Una mancha azul en un diente añade misterio al hallazgo de un cadáver en un pozo de O Porriño

E. V. Pita VIGO / LA VOZ

GALICIA

Investigadores examinan el pozo la noche en la que apareció el cadáver, el pasado 21 de febrero.
Investigadores examinan el pozo la noche en la que apareció el cadáver, el pasado 21 de febrero. M. Moralejo

Los pigmentos no coinciden con los del palo de una fregona del mismo color hallado junto al cuerpo, que apareció en febrero y que aún está sin identificar

14 oct 2021 . Actualizado a las 12:12 h.

El hallazgo de un fragmento microscópico de pintura azul entremetido en un diente del cadáver sin identificar de un hombre que apareció muerto a golpes en un pozo de O Porriño ha aumentado el misterio sobre este crimen destapado a principios de año. Inicialmente, los expertos que examinaron la pintura sospechaban que podía proceder del palo de una fregona del mismo color hallado en el escenario. Creían que podían tener la prueba de que el palo era el arma homicida, pero ambas muestras no coinciden y la pista lleva a un callejón sin salida. El resto de pintura azul proviene de otro sitio, pero aún no se sabe de dónde. Quizás algo que mordió la víctima impregnó la pieza dental, ¿pero qué tipo de sustancia? Nadie lo sabe.

Tras casi ocho meses de investigaciones, aún se desconoce la identidad del hombre que apareció muerto en un pozo exterior de una nave abandonada de O Cerdido, en O Porriño, el 21 de febrero. Todo apunta a que fue asesinado en el verano del 2020, probablemente en agosto. La causa de la muerte es oficialmente un homicidio, porque la víctima recibió varios golpes en el cráneo con un objeto contundente. Le dieron tan fuerte que se lo hundieron. Murió por los traumatismos craneoencefálicos.

Un grupo de forenses y antropólogos averiguaron, mediante el análisis de los huesos, que la víctima, un varón, tenía entre 30 y 35 años (algún experto cree que menos), que medía entre 1,74 y 1,77 metros de alto (talla media en España y Portugal) y que su apariencia era corpulenta. Los forenses sacaron la ficha dentaria y extrajeron muestras de su ADN de las muelas. Tras hacer cotejos de su perfil genético, los policías científicos no encontraron ni rastro de coincidencias en las bases de datos de la policía española ni de la portuguesa. Ningún familiar reclamó el cuerpo ni hay desaparecidos por la zona con esas características. Al sospechar que podría ser un residente en Portugal, las autoridades del país vecino hicieron pesquisas, pero no saltó ningún perfil que corresponda con el de un desaparecido o reclamado judicialmente en su territorio.

El cadáver, en avanzado estado de descomposición, fue descubierto en un agujero sellado, en el fondo de un pozo. Llevaba allí abajo seis meses o más. Queda descartada la caída accidental o un ahogamiento, ya que su hundimiento craneal estaba muy focalizado y las lesiones no coinciden con los de una caída. Los golpes los recibió antes de ser arrojado muerto al foso. El palo de la fregona hallado en la escena era la posible arma homicida, pero el análisis de la pintura la ha descartado. El arma es descrita como un «objeto inespecífico y duro», pero no se encontró nada similar.

La investigación corrió a cargo de la Guardia Civil y los agentes siguieron todo tipo de pistas, incluso la de un puñado de monedas portuguesas y españolas halladas cerca del cuerpo, lo que podría delatar su lugar de residencia. Respecto a la fecha de la muerte, se remonta al inicio de la nueva normalidad, después de tres meses de confinamiento de la población por el covid. El 1 de julio del 2020, Portugal y España reabrieron sus fronteras y el crimen fue un mes después, hecho compatible con un asunto transfronterizo. Quizás la víctima fue asesinada en Portugal y la hicieron desaparecer en España, en un pozo que alguien conocía.