Juicio de Desirée: La habitación donde se produjo el crimen «mostraba evidentes signos de violencia y había mucha sangre»

André Siso Zapata
André S. Zapata LUGO / LA VOZ

GALICIA

André Siso

El curandero al que Sandamil llevó a su hija dice que la madre solo tenía ansiedad y falta de sueño. Los médicos que atendieron a la madre dicen que tenía «plena consciencia» tras la muerte de Desirée, que ya estaba fría cuando llegaron los sanitarios

09 feb 2022 . Actualizado a las 16:56 h.

El tercer día del juicio por el crimen de Desirée Leal empezó como los dos anteriores: con gritos, insultos y mucha tensión. Los familiares y allegados de José Manuel Leal recibieron a la madre de la pequeña, acusada de haberla asfixiado el 3 de mayo del año 2019, que se sentó de nuevo junto a su abogado, frente al jurado popular que decidirá si se la condena por asesinato o si es inocente.

La primera persona en intervenir fue el curandero al que Ana Sandamil, madre de Desirée, llevó a su hija en algún momento del año 2018. En su declaración, explicó que se dedica a realizar «terapias relacionadas con la energía o las vibraciones». Afirma que la madre de Desirée acudió a su consulta «al menos una vez» y «acompañada de la niña». Explicó que Sandamil fue a tratarse de «una falta de sueño y estrés, algo normal en el mundo en el que vivimos».

Explicó que le recomendó hacer deporte y acudir al balneario de Lugo, pero que la madre «debió considerar que no le serviría, porque no me hizo caso». Lo que sí confirmó fue que Sandamil le dijo que «dormía peor cuando la niña estaba con su padre», pero negó que le hablase de ningún tipo de maltrato o mala relación con José Manuel Leal.

El padre de la pequeña afirmó este miércoles, antes del inicio de la tercera jornada del juicio, que «familiares y amistades» de la madre y única investigada por el crimen, Ana Sandamil, comparecieron en la vista oral para «intentar demostrar que es una víctima». Después de las dos primeras jornadas de juicio, lamentó que esas personas «viniesen a contar cuatro mentiras, para intentar demostrar» que Ana Sandamil «es una víctima», cuando en realidad es «una presunta asesina». «Me gustaría decir lo de asesina solo, pero todavía no ha sido condenada. Aún no hay un veredicto», dijo Leal, quien no tiene dudas de que la madre asesinó a la hija para hacerle daño a él. 

Llegada de Ana Sandamil a la Audiencia Provincial de Lugo el tercer día del juicio.
Llegada de Ana Sandamil a la Audiencia Provincial de Lugo el tercer día del juicio. Óscar Cela

Otra testigo compareció a continuación. Era la directora del colegio en el que cursaba Desirée la Educación Primaria en el momento de su muerte. Afirmó que Ana Sandamil «acudía a las reuniones con total normalidad, como cualquier madre». Jamás notó comportamientos raros en la acusada en los meses anteriores a la muerte de la niña, y que la tutora de la pequeña le explicó que Desirée «no había sufrido ningún cambio que hiciera pensar que le pasaba algo en casa»

La directora sí confirmó que la pequeña no fue a una excursión unos días antes de su muerte. El motivo, según le dijo la acusada, fue que a Desirée «le dolía la barriga», aunque varios testigos afirman que la vieron en el coche con su abuela junto al autobús, tras lo que regresó a su casa sin siquiera bajarse del vehículo.

Especialmente curiosos fueron los testimonios de dos vecinas de la zona de Muimenta, que conocían a Ana Sandamil por ser miembro de una familia notoria en la zona de Cospeito. Una de ellas afirmó que la otra le llegó a decir, durante una noche de fiesta, que «la madre de Desirée ya había dicho que si su exmarido intentaba quitarle a la niña, la iba a hacer desaparecer»

Esta mujer, al día siguiente de escuchar estas palabras, pensó que era buena idea colgar ese rumor en sus redes sociales, creando una tremenda alarma entre sus conocidos, motivo por el cual fue citada en el juicio. En su declaración, afirmó que, «de haber sabido lo que iba a pasar, no hubiera puesto nada». La mujer que supuestamente le había dicho aquello, testificó en el juicio justo antes de ella, y afirmó que «jamás le había comentado nada de eso», y que «todo lo que se comentaba en aquellas fechas no eran más que rumores». 

