
Una de las figuras más importantes de la filología española y gallega de los últimos cincuenta años, afronta su cercana jubilación entre libros, familia y partidos raqueta en mano
23 jul 2020 . Actualizado a las 14:13 h.Los honores, galardones y reconocimientos más prestigiosos son algo frecuente para quien se ha sentado en los sillones más reputados de los altos organismos del país. Para Darío Villanueva (Vilalba, 1950), los ambientes institucionales más distinguidos han sido la tónica habitual durante toda su carrera. «Me jubilaré el último día de agosto. Por suerte, seguiré vinculado a la Universidad de Santiago de Compostela como profesor emérito, que es lo que siempre me ha gustado», dice.
Durante los últimos años, el exrector de la USC cuenta que su vida ha continuado la tendencia que siempre ha tenido, pero bajo mucha menos presión. Desde el 2018, con el final de su mandato como director de la Real Academia Española, se ha centrado en la investigación, la docencia a nivel de maestría y el disfrute de un tiempo libre que antes no tenía. «Soy una persona a la que nunca le ha gustado renunciar a nada. Por eso acepté ser rector, a pesar de que al principio me opuse, y por eso acepté ser director de la RAE aún sabiendo la responsabilidad que conllevaba», afirma.
Con una vida dividida entre Madrid y Santiago, no duda en expresar su cariño por las dos ciudades. «Tengo que quedarme con ambas. Me gusta la tranquilidad de Santiago y la intensidad de Madrid, aunque tengo que decir que los años que fui rector de la USC no fueron poco intensos», comenta.

A pesar de que nunca ha perseguido los galardones y los premios, se siente muy afortunado por todos los éxitos cosechados. «Los honores me han sobrevenido y yo los he aceptado encantado. He hecho muchas apuestas y me he arriesgado mucho en mi vida, y puedo decir que acerté en gran medida», explica.
Aunque se considera un entusiasta de su profesión, reconoce que le gusta desconectar cuando llega a casa con una afición muy especial. «Soy un apasionado del tenis, tanto para verlo como para practicarlo», confiesa. «He ido a París a ver el Roland Garros varias veces, y todavía me considero un jugador de nivel aceptable para mi edad», comenta.
Durante la pandemia, se ha visto obligado a refugiarse en su domicilio santiagués. «He sido abuelo recientemente y todavía no he podido ver a mi hija y a mi nieto, que viven en Marruecos. A mi hijo sí, porque vive en A Coruña, así que he estado rodeado de familia afortunadamente», comenta. Aunque insiste en que este año ha sido durísimo para la mayoría de ciudadanos, reconoce que a él no le han supuesto un gran perjuicio: «Estos meses he podido escribir con fluidez, a decir verdad. Incluso tengo dos libros terminados». La primera de estas obras tratará sobre dos de sus pasiones, el cine y la literatura. La otra será una autobiografía, en la que repasa su carrera profesional, a la vez que añade vivencias personales que le ayudaron a convertirse en la figura que hoy es. «He vivido, viajado y experimentado mucho. Estoy realmente agradecido», asegura.
Fui
Rector de la Universidad de Santiago y director de la Real Academia Española
Soy
Profesor emérito, investigador y autor
