Robe Iniesta: «Paso del pasado. Vivo el presente y hacia el futuro miro lo justo»

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Asegura Robe sentirse renacido y «muy a gusto», al tiempo que reconoce que el final de Extremoduro no fue el mejor de los posibles. El domingo saldará una deuda pendiente con el público gallego

31 oct 2021 . Actualizado a las 00:40 h.

Miles de ojos centellearon cuando Extremoduro anunció en el 2019 que su gira de despedida haría escala en el monte do Gozo. El culebrón que sobrevino después, con tres aplazamientos y múltiples cruces de acusaciones antes de la definitiva suspensión de la gira, tornó aquella ilusión en decepción, cuando no en rabia. De alguna manera, el domingo Robe saldará una deuda pendiente, presentando en directo Mayéutica, el tercer disco que firma bajo su nombre, pero el primero tras la definitiva desaparición de la banda. El músico extremeño, desde el otro lado del teléfono, reconoce que el final de Extremoduro no fue el mejor de los posibles. «Si ya una gira de despedida es triste, una despedida así aún lo es más. Pero bueno, la pandemia se ha llevado muchas cosas por delante».

­-¿Cómo se llegó a aquella situación?

-¡Buf! Fue cosa de la empresa promotora, que fue quien decidió suspender la gira. No quiso hacer lo único que se podía hacer, que era esperar a que pasara la pandemia para ponerle fecha. Lo que no se podía, después de aplazarla dos veces, era seguir poniendo fechas sin tener ninguna garantía de que los conciertos se pudieran celebrar. Y yo, con mi disco compuesto en el 2018 y grabado en el 19, tampoco podía quedarme parado esperando a la primavera siguiente y después al otoño siguiente y luego otra vez al verano... Así que la promotora tomó esa decisión y con ella se acabaron la gira y Extremoduro.

-En «Después de la catarsis» dice que no quedan sombras del pasado, ni penas atrasadas, ni puertas cerradas. ¿Es una licencia literaria o una confesión?

-(Se queda en silencio unos segundos) Bueno, no sé... Hay cosas que están disfrazadas de metáforas y cosas que no, que son tal como son. Yo creo que cada uno tiene que interpretar mis letras a su manera. Yo lo que quiero es que mi canción te provoque sensaciones, emociones o imágenes. ¿A ti qué más te da en que estaba yo pensando cuando la escribí? Tampoco yo te quiero decir: «Esta canción habla de esto o de lo otro». Habla de lo que a ti te parece que habla.

-¿Cómo es su relación con su pasado?

-Paso del pasado. Intento vivir el presente. Y mirar hacia el futuro lo justo. Pero eso no significa que reniegue de mi pasado. Hay canciones que me han dejado de gustar porque las hice hace muchos años y ya no soy el mismo. Hay cosas que ya no siento. Y yo no soy un cantante al uso al que le digan canta esta canción y la canta. No, yo lo tengo que sentir y me lo tengo que creer porque si no me siento ridículo y no soy capaz de hacerlo. Pero no he roto con todo. Hay canciones de Extremoduro que sí que me mola seguir tocando.

-Una acepción de la mayéutica tiene que ver con el parto. ¿Se siente renacido?

-En cierta manera, sí. Estoy viviendo y haciendo cosas nuevas, estoy trabajando de otra manera. Estoy muy a gusto con la banda que tengo y creo que eso se nota. Entonces, no sé si es un renacimiento, pero sí, desde luego, es otro cambio más. Otra etapa.

-Esta vez, y con algún cambio de última hora que nos hizo temer lo peor, llega a Galicia para presentar un disco que ¿se podría decir que tiene algo de moderna ópera rock?

-Bueno..., sí, podría ser. Pero eso yo no me lo planteo a la hora de componer. A mí me surge lo que me surge y después ya lo analizo. Nunca tengo ni idea de qué voy a hacer. Me pongo a tocar, veo el resultado y, si me emociona, me vale. No me complico más.

-¿Le gustaban aquellas óperas de rock de los 70?

-Sí, claro que me gustaban. Pero después se ha ido unificando todo y parece que vamos tendiendo cada día más al pensamiento único. Y en las canciones parece que está establecido que tienen ser de tres minutos porque si no la gente se aburre. Yo eso nunca lo he entendido. Si la canción te gusta, ¿por qué te vas a aburrir? En cambio, si es mala, esos tres minutos pueden ser los más aburridos del mundo.

