Maika Makovski, cantante: «No sé a qué se referían con lo de la 'musa del underground'»

FUGAS

En «MKMK» se nos presenta como una artista incandescente, que afila uñas y guitarras, que se suelta la melena y rompe la voz y los estereotipos

14 jun 2021 . Actualizado a las 09:11 h.

Cinco años han pasado entre Chinook Wind y MKMK, los dos últimos discos de Maika Makovski. Cinco intensos años en los que no han dejado de pasarle cosas. Y de lo más dispar: presentar un programa musical en TVE, crear Karmenka, un proyecto en el que fusionó la música macedonia y la andaluza, tocar el bajo en una banda femenina de punk rock, The Mani-Las, o girar durante dos años por auditorios y teatros con un formato íntimo.

Pero ha sentido ahora la mallorquina que ha llegado el momento de dejar aflorar su vertiente más salvaje. Y eso es lo que hace en MKMK, un disco crudo y vibrante, en el que, como nunca, da rienda suelta a sus pasiones musicales. Por ahí suenan ecos que van de Joy Division a Lucinda Williams, de PJ Harvey a Dexy's Midnight Runners, de Violent Femmes a Imelda May.

-Has vuelto a la raíz, aunque en este caso sea a las raíces anglosajonas, las del rock.

-Sí, con Karmenka hice un repertorio de canciones macedonias y andaluzas en homenaje a mis dos abuelas y la gente estaba extasiada. Pero yo sentía que aquella no era mi fiesta, que era una respetuosa invitada a la fiesta de otras culturas que yo he vivido pero que no siento como mías musicalmente. Y sí, en MKMK vuelvo a la raíz, pero no a la genética, sino a la que he mamado.

-¿Qué diferencias querías marcar con respecto a «Chinook Wind»?

-Quería volver a tener una banda, una familia de furgoneta. Y mira en qué condiciones estamos... Pero cuando escribía estas canciones tenía en la mente salas y festivales, un ambiente muy enérgico.

-Da la sensación de que haces lo que quieres hacer y cuando lo quieres hacer.

-Pues sí. Esa es la única regla que he mantenido desde el principio de mi carrera. Porque no hacerlo significa traicionar un regalo. Y no me refiero necesariamente al talento. Me refiero a las ganas de hacer algo, al juego que tiene que ser de por sí subirte a un escenario y hacer música. Si lo preparas y lo haces todo, por ejemplo, solo con el objetivo siempre en la mente de alcanzar el éxito, acabarás quemándote, seguro. Hay que ser feliz con el proceso.

-Te has puesto más intensa y visceral que nunca.

-Para mí la música es una traducción de la vida, y en la vida caben todas las emociones. En este disco me apetecía subir las vibraciones, hacer un disco muy vital, con muy pocos filtros, dejarme ir.

-«La Hora Musa» te permitió tener contacto directo con grandes bandas nacionales e internacionales, ¿qué aprendiste de eso a la hora de llevarlo a tu disco?

-De cara a mi disco, no lo sé. La Hora Musa me ha enseñado un montón de cosas. Me ha dado tranquilidad personal y una visión mucho más amplia de la profesión.

-Me aventuro a decir que también te hizo ganar confianza en ti misma, lo que ahora te permite sentirte más libre a la hora de soltar todo lo que llevas dentro.

-Sí, quizá sí. Sobre todo a la hora de no ser una jueza tan implacable conmigo misma. Ponerme en una tesitura en la que yo me sentía tan vulnerable como era presentar un programa de televisión a nivel nacional sin ser periodista ni tener experiencia previa, pues, caray, me imponía y me daba muchísimo respeto. Y a ver, de alguna manera, superada la prueba, me hace muy feliz y, sí, me ha dado esa confianza y esa tranquilidad que a veces ni yo sabía que tenía.

-De los muchos lujos que te pudiste permitir, ¿cuál te hizo especial ilusión?

-Rufus Wainwright me hizo mucha ilusión. Y Franz Ferdinand... No cabía en mí de la alegría.

«Conozco los entresijos de la profesión tanto que no me sale ser mitómana»

-¿Eres muy mitómana?

-No, en absoluto. Conozco tan bien los entresijos de esta profesión y he tenido tantas oportunidades de comprobar que mis compañeros son humanos [se ríe] que no me sale ser mitómana.

-¿Y te has sentido musa alguna vez?

-Hace muchos años, la prensa barcelonesa me puso como apodo «la musa del underground». No sé muy bien de dónde salió eso ni a qué se referían. Pero no deja de ser curioso que ahora presente un programa llamado La Hora Musa. Pero no, yo prefiero tener musas a ser una musa.

-¿Y el «underground» ya te queda lejos o de algún modo aún te sientes conectada con él?

-Yo siempre he sido muy afín a la política del do it yourself y no hay nada más underground que eso. Por otro lado, los tiempos cambian, los años pasan y actuar como si tuviera 18 años y no me conociera nadie tampoco tiene sentido. Pero sí que creo que hay que hacer cosas que te pongan, que te interesen de verdad. Y en mi caso, muchas veces son cosas que no están en el mainstream.

-¿Vendrás a Galicia este verano?

-Fareino [se ríe]. O eso espero. Ahora que he aprendido a hablar gallego...

-¿Ah, sí?

-Si, si, falo bastante ben.

-¿Y eso?

-Mi mejor amiga, con la que he compartido piso, se llama Zeltia. Y ya sabes, a raíz de conocer a un gallego, empiezas a conocer a más y más. Ahora tengo un grupito en el que los gallegos son mayoría. Joder, hasta he ido a ver a Xabier Díaz. Una maravilla, por cierto.