Ricardo Fandiño, psicólogo: «Al adolescente hay que escucharlo»

GALICIA

Miguel Villar

Experto en niños y jóvenes, cree que los mayores nos estamos asentando en actitudes adolescentes, cada vez en mayor medida

01 nov 2022 . Actualizado a las 11:20 h.

Tiene ese empaque de los buenos profesionales, que parecen sentar cátedra con cualquier parte de su discurso. Ricardo Fandiño (Vigo, 1970), dice que eso se adquiere de tanto escuchar. Experto en niños y jóvenes, nos señala a los mayores para que nos miremos y comprobemos cuánto de adolescentes tenemos aún.

—Usted trabaja en Ourense donde han pasado por una tragedia en el instituto con la muerte de un alumno. Esas cosas dejan huella.

—Ourense es una ciudad pequeña y siempre conoces a alguien que conoce. Claro que deja huella, en toda la comunidad educativa. A mí me preocupa la vivencia de los chavales, que tienen que tomar contacto con la muerte de una forma tan abrupta. Esto van a tener que trabajarlo.

—Usted ha escrito hace poco un libro con una compañera sobre adolescentes. ¿Por qué nos irritan tanto?

—Le diré dos razones. La primera tiene que ver con lo que ha sido siempre los adolescentes: cuestionan lo que somos, tienden a cambiar las cosas, plantean mundos nuevos y a través de la transgresión, de la crítica siempre genera una cierta tensión generacional. Pero actualmente nos irritan también porque vemos en ellos cosas nuestras, nos reflejamos excesivamente en ellos, y vemos partes que no nos gustan de nosotros mismos.

—¿Y eso no pasaba antes?

—No. Antes adultos y adolescentes eran más diferentes.

—La consola, Instagram...

—...Nuestro interés por el ocio, nuestros referentes culturales. La cultura adolescente es una cultura muy central. Incluso los cuerpos. Hasta el punto de que un hombre de mi edad puede poner mucho esfuerzo para tener el cuerpo de un adolescente. Y al final vemos en ellos cosas de nosotros mismos que no nos gustan.

—Pues ofrezca un consejo para esos padres irritados.

—El consejo básico para estar con adolescentes es la conversación. Y en la que debemos tener muchísima escucha y no tanta superioridad moral. Muchas veces nos quejamos de que no hablan. La pregunta es si cuando hablan los dejamos hablar. Al adolescente hay que escucharlo.

—También hay un discurso que se oye mucho según el cual los jóvenes de hoy lo tienen todo y se esfuerzan poco.

—En España hay un 33 % de menores en riesgo de pobreza, así que ese discurso es un discurso de clase. Vivimos en una sociedad de consumo en la que se consume mucho más que antes, con lo que tienen más bienes de consumo, igual que todos. Pero a los adolescentes de hoy les falta algo que es muy básico: la perspectiva de un futuro positivo.

—Otra cosa que se escucha es eso de que la pandemia les ha robado los mejores años de su vida...

—Lo que la pandemia nos quitó fue limitar nuestra actividad social. Para los adolescentes, su actividad central es la de socializar entre iguales así que el impacto sobre ellos fue muy fuerte. Pero también digo que se pone mucho énfasis en la pandemia cuando se habla del malestar de los adolescentes de hoy y yo no tengo la sensación de que la pandemia sea la causa. Había mucha problemática en la adolescencia que ya venía de atrás. La pandemia lo ha acelerado

Pilar Canicoba

—Toda esa preponderancia de las redes sociales y su impacto nos lleva hacia una sociedad distinta. ¿Será peor?

—Yo no me atrevo a decir peor. Confío en ellos. A nosotros, la digitalización de las relaciones nos ha atropellado. Hacen falta códigos éticos para esas nuevas relaciones y esos códigos ya no los vamos a hacer nosotros. Así que tenemos que ayudarlos en ese proceso. No sé si ese proceso lo van a hacer los que hoy son adolescentes o los que lo serán dentro de diez años. Con respecto a si los mayores somos un poco adolescentes, fíjese como invadimos sus espacios en Internet: durante la pandemia se abrieron muchísimas cuentas de TikTok por parte de adultos, pese que es una red con un contenido y un formato puramente adolescente. Lo que va a pasar es que los adolescentes se van a ir de TikTok.

—Su último libro se titula «Ser adolescente: ¿tránsito o destino?» Y pensaba : ¿quién querría quedarse en la adolescencia?

—Bueno, un poco todos. Existe un miedo a la adultez y de ella hablamos fatal: responsabilidades, cargas, todo es muy pesado... se la presentamos a los adolescentes en términos muy negativos.

—¿Tiene hijos?

—Tengo dos hijos de 10 años. Pero mire, la adolescencia coloniza a los adultos, pero también a los niños, que cada vez son adolescentes de una forma más precoz.

—¿Celta o Dépor?

—Celta. Era más futbolero de crío. Con los años he encontrado cosas en el fútbol que me resultan obscenas. Perdí el interés, pero ahora viene mi hijo con fuerza y me lo está devolviendo.

—¿Qué le gusta hacer con el tiempo que es solo suyo?

—Me gusta mucho viajar por carretera. Desde siempre. Me produce mucha satisfacción. Tanto con la familia como con compañeros de trabajo. Y también me gusta mucho la música.

—¿Toca algún instrumento?

—La guitarra, pero de una manera muy básica, muy precaria.

—Diga algo que le resulte repugnante.

—Las actitudes de exclusión: el racismo, el machismo...

—Autodefínase en pocas palabras.

—Trabajador... (¡Qué pregunta más difícil!)... soy una persona amistosa y creo que perseverante. Y estudioso.

—¿Cuál es su mejor momento del día?

—Los días que como en casa, que son la mayoría, el mejor momento es cuando mis hijos me hablan de cómo les ha ido en el colegio. Me encanta escuchar sus gracias y desgracias.

—Un lugar en el que sea feliz.

—En el trabajo. En la consulta, por ejemplo.

—Una canción.

Johnsburg, Illinois, de Tom Waits.

—¿Lo más importante en la vida?

—Los vínculos que establecemos, las personas que tenemos en nuestro entorno y con las que establecemos redes.