Un marinero del «Viarsa 1», que lleva retenido en Australia desde el 2003, gana el concurso semanal de la Liga Gallega que organiza la edición digital de La Voz
23 dic 2004 . Actualizado a las 06:00 h.Seguro que les suena la historia: Trece marineros gallegos enrolados en un buque de bandera uruguaya fueron apresados en octubre del 2003 y retenidos en Australia porque a las autoridades se les metió entre ceja y ceja que pescaban ilegalmente merluza negra en sus aguas. Tras perseguir al palangrero durante 21 días y 3.900 millas por el Atlántico sur y el Antártico, el Viarsa I, lastrado por el desfallecimiento de sus tripulantes, se dejó atrapar por una coalición de patrulleras de Australia, Sudáfrica y Gran Bretaña. Pues bien, después de que su historia engordase los periódicos de aquellas fechas, tres gallegos todavía permanecen allí, anclados en el puerto de Fremantle (Perth). Son José González, Francisco Fernández y Antonio García. Este último se puso en contacto el pasado martes con La Voz para reclamar el premio que le corresponde por ser el ganador de la Liga Gallega que organiza la página web de La Voz. En otras circunstancias, todo eso no iría mucho más allá de la anécdota. Pero es Navidad y ya es la segunda que pasan lejos de casa. Larga espera Este desaguisado marítimo todavía puede ser peor. Presos por fúnebres presentimientos, temen que todavía les quede esperar hasta el 2006. Son misterios de alta mar. Como si las anchas espaldas de los tripulantes del Viarsa pudiesen soportar dos años más de angustia, en espera de otro juicio (el primero se suspendió después de que once de los doce miembros del jurado los declarasen inocentes). Duermen y comen en una especie de casa del mar en el puerto de Fremantle. Y todos los días se asoman a la pantalla del ordenador para leer La Voz, vieja querencia de la infancia. ¿Les ha ayudado la comunidad gallega en Australia? «¿La comunidad qué...? Mire, aquí el único gallego que se interesó por nosotros fue uno que estaba perdido buscando la tumba del músico de AC-DC Bon Scott, que murió en Australia», responde Antonio García. De gallegos, nada de nada. Pero, ¿y el Gobierno español o gallego, se han interesado? «Sí, claro. El embajador nos llamó por teléfono. Y el cónsul también, aunque no tuvo tiempo de acudir ningún día de los 39 que duró nuestro juicio». Ni gallegos, ni gobiernos. Lo mismo podría predicarse de los lugareños: ¿Y algún australiano de buen corazón? «Buenoooo. ¡Los australianos! Qué le voy a contar de los australianos, que son unos tipos que nos pagan cinco euros la hora por hacerles chapuzas, cuando al resto les dan 20 euros. Y nosotros tragamos. Qué vamos a hacer si necesitamos el dinero. Estamos abandonados». Ese incumplimiento de la encomienda del buen nazareno (tenía sed y me disteis de beber...) calcina su salud. Estos robinsones del siglo XXI nos dicen a los gallegos que debiéramos ponernos todos en su pellejo, que pensemos siquiera un minuto cómo deben estar pasándolo tres trabajadores que lo único que hicieron fue ganarse el pan y de repente los arrancan de su país, de sus familias, de sus esposas e hijos. De todo lo bueno. ¿Por qué? «Porque metieron la pata, se equivocaron, y ahora no saben cómo salir del entuerto, cómo explicarnos lo sucedido, cómo pedirnos perdón por retenernos año y medio sin pruebas», explica Antonio. De los gobiernos español y gallego no esperan gestos espectaculares, sino mano de hierro en guante de terciopelo, «una intervención diplomática al más alto nivel que acabe con la pesadilla», suspiran. Y todo esto lo dicen ahora, que revientan de felicidad porque en pocos días llegarán sus familias para pasar con ellos la Navidad. Es lo único que les brinda la fuerza suplementaria para no desfallecer. Eso, y la Liga Gallega en Internet.