El ciclón Fraga llega al Parlamento gallego: «Son un home de principios, non de ideoloxías»

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

María Pedreda

Hitos el parlamentarismo gallego. Después de renunciar a sus aspiraciones en la política estatal, el político conservador moldeó el patrón del galleguismo frente al nacionalismo: «Nós non presentamos unha utópica autodeterminación, senon unha irreversible autoidentificación»

13 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Los carteles de las primeras elecciones autonómicas mostraban más la imagen de Manuel Fraga, entonces líder estatal de AP, que la del entonces desconocido Gerardo Fernández Albor, con un lema que no aún ha sido superado: «Galego coma ti». Pero tuvieron que pasar casi diez años para que Fraga se decidiera a poner en práctica su ideario político en su tierra, mientras dejaba el recién refundado PP en manos de José María Aznar, después de la extraña etapa liderada por Antonio Hernández Mancha. «Ni tutelas ni tu tías», dijo Fraga entonces, para dejar claro que dejaría que Aznar volara solo y que al él le dejarían manos libres para iniciar su ensayo de política conservadora de raíz humanista cristiana en su particular Baviera.

 En la tercera legislatura hubo un cambio generacional en los diputados que entraron en la recién estrenada sede de O Hórreo, de forma que Fraga, con 68 años, fue elegido presidente de la Mesa de edad que dio inicio al nuevo ciclo político, que iba a estar caracterizado por las mayorías absolutas encadenadas por el PP hasta la pérdida del poder en el 2005. En esos quince años de hegemonía popular tuvo mucho que ver la posterior reforma de la ley electoral gallega, que no obtuvo el mismo consenso que la anterior y que elevó al 5 % el listón para poder optar a un escaño en cada una de las cuatro circunscripciones gallegas.

Aunque el Parlamento ganó en altura con los debates de tres grandes de la política gallega —Fraga, Fernando González Laxe y Xosé Manuel Beiras—, las imágenes de la sesión de investidura muestran a un candidato y posterior presidente taciturno, aparentemente cansado, o incluso aburrido, pese a que su posterior trayectoria parlamentaria y de gestión se pareciera más a un ciclón político. Pese a ello, en sus sucesivas intervenciones aquellos días no defraudó y marcó de alguna manera las bases ideológicas que aún impregnan el PPdeG actual, liderado por Alfonso Rueda, que en su primera entrevista como presidente, en La Voz, dijo: «Non son unha persoa ideoloxizada en absoluto. Teño os meus principios e valores, pero non son radicais». En esos discursos fundacionales, Fraga proclamó: «Son un home de principios, non de ideoloxías», situando el galleguismo por encima de cualquier otra tendencia y planteando la acción política como un «verdadeiro populismo» (empleó esta expresión cuando quizás no estaba tan deteriorada como ahora). «Un modelo baseado na liberdade, na concertación, na igualdade de oportunidades, no mérito, na iniciativa, na competencia, na solidariedade», especificó. Y luego hizo esta proclama: «E que non se diga que sobre estas bases se vai construír un mundo máis duro e desigual!».

Frente a ese galleguismo integrador, Fraga contraponía el nacionalismo rupturista: «Nós non presentamos, pois, unha utópica autodeterminación, senón unha irreversible e definitiva autoidentificación», dijo, después de calificar a Galicia como «país ben definido» para el que reclamaba una kennediana «nova fronteira». «Dixen, e é verdade, que, dalgún xeito, toda a miña vida foi unha longa preparación deste momento», confesaba al final de su discurso, unos días antes de que su llegada al poder se escenificara con el atronador acompañamiento de unos dos mil gaiteiros.