Entonces, llegó uno de los momentos más tensos del juicio. Con la entrada de los primeros agentes de la Guardia Civil que participaron en el operativo, se mostraron en las pantallas de la sala varias imágenes del cuerpo sin vida de Desirée, que tenía «evidentes heridas en los labios y sangre en las manos, algo que no se correspondía con una muerte por consumo de pastillas», afirmó el sargento de la Policía Judicial que acudió a la casa. En ese momento, los familiares de Desirée, incluido su padre, rompieron a llorar desconsoladamente. Él incluso tuvo que ser acompañado fuera de la sala.

El primer agente ya había mencionado una circunstancia que terminaría siendo una tónica dominante a lo largo del resto del juicio: «Nos pareció extraño ver tanta sangre y signos de lucha. No parecía el escenario de un accidente. Además, la actitud de la abuela de la niña, que no quería ir a la misma sala en la que estaban su hija y su marido; y la de la acusada, que estaba como adormilada, nos pareció que no pegaban con un evento así de traumático». 

El sargento de la unidad orgánica de la Policía Judicial fue más directo. «Nada más llegar, lo que vi fue una escena en la que había habido violencia. Me sorprendió ver tanta sangre esparcida, tanto en el cadáver como en la cama y el suelo, y nada se parecía a un lugar en el que una niña se había tragado unas pastillas», afirmó. Incluso llegó a afirmar que una de las forenses les dijo que su primera impresión era la de que «algo había pasado». Insistió en que «el motivo de las llamadas fue la ingesta de pastillas, aunque los indicios pronto apuntaron a otra cosa».

El sargento se entrevistó con la madre de Desirée, que estaba «muy tranquila, sentada en el sofá y tapada con una manta». Hablando con ella, notó «una actitud defensiva, como rechazando hablar con nosotros». En un momento, Sandamil incluso llegó a mirar hacia su padre cuando le hicieron una pregunta sobre la muerte de la niña, y él afirmó que no dirían nada más sin la presencia de un abogado. «La madre de la víctima me dijo que se encontraba mal y que no nos iba a responder más. Me extrañó, porque no es la actitud que una persona tendría cuando acaba de morir accidentalmente su hija en sus brazos. Me chocó esa negativa manifiesta a colaborar», comentó. Tras aquello, Sandamil fue trasladada al HULA y no la volvió a ver.

Sin embargo, sí volvió a la casa al día siguiente. Hablando el día de los hechos con la abuela, esta le había mencionado que Ana Sandamil había ido a avisarla de que «Desi morreu» vestida con un pijama que no había sido encontrado por los investigadores. El sargento fue a la habitación, donde encontró la prenda «debajo de la cama, casi al fondo», motivo por el que sugirió que «alguien podría haber intentado ocultarlo allí». El pijama tenía manchas de sangre. El sargento explicó más detalles de la escena del crimen, como que encontraron manchas de un líquido que se correspondía con agua con trazodona.

Sin embargo, la declaración clave de todo su testimonio fue una respuesta a Manuel Ferreiro, abogado de la acusación particular: 

— ¿Para usted, quién fue la persona autora de la muerte de Desirée?

— Sin duda: Ana Sandamil Novo.

A la defensa de Sandamil le explicó que, para ellos, «la escena del crimen estaba contaminada por Sandamil, su madre y la actuación de los sanitarios», algo que «podría haber afectado a la dispersión de las manchas». Según él, la madre estaba «en un estado de shock, algo ida y afectada por lo que pasó, pero plenamente consciente y decía cosas congruentes».

Completó su testimonio explicando que familiares de la acusada le hablaron de un «cambio de actitud» de la madre durante los últimos meses, como falta de sueño, una depresión o que empezó a fumar. 

