5. La etapa más solitaria llega hasta San Juan de Ortega

GALICIA

Iago García / Senén Rouco

Y tú, ¿qué llevas en la mochila?. La subida por Montes de Oca suma kilos en las espaldas peregrinas

03 ago 2018 . Actualizado a las 21:05 h.

Hoy todo parece cuesta arriba. El despertador, que suena a las siete en punto (y aun así somos de los últimos en salir). El sillín, los pedales y el manillar, que me descubren músculos que nunca antes tuve resentidos. Y, cómo no, saber que tenemos que afrontar Montes de Oca. Hoy descansaremos en San Juan de Ortega (Burgos), pero hasta allí tenemos una tortuosa subida con gran desnivel entre Villafranca y nuestro destino.

Para más inri, durante el trazado del Camino Francés en ese tramo no hay nada cerca. Ni fuentes ni pueblos. Parafraseando a Rosalía, los castellanos de Castilla (hoy entramos en esta comunidad) no van a tratar nada bien a estos dos gallegos. Vemos a José Vicente y Juanchu, amigos de la infancia en Valencia, preparar sus mochilas en una cafetería. Llegaron a Santiago el año pasado. Conocieron entonces a Ricardo, de Santa Fe (Argentina). «Ahora ya somos inseparables», cuenta el argentino, el más hablador, como no podía ser de otra manera. «Apunta aquí, apunta aquí», le dice a Senén, que lleva colgada la cámara al cuello. Nos abre su mochila de trekking: «Agua llevamos, pero en el Camino, mejor pacharán y vino». Está claro que se toman la romería jacobea con calma chicha.

Casi sin darnos cuenta dejamos atrás la última localidad riojana, Grañón, y llegamos a Redecilla del Camino. Allí el polaco Voitek y la surcoreana Kim despliegan sobre un banco varias bolsas directamente sacadas de su equipaje. Diferentes tipos de bebidas isotónicas y varias piezas de fruta forman su kit de supervivencia: «Nunca había bebido de una fuente en mi país, no las valoraba como ahora», dice la joven. Quizás exagere, pero yo también reconozco que pocas veces me ha resultado tan placentero un trago de agua como después de un tramo rompepiernas. Y en la ruta jacobea los hay.

Circulamos casi todo el recorrido en paralelo a la N-120 escuchando con frecuencia el paso de los camiones, por lo que si vas a peregrinar a dos ruedas, mejor evítala y sigue con los romeros a pie. El ruido del tráfico se ve interrumpido por una ranchera de Vicente Fernández. La están cantando Vicente (este, Hernández) y Esteban Castillo. No cabe duda, son de México y pretenden encomendarse al Apóstol para tener una vejez plena. La llegada al Obradoiro marcará la transición, algo que ellos expresan así: «Va a ser un parteaguas en nuestra vida».

Cuando nos faltan alrededor de diez kilómetros para llegar, Villafranca nos recibe empinada y confirmamos la dureza del recorrido. Los mosquitos, además, campan en charcos a la sombra y molestan. En el alto de la Pedraja (1.150 metros) rebasamos en silencio una fosa común de la Guerra Civil. Tampoco seríamos capaces de decir nada. Exhaustos, acabamos en el albergue.

belorado, castilla y león

«Mis pies nunca habían estado tan lejos de casa... ¡Estoy dando un gran rodeo!»

Entre los extranjeros que hacen la ruta jacobea (son, por lo que hemos podido comprobar, la gran mayoría) existe un perfil muy concreto, El de treintañero queriendo saber hacia dónde dirigir su vida. Toda ella: la personal, la profesional y la amorosa. En esta categoría figura Matt Wilson. Luce pelo corto, tipo fino, camiseta Nike... Podría ser el típico joven (aún lo somos a esa edad, ¿no?) de vida plena sacado de series hollywoodienses como Orange County o Beverly Hills, 90210. Ambas, curiosamente (la composición me la hago sin preguntarle aún la procedencia), fueron grabadas no solo en su país, si no casi en su casa. «Soy de Los Ángeles, en California. La verdad es que mis pies nunca habían estado tan lejos de casa... ¡Estoy dando un gran rodeo!», nos puntualiza. Una vuelta larga que noto al mirar para sus pies. Las ampollas le han obligado a la típica parada técnica. Creo que faltan podólogos en el Camino.

Los pies de Matt Wilson, californiano, en pleno proceso de curas
Los pies de Matt Wilson, californiano, en pleno proceso de curas Senén Rouco

«Lo hago para curar la pena por la muerte de mi padre»

La carga que soportan los pies de Davor Ergovic («se pronuncia como Modric o Rakitic», dice orgulloso sabiendo que su país y estos jugadores son finalistas en el Mundial) es sentimental. Perdió a su padre hace un año, y busca cada día, en cada paso, consuelo: «Es por mi religión y por mi alma. Es simplemente para mí. Quiero luchar y lo hago para curar la pena por la muerte de mi padre». El cáncer se lo llevó, y tras esto busca superarlo definitivamente: «Sé que él estaría orgulloso de saber que me he planteado una meta en mi vida, y eso me hace inmensamente feliz».

Davor,saliendo de Santo Domingo de la Calzada
Davor,saliendo de Santo Domingo de la Calzada Senén Rouco

A estas alturas de la conversación ya le ha resbalado una lágrima por la mejilla. Finaliza con la porra mundialista. «Francia 0-Croacia 2», dice. Tomamos nota.

«Venimos al Camino para pensar cómo querernos más»

Josep Cufí (Gerona) e Inessa Zykova (Rusia) forman una atlética pareja que nos da ánimos al inicio. 15 años de un matrimonio que el Camino fortalece: «Dejamos al niño en un campus de fútbol y venimos a pensar cómo querernos más». Van de la mano y forman un equipo: Él tira de ella en las cuestas. Ella, tenista, sabe pararle los pies para dosificar energías. En el Camino, como en aquel anuncio de neumáticos, la potencia sin control no sirve de nada. Entre el equipamiento para cargar el equipaje figura también la riñonera de Inessa. Allí hay tiritas y agua oxigenada. De todas formas, tras haber realizado el maratón de Sables del Sáhara, de seis días y 251 kilómetros, lo tienen hecho.

Josep e Inessa, gerundense y rusa, un matrimonio fortalecido por el Camino
Josep e Inessa, gerundense y rusa, un matrimonio fortalecido por el Camino Senén Rouco

Mañana, quinta etapa San Juan de Ortega- Hornillos del Camino

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