El Gobierno ha implantado el copago de los medicamentos que se dispensan en las farmacias hospitalarias a pacientes no ingresados, que hasta ahora eran gratuitos, según afirman «para garantizar la sostenibilidad del sistema». Se trata, al parecer, de medicamentos caros, destinados a tratar pacientes crónicos o con enfermedades graves (cáncer, hepatitis, esclerosis múltiple), que habían quedado al margen del copago. Desde ahora, si lo publicado es cierto, estarán sujetos a una aportación máxima del 10 % del precio por envase, con un tope de 4,2 euros por fármaco.
Vamos a ver si me aclaro. Los propios portavoces gubernamentales han declarado que no se trata de una medida recaudatoria, ya que la cantidad que se prevé con el retorno es ridícula, y tampoco es disuasoria, dado que los pacientes están irremediablemente condenados a tomar esa medicación. Hay, además, infinidad de actuaciones en el ámbito de la farmacia hospitalaria que permitirían racionalizar el gasto, que el personal sanitario conoce y que, sin duda, ha trasladado a la Administración correspondiente en numerosas ocasiones. Sin embargo, se opta por cobrar a estos enfermos en un nuevo ataque a la línea de flotación del sistema de solidaridad, por cierto, saltándose los mecanismos de coordinación del propio sistema.
Numerosas comunidades autónomas y ayuntamientos, incluidos varios del partido en el Gobierno, han puesto ya el grito en el cielo y expresado su voluntad de no aplicar, o asumir, el copago porque, independientemente de las complicaciones técnicas de su puesta en marcha, este generará más problemas de salud. Espero, tal vez con exceso de optimismo, que sean los propios trabajadores sanitarios los que llamen la atención de Gobiernos que, como el gallego, han apostado de forma sumisa por la injusticia. Verán, el cuerpo me pide hacer un chiste con el nombre de la ministra, pero no lo haré; simplemente les pido que reflexionen. Hay que estar muy poco ocupado para emplear el día en buscar cómo colarnos que el tabaco no es malo para la salud en los casinos de Eurovegas, gran prioridad sanitaria, dejando los ratos libres para tratar de añadir más pesar a la vida de los enfermos graves. Eso no es un ministerio, es un misterio.
En fin, dado que ha tratado de defender la medida un señor llamado Floriano, nombre muy botánico por cierto, les ayudaré a mejorar su propuesta. Mi sugerencia es que se dispensen esos medicamentos en las máquinas de los casinos y si coinciden las tres frutitas el paciente se lleve la medicación como premio. Piénselo, los enfermos crónicos disfrutarán del humo del tabaco y los tragaperras del ministerio recaudarán más. Todo ventajas.