Pablo Muñoz: «Al asesino de la peregrina se le detiene por el dinero que le robó»

GALICIA

El periodista, autor de «El crimen de la peregrina», señala que tras meses sin pistas fiables, Miguel Ángel Muñoz fue descubierto porque cambió 1.132 dólares que llevaba Denise Pikka Thiem
11 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.La misteriosa desaparición en abril del 2015 de una peregrina norteamericana en el Camino de Santiago mantuvo en vilo cinco meses a Galicia y a León. Denise Pikka Thiem, de 41 años, salió de Astorga y jamás llegó a Compostela. Sin rastros ni pistas, la investigación fue complejísima, pero finalmente pudo esclarecerse y detenerse al asesino de la mujer, Miguel Ángel Muñoz, condenado a 23 años de cárcel. Pablo Muñoz (Madrid, 1965), periodista del diario Abc especializado en interior y tribunales, acaba de publicar El crimen de la peregrina (Sinficción), un libro en el que pone luz sobre los puntos menos conocidos del caso.
—¿Quién era Denise Pikka Thiem?
—Era una mujer norteamericana de origen asiático. Sus padres eran los que habían emigrado a EE.UU. Había terminado una relación sentimental y necesitaba reinventarse y quería hacer un viaje largo pasando por Asia para conocer sus orígenes. Vio una película, The way, la de Martin Sheen, le impresionó y decide que quiere que la última parte de su viaje sea el Camino de Santiago. Lo empezó en Pamplona, pero no pudo llegar. Durante la ruta transmitía a su hermano Cedric, con el que le unía una relación muy especial, que estaba feliz y contenta hasta que en la mañana del 5 de abril del 2015 desaparece.
—Se desvió para ver Castrillo de los Polvazares, ¿por qué?
—En el Camino conoció a Javier Pombo, un piloto de Iberia que iba rodeado de chavales, con sus hijas y sobrinos. Entablan relación y durante tres o cuatro días hacen todo juntos. Él le aconseja visitar este pueblo, que es francamente bonito.
—Y es ahí donde se topa con su asesino. ¿Quién es Miguel Ángel Muñoz?
—Había llegado a Castrillo de los Polvazares y era un tipo extraño. Había vivido como okupa, era anarquista y estuvo en un pueblo de Navarra del que le echaron por montar gresca. Quien mejor le define es su expareja, que es la que mejor le conoce y dice de él que es una persona que cuando se le llevaba la contraria tenía estallidos de violencia. Cuenta que había viajado a Iberoamérica donde contactó con grupos guerrilleros y que tenía una ideología anarquista con la que estaba muy obsesionado. Es un tipo esquinado.
—¿Su intención era agredirla sexualmente o robarla?
—Ese es el gran debate. Los investigadores creen que hay un intento de agresión sexual, pero es verdad que el móvil objetivo y por lo que se le detiene es porque cambió los 1.132 dólares que le robó.
—Es una de las revelaciones del libro, que fue gracias a este robo por lo que se esclareció el caso.
—Efectivamente. La pista del dinero es curiosa, porque es de las primeras que se sigue después de la desaparición, pero se hizo una consulta informal con la UDEF [Unidad de Delitos Económicos y Fiscales] en la que dice que se pensaba que no habría quedado constancia si había cambiado los dólares porque era una cantidad muy pequeña, por eso se aparca esa línea de investigación. Estamos hablando de mayo.
—¿Por qué Muñoz es sospechoso desde el principio?
—La comisaría de Astorga hizo un trabajo espectacular. Hay una inspectora, Patricia, que era jefa del grupo operativo local, que sale en el libro y que fue determinante porque conocía al asesino. Ya le había detenido por una denuncia anterior de intento de asalto, que no se pudo demostrar, de una turista alemana y también se dan cuenta de que hay otra peregrina, en este caso china, que ha sufrido lo mismo. Ambas con el mismo asaltante y en circunstancias muy parecidas. Por eso, en esos primeros días ya van a hablar con él y le hacen preguntas. ¿Qué es lo que ocurre?, que no hay nada más contra él. Pero cuando fue lo de la turista alemana y Patricia le tiene que poner en libertad y le está entregando las cosas en comisaría ella le dice: «si sigues así nos vamos a ver más veces».
—¿Y por qué se retoma la prueba del dinero, que fue determinante?
—La Secretaría de Estado norteamericana presionaba y hay una reunión en la Dirección General de la Policía en Madrid en la que se acuerda que la inspectora Patricia lleve el peso de la investigación. Ella comienza a recorrerse las entidades bancarias en las que tenía cuentas Muñoz y una empleada confirma que él estuvo allí y cambió dólares. Y explicó que tenía una actitud extraña y mucha prisa por cambiar el dinero, hasta el punto de que ella hizo fotocopias de los dólares por si eran robados porque le pareció raro. Ya tenían el hilo del que tirar y se decide su detención.
—Y confesó, aunque después se retractara.
—Accede a llevarles a donde está el cuerpo, pero cree que puede controlar la situación. Piensa que no hay ninguna prueba que le incrimine.
—Le cortó las manos para evitar la identificación por huellas.
—Sí, y nunca se han encontrado esas manos. En su primera declaración judicial dijo que sabía dónde estaba el cuerpo porque él corría por esa zona y el olor le hizo sospechar que podía ser la mujer desaparecida. Luego se le somete a un examen forense y es ahí cuando él mismo se da cuenta de que su versión no es creíble, hasta que llega un momento en el que dice «yo la maté». Y es ahí cuando empieza a jactarse de que sin él nunca la habrían encontrado.
—¿Por qué la desenterró para enterrarla en otro lugar?
—Primero la enterró cerca de su casa y la cambia cuando piensa que le siguen la pista. Lo hizo de madrugada, vestido de negro y cuenta que lo pasó muy mal porque el cuerpo estaba en descomposición. Él lo cuenta así: «Me costó muchísimo. Iba excavando e iba oliendo ese olor, cuando lo vi tenía un grado de descomposición muy alto».
—El libro es un magnífico trabajo de investigación.
—He hablado con todos los protagonistas salvo con Miguel Ángel Muñoz. No quise y creí que no era necesario. Hice más de veinte entrevistas de fuentes directas y, por supuesto, viajé a la casa de Castrillo de los Polvazares y a Astorga y estuve tanto en la comisaría como en el calabozo en el que estuvo el asesino. También he tenido acceso no solo al sumario, sino al diario de la investigación, donde iban apuntando todo lo que se hacía.