-De «Mayéutica» escribió Carlos Marcos que «te conecta con un mundo que hoy en día solo parece pertenecer a los valientes». ¿Se considera un valiente?

-No. Porque no es que yo me plantee: «Voy a hacer algo que no haya hecho nadie», es que no puedo hacer otra música que la que me sale. Sí desde luego intento innovar, sorprender y, sobre todo, sorprenderme a mí mismo. Ese es el primer paso.

-¿Es optimista o es de los que piensan que al rock le quedan dos telediarios?

-A ver, el rock en España nunca ha sido una música de mayorías. Eso sí, las músicas de moda han ido cambiando y el rock siempre ha seguido ahí. Es cierto que cada vez es más difícil que salgan grupos de rock. En gran medida porque las discográficas han perdido el poder que tenían. Antes, si te fichaba una compañía, ya tenías la mitad del camino hecho. Hoy prácticamente te da igual que te coja una discográfica o no. Y eso dificulta que nazcan bandas. Yo no es que esté muy al día, pero lo que veo es que lo que salen son chavalitos que hacen una base, o la cogen, y cantan encima. Eso es algo que está al alcance de cualquiera.

-También proliferan los grupos tributo. ¿Cómo se lleva con ellos?

-Me dan un poco igual. Simplemente lo veo como una falta de creatividad. ¡Coño!, ¿por qué tienes que repetir lo que ya se ha hecho? Vamos a avanzar, ¿no? Me interesa más la gente que hace cosas nuevas y que me sorprende. Pero bueno, orquestas siempre ha habido y los grupos tributo son como orquestas monográficas.

-¿Hemos conseguido la inmunidad a cambio de convertirnos en rebaño?

-Desde luego que sí. Más de lo que ya éramos. Pero yo creo que esto no ha sido culpa de la pandemia. Todo esto de tanto youtuber, influencer..., tanta gente opinando de todo y tanta gente viendo a otra gente opinar. Los chavales hoy necesitan que les digan lo que les tiene que gustar, qué es lo bueno y qué es lo malo. ¡Qué pena! Veo poca personalidad, poca creatividad y nulo espíritu crítico.

—En «Mierda de filosofía» dice que no quiere asomarse al fondo de sí mismo pero, y disculpe el atrevimiento, tengo la sensación de que en este disco sí que lo ha hecho.

—Bueno, en todos los discos y en todas las canciones, en cierta manera, te asomas dentro de ti. No sé explicarlo pero supongo que todo lo que me sale en las canciones ya estaba dentro de mi cabeza, aunque me haya inspirado para ellas en cosas que he visto fuera. Sí, sí que siento que mis canciones salen siempre de dentro de mí mismo.

—¿Quizá por es «Mayéutica» mantiene tantas conexiones en lo formal y en lo conceptual con «La ley innata», un disco de Extremoduro del 2008?

—Es cierto que existen esas conexiones pero sabría explicarte por qué. No ha sido algo buscado. Simplemente, según iba haciendo Mayéutica me iba dando cuenta de cosas y al final sí que se puede hablar de ciertas similitudes, pero los dos discos están planteados desde puntos de vista muy distintos. No es como la segunda parte de una película, no. Son cosas diferentes.

—La gente más joven, a la que apenas le interesa nada del siglo XX, sí que respeta e incluso venera a Robe y a Extremoduro. ¿Por qué cree que ocurre eso?

—Que a la gente joven no le interese la música de la generación anterior es normal. Antes decíamos «¿para qué te vas a comprar un disco si no le molesta a tu padre?» (se ríe). Pero sí que es verdad que veo gente muy joven en mis conciertos. Eso siempre me ha asombrado un poco. Y reconozco que me pone muy contento. Para mí es una alegría enorme.

—«Todo lo que me hace sonreír vale la pena», canta el primer movimiento de «Mayéutica». ¿Qué hace sonreír hoy a Robe Iniesta?

—Muchísimas cosas. Me lo paso muy bien con esta banda, tocando y preparando las canciones. Nos reímos mucho. Mucho, mucho.

—¿Y qué le pone de mala hostia?

—Bueno, pues muchas cosas también, pero mejor dejarlas a un lado. Que no se tuerza ahora la entrevista.

Santiago Multiusos do Sar domingo, 21.30,  36,30 euros