O Chucán llevaba varios años manteniendo relaciones sexuales con la mujer que trabajaba en el club Tosca. La iba a buscar en su coche, pasaban la noche en su casa y después la devolvía al burdel.
Los especialistas que analizaron su personalidad emitieron informes que lo sitúan con un nivel de inteligencia muy bajo, «en el límite». Por eso el fiscal sostuvo que ni tan siquiera tuvo la habilidad de deshacerse del cadáver de la mujer después de haberle dado muerte. Según el acusador, lo único que consiguió es esconder debajo de la cama del dormitorio un neceser donde ella llevaba sus objetos más íntimos.
De todos modos, esa teoría del fiscal fue echada abajo por el letrado defensor. Según su versión, a José Carnero Fernández no le hacía falta sacar a la mujer a la cuadra de los cerdos para matarla, ni tan siquiera haberla llevado a su casa. En los cincuenta kilómetros de trayecto que hay entre el club y Arxemil, dijo, tenía parajes solitarios en los que pudo sacarla del coche para luego matarla. Además, el acusado podría haber arrojado el cadáver el embalse de San Estevo do Sil, situado a muy pocos metros de su casa.
La víctima fue hallada con la cabeza destrozada. El acusado, que se contradijo en múltiples ocasiones, negó los hechos y recordó al jurado que la mujer ejercía la prostitución en su casa.