Rajoy intenta que Ourense no se convierta en un feudo inestable como los de Madrid o Valencia

GALICIA

01 feb 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Existen en el PP tres grandes graneros de votos y diputados: Madrid, Comunidad Valenciana y Galicia. La experiencia histórica indica que para que el PP gobierne en España resultan imprescindibles victorias arrolladoras en esos tres bastiones. Pero la casualidad ha querido que sean precisamente Madrid y Valencia los dos territorios políticamente más inestables para el partido en estos momentos. La guerra a muerte entre Gallardón y Aguirre y las implicaciones de Francisco Camps en el caso Gürtel han sembrado la división y desestabilizado dos plazas tradicionalmente muy cómodas para el PP.

Ese inquietante panorama es el que amenazaba a Rajoy. Pero como todo es susceptible de empeorar, el tercer bastión, Galicia, amenaza también con entrar en una peligrosa senda de inestabilidad. La decisión de José Luis Baltar de perpetuarse en el poder en Ourense a través de su hijo no solo rompía la imagen de renovación que buscan Rajoy y Feijoo, sino que debilitaba la autoridad de Génova.

Por todo ello, la semana que concluyó ayer estaba marcada en rojo en el calendario de Rajoy. Se disponía a dar tres golpes de efecto para sentar su autoridad en los tres feudos. En Valencia, una contundente suspensión de militancia a Ricardo Costa. En Madrid, idéntica sanción a Manuel Cobo para intentar apaciguar a la díscola Aguirre. Y para Galicia, Rajoy se había reservado una discreta reunión con José Luis Baltar. Consciente de que la victoria de su tapado Jiménez Morán en Ourense era imposible, pretendía al menos hacer comprender al único barón superviviente del fraguismo que era necesario integrar en la dirección del PP ourensano al sector más próximo a Génova.

Discreción

Al contrario que en Madrid y Valencia, Rajoy quería dar ese paso sin publicidad. La Voz de Galicia rompió ese secreto e impidió que el rapapolvo a Baltar quedara entre ellos dos. El ourensano escuchó a Rajoy. Pero, lidiado ya en desafíos a la autoridad, no salió muy impresionado. Algo que se confirmó el pasado sábado cuando su hijo dejó claro que no habrá ni agua en Ourense para los fieles a Madrid.

Las sorna de Baltar dando las gracias a los observadores enviados por Rajoy y Feijoo al congreso no ha sentado bien en la dirección nacional, que ahora planea esperar y ver. Los Baltar son conscientes también de que no pueden mantener mucho tiempo ese desafío público. Pese a este reciente tropezón en Ourense, lo cierto es que con su estilo flemático Rajoy ha ido desguazando políticamente a todo aquel que le ha plantado cara. Se impuso a Rato y Mayor Oreja; no le tembló el pulso al laminar a un mito en el PP como María San Gil; tumbó a Aguirre y a Juan Costa en el congreso del PP y en Cataluña se cargó a Piqué. Si los Baltar mantienen la afrenta, habrá que ver si la flema le basta a Rajoy para imponer el cambio en Ourense.