Del Prestige al covid, la generación del chapapote llega a la mayoría de edad

Patricia Blanco
Patricia Blanco CARBALLO / LA VOZ

GALICIA

En vísperas del aniversario del desastre, jóvenes  de la Costa da Morte repasan sus expectativas a la sombra del petrolero

12 nov 2020 . Actualizado a las 16:58 h.

A Martín Leis Tajes, estudiante del primer curso de Historia en Santiago, la carrera con la que siempre soñó, no se le escapa que nació en un año que marcó a Galicia, el 2002, el del Prestige, y que ha cumplido los 18 en otro que tiene conmocionado al mundo, el 2020, el del covid-19. No se le escapa, tampoco, que esos dos años tienen los mismos dígitos con un pequeño cambio y que a su generación le ha tocado una mayoría de edad atípica. Martín es de Camelle, en el municipio coruñés de Camariñas, y de aquella catástrofe sabe, entre otras cosas, que se llevó al anacoreta Manfred, Man de Camelle.

Martín Leis
Martín Leis

El 2020 y el impacto de la pandemia, cuenta, le ha impedido alguna cosa propia de los 18, como sacarse el carné o celebrar como hubiese querido su mayoría de edad, porque hasta para eso nació en un día clave, un 25 de abril. «Aínda que os amigos os tiña no pobo, non podía facer nada [España estaba en confinamiento]. Votar si que votei, iso si», matiza. «Vida universitaria cero», cuenta sobre su curso actual, y alude asimismo a las restricciones en las residencias: «Aos do 2002 tocounos este ano e non lle hai que facer», sopesa. Está encantado con Historia y tan solo pediría más clases presenciales. Estima que no podrá volver a Camelle durante un tiempo, por las prácticas de campo y porque sabe de la situación sanitaria «peliaguda». No quiere ni exponerse ni exponer a su familia: «Alí, ademais, vivo con meus avós».

Ana Martínez Lema
Ana Martínez Lema

Ana Martínez Lema sí pudo sacarse el teórico de conducir y ahora le falta la parte práctica. Nació el 10 de agosto del 2002, apenas unos meses antes de aquel noviembre en el que la Costa da Morte quedó teñida y marcada para siempre. «Miña nai e miña avoa contáronme que tiñan que ir tapadas e que recollían aquí chapapote coas mans. Estaba todo negro», explica. Ana vive a apenas unos metros de la playa de Caión, en A Laracha, y cursa ahora bachillerato de Ciencias Sociais. Le gustaría ser profesora de infantil y cree que muchos jóvenes, como ella, habrán sido conscientes con este virus y con la cuarentena de que el tiempo de pantalla cansa y que no hay conexión digital ni videollamada que se aproxime a charlar con los amigos en persona, cara a cara: «Abrimos os ollos». Con todas las medidas de seguridad, desde la mascarilla a la distancia, «e como eramos poucos», pudo encontrarse con ellos para su cumpleaños. Era verano y se vivía la «nueva normalidad». 

Adriana Toba
Adriana Toba

No fue posible, no obstante, en el caso de Adriana Toba Casal, vecina de la considerada zona cero del Prestige, Muxía: «Nacín o 3 de abril, e este ano cadroume en pleno confinamento. Facíame ilusión celebrar os 18 e non puido ser, pero aínda así foi bonito: ao final notas á xente que te quere».

 

Tomás Garrido Suárez
Tomás Garrido Suárez

Las graduaciones, un verano inusual y, pese a todo, la suerte de la salud

Toba, hija del que en el 2002 era presidente de la agrupación de percebeiros muxiana, explica que las fotografías colgadas en el Salón do Voluntariado le ayudaron a comprender la magnitud del Prestige. También las conversaciones familiares, además de las clases de primaria y ESO: «O impacto ambiental, como se volcou a xente...». Ahora estudiante de Enxeñaría Química en Santiago, sobre este 2020 «raro e difícil» matiza: «Non hai ningún caso de covid no meu círculo, e iso é o importante. Sería egoísta queixarme de non ter celebrado o aniversario; teño sorte». A su clase de segundo de bachillerato le hacía ilusión el acto de graduación, eso sí, pero no pudo ser.

El carballés Tomás Garrido Suárez, ahora estudiante de Ciencias Empresariais en A Coruña, sí se graduó con sus compañeros, pero más tarde de lo habitual, con mascarilla y distancia. Nació el 2 de diciembre del 2002, el día en que el entonces rey Juan Carlos visitaba Muxía, un acto que su padre, periodista, debería haber cubierto, «pero nacín eu». Más allá de la anécdota, conoce el desastre. «Quitounos dalgunha maneira o noso ano, o noso verán», dice sobre el covid: sin viaje de fin de curso a Mallorca, sin verbenas... Alguna vez han bromeado con lo «gafe» de su generación, pero saca cosas positivas del confinamiento: «A moitos estudantes axudounos». El tiempo y las facilidades se notaron, apunta, en las ABAU y en la subida «histórica» de las notas de corte. No ha sido el suyo un mal verano. Como valora Adriana Toba, otras cosas dejan más huella: «En Muxía aínda hoxe hai pedras manchadas».