 «La madre me dijo que la niña se levantó a la cocina y que se la encontró tirada en el pasillo»

Un tercer agente de la Guardia Civil, que entonces trabajaba en el puesto de Castro de Rei y fue uno de los primeros en llegar a la casa, explicó que Ana Sandamil «me dijo que la niña se había levantado a la cocina, y que luego se la había encontrado ella tirada en el pasillo, así que la llevó a la cama rápidamente». El agente afirmó, además, que vio a la madre «muy calmada, calmada de más. Hablaba pausada, tranquila, y estaba sentada en el sofá. Me contestó perfectamente a todas las preguntas, de forma coherente».

Le llamó la atención la diferencia entre su actitud y la de la abuela de Desirée, que estaba «muy angustiada, casi con un ataque de ansiedad, llorando desconsolada». La madre de Sandamil «parecía no querer estar en la misma habituación que su hija. Ni siquiera se cruzaron o se dirigieron la palabra, algo muy raro cuando se te acaba de morir la hija y la nieta, respectivamente», terminó.

Un cuarto agente, que también testificó en el juicio, explicó que la abuela de Desirée le dijo que la acusada «se había tomado unas pastillas disueltas en agua, en una botella, y que no sabía si la niña había bebido también y se había muerto por eso». Confirma que vio restos de sangre en la niña, en la almohada y en su ropa. El agente añadió que Ana Sandamil estaba «somnolienta, como ida» cuando habló con ella, aunque casi no interactuó con la acusada, ya que «rápidamente avisé a mis superiores y a la policía judicial, porque lo que vi allí no era una cosa normal», explicó.

Este mando contó ante el jurado popular que la abuela de la niña estaba «muy nerviosa, muy acelerada» y que le relató que había intentado despertar a la menor, que la había zarandeado, pero que ya «estaba fría». De nuevo, explicó que ambas estaban separadas, la abuela en su habitación y Ana Sandamil en el salón, «tumbada en el sofá», y con la puerta cerrada.

«Ya en el hospital nos dijo que creía que su hija se había levantado al baño durante la noche»

El relato de los dos últimos agentes de la Guardia Civil que comparecieron este miércoles fue muy esclarecedor. Ambos fueron los encargados de acudir al HULA horas después del suceso, con el objetivo de «comprobar el estado de salud de la madre y ver si nos podía contar qué había pasado», según testificó uno de ellos. En el juicio, una de las encargadas de esta misión afirmó que se entrevistaron con la madre «porque consideramos que estaba en condiciones de prestar declaración, y los médicos que la atendieron nos dieron el visto bueno». La propia Ana Sandamil, de hecho, «contestó a todas nuestras preguntas de forma clara», según el guardia, y la vieron «totalmente consciente y coherente en su relato».

Tras una breve charla, los agentes le solicitaron permiso para tomarle declaración, algo que ella «aceptó sin problemas». Para apuntar su testimonio, utilizaron un ordenador propiedad del hospital lucense. «Estuvimos hablando durante, más o menos, 50 minutos», explicó en el juicio una de las agentes, «y ella nos contó que se levantó a las 7.00 horas a desayunar, y que sobre las 8.00 horas volvió a la habitación y ya vio a la niña tirada en el suelo, entre la cama y la ventana. Entonces, dijo que la subió a la cama, y que intentó reanimarla, pero como no reaccionaba, fue a avisar a su madre». 

Hasta esa parte, nada extraño. Sin embargo, al terminar la entrevista, Ana Sandamil se negó a firmar su declaración. «Nos comentó que le habían dicho que no firmase nada, y nos pidió que nos identificásemos y que le enseñásemos nuestras placas. Decía que no se fiaba, porque los papeles en los que tenía que firmar venían sin membrete o distintivo policial. Nos pareció muy raro que se pusiese tan a la defensiva de repente», testificó uno de los agentes. 

La versión que les contó la madre aquel día, además, podría entrar en contradicciones con respecto a lo que dijo ante el jurado popular el pasado lunes. El detalle de que «dijo que su hija se había levantado al baño», según el testimonio de los agentes, no concuerda con la declaración de Sandamil, que dijo «no recordar nada» de lo que pasó aquella noche.

Con estas intervenciones se puso fin a la tercera jornada del juicio, que continuará este jueves a partir de las 10.00 horas. Entonces, declararán doce peritos y tres agentes más de la Guardia Civil.