«¿Quién manda a una persona 19 años a la cárcel sin pruebas?»

Carlos Cortés
carlos cortés MONFORTE / LA VOZ

GALICIA

Uno de los jurados del crimen defiende el polémico veredicto

15 feb 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

No tenía ninguna gana de ser jurado, pero no encontró ninguna excusa convincente. Incluso pensó en inventarse algo para provocar una recusación cuando lo llamasen a la sala, pero llegado el momento no tuvo oportunidad porque nadie le preguntó nada. Así que finalmente se vio entre los nueve ciudadanos anónimos que tuvieron que decidir si condenar o no a José Carnero Fernández, O Chucán, el hombre que esperó a que lo absolviesen para confesar que había matado a una mujer en su casa del municipio lucense de Sober.

El testimonio de este miembro del jurado, que prefiere mantener su identidad en secreto, confirma que prácticamente desde el primer momento de las deliberaciones estuvo claro que no había pruebas suficientes para una condena. Y eso que él piensa que la mayoría de sus compañeros sospechaban que José Carnero era culpable. «El juez -explica- nos avisó en su momento de que en caso de duda había que actuar a favor del reo, y aunque no nos lo hubiese dicho, ¿quién es capaz de mandar a una persona a la cárcel 19 años sin pruebas y sin estar convencido?».

El juicio se prolongó durante dos días y terminó a las cinco de la tarde del 26 de enero. Media hora después, los nueve miembros titulares del jurado -otros dos siguieron el juicio como suplentes, pero no participaron en el veredicto- fueron conducidos a otra sala de la Audiencia Provincial de Lugo, e inmediatamente se pusieron a trabajar para responder a las preguntas sobre el caso que les entregó una secretaria judicial.

«Repasamos y analizamos todo lo que se puso sobre la mesa desde el comienzo hasta el final del juicio», recuerda este integrante del jurado. La camiseta del acusado con sangre de la víctima, el hacha o la maza sin huellas que les presentaron como posibles armas homicidas, las continuas contradicciones que acabaron por hacer incomprensible la declaración del acusado... Toda una colección de indicios y ninguna prueba incontestable.

Según recuerda, al comienzo de la deliberación eran tres los jurados que parecían inclinarse por la condena. Tras revisar los hechos, solamente quedaron dos. Uno de estos últimos admitió que sí, que pruebas irrefutables no había, pero que él prefería salir de allí «con la conciencia tranquila» y votar sí a la condena.