«Sex Education» y el órgano sexual que más importa

FUGAS

Razones para entrar en Moordale y que se te levante la autoestima

19 nov 2023 . Actualizado a las 10:17 h.

«La virginidad es un constructo», afirma un adolescente (que sufre a la espera de su primera eyaculación), hijo de una magnética, caótica y magnífica terapeuta sexual que en otro tiempo fue la agente Scully. Esta es una de las perlas sobre sexualidad que ofrece ese chico llamado Otis, alumno «pardillo» de un instituto al que todo aquel que entra con curiosidad se resiste a salir. Salir sales satisfecho.

Sex Education son cuatro sesiones (temporadas) de terapia afectiva, humor, amor (también de pareja) y, sobre todo, educación-sin-que-se-note, de buen rollo. Si no lo has hecho, si te está poniendo cadáver tanto true crime, y prefieres el erotismo festivo al culebrón romanticoide y al costumbrismo trágico, ve a Moordale (y después a Cavendish). Este es un lugar en el quizá le verás el culo a tus temores adultos. Recordarás algunos tópicos, deseos y obstáculos de la adolescencia, te reirás (sin que rechinen los muelles) y aprenderás no solo qué es la clamidia, sino que solo sí es sí sin necesidad de campañas políticas.

La primera razón para ver Sex Education es que no crispa ni altera, al contrario, estimula y a la vez relaja, qué gran combinación de ingredientes para una serie y para todo. La segunda razón es que, además de divertir, enseña lo suyo. Concilia y reconcilia. La tercera, esa valentía para romper esquemas sin cargar las tintas del prejuicio y el drama ni caer en lo correcto: se atreve a convertir a una lesbiana en madre-apisonadora de libro, a un reprimido en director de instituto, al abusón con la pirola más grande en el gay más tierno, a la tía guay empoderada en la jefa de estudios más tirana, a la sexóloga desapegada premenopáusica ¡en madre por descuido! y a diseñar una heroína, Maeve, de atractivo más intelectual que turgente. Maeve es una lección de feminismo y resiliencia. Ella sola (y la gestión de su relación con sus carencias familiares y su madre adicta) son la cuarta razón para entrar en Sex Education, que (quinto motivo) te enseña sin librillo ni listillo que lo sexual es afectivo y que la diversidad es más natural que lo convencionalmente «correcto» y que los adultos no son niños... son adolescentes que esconden mejor los secretos.

Concuerdo con los que dicen que Sex Education es la mejor serie de adolescentes del siglo XXI. Un Los Soprano coming of age de instituto que seduce al más adulto. Si te va lo heteronormativo, esta es tu serie. ¿Por qué? ¡Para salir de la caverna, hombre! Para auscultar intimidad, parejas, amistades, familias. Para descubrir a Eric «trompolla» como un referente queer con estilo. Menos porno y más Sex Education. Más fantasía en streaming con su punto de realismo.

Todos los personajes, ver su evolución y sus matices, son otro motivo (va el sexto) para entrar en ese instituto con los mejores baños abandonados para ir a consulta. Esa mezcla de sordidez y confidencia... tan atractiva.

Quien fuera Jean... El séptimo motivo es esta terapeuta que lo sabe todo sobre sexo, pero no cómo gestionar las relaciones de su vida. Quien tuviera esa bata amarilla, esa mirada, esa casa... y quien disfrutar de esos magníficos desayunos en el Valle de Wye, en Gales, con cierto aire a nuestra Ribeira Sacra.

El octavo motivo para ver Sex Education (hay más) es que desinfla los complejos y te sube la autoestima. ¿Porque te hace verte mejor? No, pero rebaja la autoexigencia y la importancia que le das a lo que piensen de ti y a tus rarezas.

Sin duda, este maratón televisivo de educación para revisarse y actualizar el diccionario sexual sin gran esfuerzo revela cuál es el órgano sexual más importante. No está entre las piernas, sino entre las orejas...

Todo está en la cabeza.