El dueño de Remolcanosa recrimina a Cascos que no le pidiera perdón

Pablo González
Pablo González REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

El exministro dijo que había antepuesto intereses privados en el «Prestige»

01 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Un día antes del accidente del Prestige, José Silveira Cañizares, empresario del sector naval, firmaba el contrato con Salvamento Marítimo con el que ponía el Ría de Vigo a disposición de la Administración. Pocas horas después estaba ya preparado para remolcar al petrolero que provocaría la mayor catástrofe ecológica española. «Créame que entonces no lo sabíamos», bromeó.

En su declaración del miércoles ante el tribunal, Silveira tuvo que explicar uno de los aspectos más oscuros de la gestión del accidente. La estrategia de su empresa Remolcanosa, sobre la que se cernió la sospecha de que había negociado un contrato ilegal de salvamento con los rescatadores de Smit cuando su servicio era exclusivo para las autoridades marítimas. El propio ministro Álvarez Cascos alimentó esta duda con la apertura de un expediente que Silveira asegura no conocer. «Si hubiera llegado algo así firmado por el ministro me hubieran despertado de madrugada», alegó. Ese expediente nunca llegó a sus manos.

A pesar de los ataques de ansiedad que le impidieron acudir a su primera citación como testigo, Silveira se mostró muy tranquilo, quizás porque aquel suceso lejano es ya una anécdota para el propietario de Elcano, una de las principales flotas españolas de mercancías, con ramas en Brasil, Argentina y Portugal, como él mismo admitió en el juicio. Preguntado si es uno de los principales navieros de España, respondió: «Yo soy solo una persona humilde que ha trabajado mucho y a la que Dios ha ayudado».

A las órdenes de Sasemar

El Ría de Vigo, aseguró el naviero, «pertenecía totalmente a Sasemar», que daba órdenes directamente al capitán del remolcador. También confirmó que el entonces director general de la Marina Mercante, José Luis López Sors, se puso en contacto con él hasta tres veces para interesarse por la operación. El hombre que de joven soñaba con tener un barco de salvamento y que ahora dispone de un centenar de buques por el mundo -como él mismo reconoció durante el interrogatorio- dijo que «pudo ser» que López Sors, ahora en el banquillo de los acusados, le llamara para recordarle las obligaciones que su empresa tenía con la Administración. «Le dejé claro que el Ría de Vigo no iba a fletárselo a nadie, entre otras cosas porque jurídicamente no podía». Sí admitió que el día 15 firmó un contrato con Smit para que utilizara otro remolcador: el Charuca Silveira. Pero este buque no estaba contratado por la Administración.

Silveira escuchó por televisión al ministro Cascos diciendo que su empresa anteponía intereses privados a los públicos, pero aseguró que nadie nunca le comentó algo similar directamente. «Tampoco se me pidió perdón. Pero yo tengo la conciencia muy tranquila», apostilló.

El fiscal incidió en que Smit ofreció al armador los servicios del Ría de Vigo y fue entonces cuando José Silveira afirmó que Smit «puede hacerlo perfectamente con permiso de Sasemar». Posteriormente precisó que Sasemar «estaba al tanto». La Administración asume esta circunstancia como una simple puesta a disposición de sus medios para facilitar el trabajo de los salvadores. Como, por ejemplo, se hizo con los helicópteros.

Silveira presume de haber creado una estructura de salvamento en Galicia cuando solo había compañías extranjeras como Smit. «Salvamos muchas vidas. Fueron los mejores años de mi vida», dijo. Y dio su opinión sobre la gestión del Prestige: «Algunas cosas pudieron salir mal, pero otras se hicieron perfectamente. Aquí no murió nadie», concluyó.