El nacionalismo marca distancias con el PSdeG en los ayuntamientos

Mario Beramendi Álvarez
MARIO BERAMENDI SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

31 oct 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

En las municipales de 1999 el PP llegó a perder cuatro alcaldías. El bastón de mando de Lugo pasó a manos de Orozco, avalado por el BNG, y Ferrol, Vigo y Pontevedra quedaron bajo gobiernos del Bloque, respaldados por el PSOE. Mientras el ferrolano Xaime Bello y el vigués Lois Pérez Castrillo se las veían y se las deseaban para lidiar con sus socios, los socialistas Bonifacio Borreiros y Ventura Pérez Mariño, los alcaldes del PSOE, como Bugallo en Santiago y Orozco en Lugo, gozaron de una cierta estabilidad con socios nacionalistas.

El BNG tiene grabado a fuego lo que ocurrió cuatro años más tarde, en el 2003. Y desde entonces defiende una teoría: la entrada incondicional en gobiernos de coalición con socialistas sirve para eclipsar la oferta del Bloque hasta el punto de que el alcalde respaldado, cuatro años más tarde, sale fortalecido. Y el socio -en este caso el Bloque-, muy debilitado. Ese fue el destino que pareció correr el BNG vigués y su cabeza visible, Santiago Domínguez, después de haber avalado a Caballero en el mandato previo a las municipales del 2011. Así que ahora, el modus operandi es otro: apoyos puntuales en determinados asuntos, pero nada de entrar en los gobiernos.

La estrategia de Vigo parece estar también detrás de lo ocurrido en Ourense, donde los nacionalistas se refieren a problemas de confianza. Y podría marcar una tendencia de cara al futuro. En las pasadas municipales, los nacionalistas se desplomaron en A Coruña -ahora en manos del PP- en Santiago -también bajo bastón popular - y en Ourense, donde el PSOE retuvo la alcaldía y donde el BNG apostó de inicio por entrar a formar gobierno, pese a un monumental batacazo. No fue una decisión fácil y se adoptó tras un largo debate.

Los acontecimientos del municipio, salpicado por casos de corrupción, han propiciado un nuevo escenario. Y el Bloque también considera que, de seguir en la corporación, podría quedar totalmente fagocitado. En lo que parece una nueva tendencia de la convivencia entre PSdeG y Bloque en los ayuntamientos también ha podido influir el resultado del 21-0 en las ciudades, como es el caso de Ourense, donde el BNG ha vuelto a bajar. Es decir, que los nacionalistas creen que, en términos de respaldo ciudadano, no les favorece la entrada en gobiernos con un PSOE sobre el que todavía pesa, como una losa, la herencia de Zapatero y el hecho de haber abierto la veda de los recortes que ahora ha intensificado Rajoy.