicio de venta a domicilio de pan y pescado, o la vitalidad de la prensa gallega en papel. Y Janne ha visto cumplido su sueño de «poder ir andando a la playa; ahora es realidad, es tan bonito... todas las playas de la zona son espectaculares». De momento va cargando con la tabla, aunque pronto tendrá una bici equipada para llevarla.