
Rectifica su oposición al nuevo hospital y su política fiscal para rentabilizar un pacto presupuestario
12 mar 2014 . Actualizado a las 19:30 h.Abel Caballero está cambiando su discurso, aunque disimule. Estos días ha tenido que incurrir en contradicciones para lograr un pacto presupuestario con el PP. Tras ponerse detrás de una pancarta que denunciaba la «privatización» del nuevo hospital de Vigo, el alcalde socialista traga con la exigencia de darle a la obra los servicios de luz y agua que hasta ahora le negaba. También dijo que no bajaría los impuestos «hasta que lo hagan Feijoo y Rajoy» y está a punto de firmar una rebaja fiscal. El regidor vira su rumbo. A toda prisa. Le ha dicho a la oposición que quiere abrazar el acuerdo cuanto antes. El abrazo del oso, según bastantes populares. A solo 14 meses de las municipales, Caballero confía en rentabilizar la operación.
¿Qué gana el PSOE con el acuerdo?
El PP vigués sostiene que Caballero tiene encima de la mesa encuestas que lo sitúan lejos de la mayoría absoluta (ahora gobierna con 11 de 27 concejales, por 13 del PP). Esos sondeos reflejarían que una parte nada desdeñable de ciudadanos están hartos de su discurso localista y de siete años de ataques diarios a Feijoo. El pacto con los populares le sirve en bandeja un cambio de imagen. Cuando no lo consigue con unos (BNG), lo hace con otros (PP). «Por el bien de Vigo», resume la número dos socialista, Carmela Silva. Hay quien ve una estrategia para pescar votos en la derecha.
¿Ganan algo los populares?
El PP vigués reconoce que su movimiento es «peligroso». Tiene por delante el difícil reto de convencer a sus militantes y votantes de que ha doblegado al alcalde. Por ejemplo, colgándose la medalla como artífice de la bajada de impuestos cuando es el socialista quien la aplicará en año electoral. La mejor baza de la oposición está por cerrar: el nuevo hospital. El PP exige que se ponga negro sobre blanco. Caballero ha provocado un cisma en la Plataforma pola Defensa da Sanidade Pública, integrada por sindicatos y partidos de izquierda, al enterrar el hacha de guerra y facilitar la construcción. Tras promover manifestaciones, Caballero hace piruetas verbales para justificarse.
¿Es bueno para Vigo?
El consenso político siempre es bueno. Más allá de la obviedad, sin embargo, no parece que el pacto vaya a cambiar la vida de los vigueses. Ninguno de los puntos que negocian gobierno y oposición estaban bloqueados ahora mismo. El hospital se está construyendo, la depuradora también, la subasta de 40 pisos municipales para costear los terrenos de los nuevos juzgados fue propuesta por el alcalde hace meses y el transporte metropolitano sigue negociándose a la espera de concretar la financiación por parte de los ayuntamientos implicados. Otros puntos del preacuerdo PP-PSOE son meras declaraciones de intención, como la rebaja del recibo del agua.
¿Qué dicen Besteiro y, sobre todo, Feijoo?
Caballero ni pide ni espera la opinión de Besteiro. El PP gallego, sin embargo, marca distancias. Feijoo apela a la «autonomía» del grupo municipal, que es como decir que el PP vigués tiene derecho a equivocarse. Importantes círculos empresariales le están calentando la oreja al presidente de la Xunta con la necesidad de poner un buen candidato a la alcaldía. Cada vez son menos los que confían en las posibilidades del líder local, José Manuel Figueroa, al que se le reconoce un buen trabajo orgánico pero se le achaca falta de pegada. Feijoo ha tenido varias comidas y cenas privadas en Vigo para pulsar estados de ánimo. Y le han sugerido que la solución está en su propio Gobierno.