El Tribunal Superior debe decidir si anula el fallo por el crimen de Sober
05 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.José Carnero, O Chucán, comparecerá mañana ante los jueces del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia que revisarán la sentencia que lo absolvió del asesinato de Pilar Palacios. Tendrá que madrugar. Hace unos días avisó a un taxista de Sober para que lo recoja en su casa en la aldea de O Couto a las ocho de la mañana. Tres horas después tiene que presentarse en A Coruña para la vista de apelación en la que la Fiscalía y los abogados de la familia de la víctima pedirán que se anule el veredicto del jurado, que no encontró pruebas suficientes para condenarlo por aquel crimen, cometido en septiembre del 2007.
O Chucán ha pasado los últimos cuatro meses viviendo solo en su casa de O Couto, la misma en la que apareció el cadáver y en la que, después de dejar Bonxe tras más de tres años en prisión preventiva, aseguró públicamente que el asesino era él. La Fiscalía ordenó a los servicios sociales del Ayuntamiento de Sober que vigilasen a Carnero por si pudiera encontrarse en una situación psicológica límite y sin recursos para sobrevivir. Desde entonces, una asistenta social le lleva alimentos de manera periódica.
Miedo entre los vecinos
La Guardia Civil también está pendiente de él y de lo que pueda suceder en O Couto, donde existe cierto temor. «El sempre di que no cárcere estaba moi ben, que quere volver, así que o medo que temos é que faga algo para que o volvan meter», contaba esta semana una de sus vecinas. En O Couto, algunos han confiado a la Guardia Civil que O Chucán se pone agresivo en ocasiones. «El ben non está», resume la misma vecina.
¿Y qué dice él? Preguntado por este diario esta misma semana a las puertas de su casa, Carnero asegura que no tiene ningún interés por volver a la cárcel: «¿Como vou querer estar alí? Estou mellor na casa». Tiene un aspecto más cuidado e incluso parece más despierto, o menos tímido. Y parece haberse cansado de cámaras. Él, que aguantó sin rechistar dos días de entrevistas a las puertas de su casa, insiste ahora en que no se le saquen fotos. Eso sí, no se negó a contestar a ninguna pregunta. Dice que se toma puntualmente las pastillas que le receta su médico, que vive de una paga de 400 euros y que no sabe si volverá a trabajar de destilador ambulante de aguardiente. Del jaleo a su salida de la cárcel, asegura, ya no recuerda nada.