Los «hilillos» que hundieron al PP y alteraron las leyes europeas

Domingos Sampedro
Domingos Sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Rajoy, en la playa de Caión un año después del accidente.
Rajoy, en la playa de Caión un año después del accidente. J. M. Casal< / span>

La tragedia provocó la dimisión de Cuíña y puso a Aznar contra las cuerdas, a pesar del espejismo de las municipales del 2003

16 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Toda la oposición política al PP reaccionó en tromba lamentado que la sentencia del Prestige no fijara responsabilidades políticas por la mayor catástrofe ecológica de la historia democrática de España. Realmente, el fallo judicial no establece culpabilidades a este nivel, pese a que el hundimiento del petrolero fue uno de los siniestros que mayor impacto político tuvo, pues provocó una crisis de Gobierno en la Xunta, desatascó el pulso interno de los populares por la sucesión de Manuel Fraga, influyó en el desalojo del PP de los Gobiernos de España y de Galicia, a la vez que ayudó a modificar el corpus legislativo sobre seguridad marítima de la Unión Europea (UE).

El impacto del Prestige tuvo efectos en tres escalas -la autonómica, la estatal y la europea-, de ahí que en cada una de ellas (Parlamento gallego, Congreso y Eurocámara) se crearan comisiones de investigación o de estudio para analizar el naufragio y estudiar medidas para evitar este tipo de siniestros.

Dimisión de Cuíña

En clave doméstica, el suceso acabó provocando la dimisión del conselleiro Xosé Cuíña, el eterno delfín de Fraga, debido a que una de las empresas de su familia vendió suministros para las labores de limpieza de fuel. La salida de Cuíña de la primera línea fue aprovechada por la dirección nacional del PP para aumentar su influencia en Galicia y ganar posiciones frente al todavía pujante sector de la boina. Alberto Núñez Feijoo, avalado por Génova número 13, hacía las maletas en Correos para sustituir al de Lalín al frente de la Consellería de Política Territorial y tomar posiciones ante el relevo de Fraga que no tardaría en llegar.

Aznar, contra las cuerdas

Pero el Prestige no solo empezó a minar la credibilidad del PP gallego, por mucho que las municipales del 2003 crearan un espejismo en concellos de la zona cero, como Muxía, en los que revalidó las alcaldías. Lo cierto es que el PPdeG perdía cuatro puntos de porcentaje de apoyo en Galicia (al caer del 45,4 al 41,4 %) y el Gobierno de la mayoría absoluta de Aznar era puesto por primera vez contra las cuerdas por la discutida gestión de la crisis. El grito de «nunca máis» tomó las calles de Madrid y, con el paso de los meses, confluyó con el descontento que afloró frente a la guerra de Irak, asentando así los dos pilares que más aire le dieron a la alternancia en favor del PSOE.

Europa habla de «basura»

Antes de que Bruselas pronunciara algo parecido a la palabra basura para referirse a los planes del ministro Wert sobre las becas Erasmus, ya utilizó con insistencia esta palabra a finales del 2002 para llamar a todo el club, entonces de los Veinticinco, a crear una lista de «barcos basura» para impedir su circulación por aguas comunitarias. El Prestige golpeó la conciencia de una UE que no se había recuperado del hundimiento del Erika en Bretaña, en 1999, y contribuyó a impulsar definitivamente tres paquetes legislativos para controlar el tráfico de crudo, propiciando que la Agencia Europea de Pesca se instalara en Vigo a modo de compensación.