El 4 de agosto de 1883 Galicia quedó comunicada por vía férrea con la Meseta
04 ago 2008 . Actualizado a las 02:00 h.Galicia reivindica y pelea por un tren competitivo, moderno, que no la deje descolgada del futuro. Un tren que facilite la conexión con el resto de España y que contribuya al desarrollo económico y social de la comunidad. Esta legítima reclamación está de actualidad hoy más que nunca, cuando la llegada del AVE motiva un panorama de incertidumbre en relación a la ejecución de las obras y el cumplimiento de los plazos previstos. Pero también figura en las hemerotecas, porque Galicia ya tuvo que luchar en su día por un tren que no la anclase en el pasado: en concreto, hace un siglo y cuarto.
Hoy se cumplen 125 años de la llegada del primer tren directo a Galicia desde Madrid, el 4 de agosto de 1883, un hecho que fue recogido con alborozo en las páginas de La Voz, que dedicó una página entera en homenaje a Juan Martínez Picavia, el ingeniero coruñés que desde mediados del siglo XIX vino clamando por el ferrocarril a la Meseta como paso ineludible para que Galicia se enganchase al progreso y a la modernidad. Sin embargo, Picavia no llegó a ver el comienzo de las obras, inauguradas por la reina Isabel II el 6 de septiembre de 1858, pues murió poco antes en la localidad francesa de Bellevue.
La inauguración oficial, no obstante, no tuvo lugar hasta septiembre de 1883, con la asistencia del rey Alfonso XII y su esposa, María Cristina. De hecho, la llegada del primer tren, en pruebas, el 4 de agosto, cogió casi por sorpresa a todos, como se recoge en la información que La Voz dedicó a aquel hito, publicada en primera página bajo el editorial «El primer tren directo». Pero cuando el telégrafo -«esa otra conquista del hombre sobre la naturaleza», según la crónica del periódico- advirtió de que la locomotora ya había entrado en Galicia, «un movimiento de entusiasmo sacudió todos los corazones y multitud de bombas y de fuegos de artificio poblaban el espacio».
La alegría fue contagiosa y en A Coruña los balcones se engalanaron y una muchedumbre llenó las calles, para dirigirse hacia la estación de ferrocarril con ánimo de celebrar la aparición del convoy pionero. Los representantes de las instituciones tampoco faltaron: desde el Ayuntamiento y la Diputación, pasando por los ingenieros, el Ejército o las sociedades de recreo, todos acudieron al acto.
El tren hizo su entrada finalmente a las siete menos cuarto, «engalanada la máquina con banderas españolas». Su visión provocó un estallido de aplausos y aclamaciones, al tiempo que sonaba una marcha militar.
Editorial en primera plana
El editorial de La Voz, dirigido entonces por su fundador, Juan Fernández Latorre, decía así:
«Ayer fue un día de júbilo inmenso para Galicia. Al cabo de tantos años de combates y de luchas, de esperanzas y decepciones, de anhelos infinitos, se ha realizado, al fin, el acontecimiento más grande de nuestra historia, la ambición más legítima y más santa de todos los hijos de esta tierra.
»La primera locomotora ha cruzado sin interrupción el largo trecho que nos separaba del corazón de la patria y del comercio del mundo.
»Desde hoy ya no seremos los gallegos los parias de la sociedad española.
»Los caminos de hierro no son simplemente una conquista sobre el tiempo; son también una especie de dominio incontrastable sobre el espacio. Anulan las distancias, destruyen los obstáculos geográficos tras los cuales se atrincheran los monopolios y los exclusivismos, unifica los mercados y funde los sentimientos, liberan a los pueblos de la esclavitud que constituyen las prohibiciones económicas y abren a la actividad humana anchos horizontes donde desenvolverse.
»De este maravilloso instrumento de progreso y de libertad, prenda de regeneración y garantía de crecimiento, estaba privada Galicia por injusticias de la suerte y egoísmo de los hombres; egoísmos e injusticias de los que queremos olvidarnos hoy para consagrar entero nuestro espíritu a las satisfacciones y a las alegrías que despierta en todos los hijos de Galicia este memorable acontecimiento».