El 2014, año clave para la sucesión en el PPdeG

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

GALICIA

Si los tiempos de dedazo no se han acabado de forma definitiva, están tocando a su fin

10 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Se sabe desde siempre que no hay mejor pegamento político que la victoria y que nada divide más a un partido que la derrota. Es un hecho que la unidad interna y la disciplina en los partidos es directamente proporcional al tamaño de la mayoría de la que se disfruta. Y que los mismos líderes que estando en la oposición son considerados unos palomas a los que nadie toma en serio se transforman cuando alcanzan el poder en una especie de caudillos de los que se alaban hasta sus silencios.

Ha ocurrido así desde tiempo inmemorial en todos los frentes. Y ha sido común en España que, por mucha democracia interna que se intente implantar en las fuerzas políticas, el líder que deja el poder o el cargo por decisión propia pueda elegir libremente a su sucesor sin dar demasiadas explicaciones y sin tener que medir en exceso los tiempos políticos. Hasta hoy.

Lo que está ocurriendo en los últimos días en el PP en diferentes territorios demuestra que si los tiempos del dedazo no se han acabado de forma definitiva, están tocando a su fin. Y que si todavía es posible que el líder nacional de un partido imponga por su propio capricho quién debe asumir el mando en determinados territorios, eso no se puede hacer ya sin un fuerte coste político y sin que ese dedazo deje abiertas importantes heridas de difícil sanación.

Lo acabamos de ver en el PP de Andalucía, en el que Rajoy ha querido darse el gusto de nombrar al nuevo líder en contra no solo del criterio de la mayoría de los populares andaluces, sino incluso de la secretaria general. Pero también en el País Vasco, en donde un sector del partido ha desafiado el criterio de una secretaria regional que parecía indiscutible y que además contaba con el respaldo de Génova. Arantza Quiroga ha tenido que negociar por más que pareciera tener todas las bazas en su mano.

Casos similares se dan en el PP catalán y también en el de Asturias. ¿Y qué pasa en Galicia? Pues, de momento, nada de eso, porque nadie discute el liderazgo de Feijoo, que, además de gobernar con una mayoría absoluta no amenazada, cuenta con la bendición total de Génova. Pero nada garantiza a Núñez Feijoo que cuando, más pronto que tarde, decida dar el salto a Madrid, pueda controlar a su antojo el proceso de su relevo. Y dado que, como es obvio, no puede anunciar de antemano cuándo se llegará a ese punto, más pronto que tarde también empezaremos a ver movimientos que indiquen que se está negociando en la sombra un relevo y que se está tratando de dejar todo atado y bien atado para que no se imponga el caos.

Algo de eso se adivina ya, pero es muy probable que quienes aparecen ahora como posibles delfines acaben siendo sacrificados en aras de un relevo no traumático que evite espectáculos como los vividos en Andalucía y el País Vasco. Atentos a las claves internas del PPdeG en este 2014.

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