El autor del crimen de Vigo al detenerlo: «Llevo durmiendo cuatro días, no recuerdo nada»

Javier Romero Doniz
Javier Romero VIGO / LA VOZ

GALICIA

María del Carmen D., la mujer de Vigo asesinada por su hermano
María del Carmen D., la mujer de Vigo asesinada por su hermano

Los agentes lo arrestaron en su habitación escondido bajo unas mantas y rodeado de vestigios del homicidio

05 abr 2024 . Actualizado a las 12:18 h.

Juan D.E., de 64 años, se encerró el miércoles en su habitación tras el homicidio de su hermana, Maricarmen, de 71. Eran las 13.41 horas cuando la primera patrulla de la Policía Nacional se personó en el escenario del crimen en Lavadores, Vigo; una vivienda con huerta en el exterior, de planta baja y guardilla. Los profesionales sanitarios llegaron 15 minutos antes e informaron de la herida mortal que presentaba la fallecida en el lado izquierdo del cuello.

Los agentes se toparon con el cadáver en el acceso al pasillo que conduce al baño y a las habitaciones, encajado entre un escalón y un mueble del pasillo y la nevera. Portaba un bolso cruzado al costado que permanecía tirado junto a la propietaria. También abundantes restos de sangre. A dos metros, pasillo adentro, se escuchaban ruidos en una estancia. Es la habitación de Juan, residente habitual y único de la vivienda y diagnosticado de esquizofrenia. Maricarmen, la víctima se preocupaba por él, le llevaba comida y gestionaba su dinero.

Los agentes desconocían cómo los recibiría. Se optó por movilizar a una unidad especializada, dotada de escudo de protección. Ya en la puerta, los agentes llamaron y levantaron la voz: «Policía, policía, Juan, Juan», dijeron. Los ruidos persistían dentro y accedieron. La primera estampa incluía nuevos restos del crimen: un cuchillo de grandes dimensiones con manchas de sangre en la mesilla de noche y abundantes pañuelos de papel. En una butaca, varias prendas de vestir, un plumífero y una riñonera con la documentación. En el suelo, junto a la butaca, botas, zapatillas de andar por casa, ropa interior, restos de un líquido blanco y más sangre.

Ya en la cama, bajo las mantas, un bulto con forma humana encorvada, detalla el atestado. Los siguientes movimientos fueron fugaces. Se buscó imposibilitar la respuesta al entonces sospechoso de matar a su hermana. Se retiraron las mantas y Juan fue inmovilizado con un escudo sobre su cuerpo mientras lo esposaban. Los agentes comprobaron que estaba desnudo, con salpicaduras secas en su piel, ambos pies, muslo izquierdo, pecho y una herida en el brazo izquierdo. Los agentes, antes las obviedades, le preguntaron por el cadáver. Él respondió: «Llevo durmiendo cuatro días, no lo sé, no recuerdo nada». La acumulación de indicios implicó su detención como presunto autor del homicidio.

El primero en llegar

Un cuñado de la fallecida, que cuida la vivienda, fue el primero en toparse con el cadáver. Alertó al 112, que a su vez movilizó a los efectivos sanitarios y a la Policía Nacional. Explicó que Maricarmen «acudió al domicilio para dejar dinero a su hermano a la espera de que los Servicios Sociales de la Xunta se hicieran cargo de la custodia del presunto autor del crimen». Más testimonios de otros allegados confirmaron la deriva del hombre en los últimos días, cada vez más afectado por su esquizofrenia.

El detenido pasará previsiblemente mañana a disposición del Juzgado de Instrucción número 2 de Vigo. Desde el 2015, está bajo curatela [una medida de apoyo que se aplica a personas que no tienen plena capacidad y requieren de asistencia] de la Fundación Galega para o Apoio ao Exercicio da Capacidade Xurídica (Funga), dependiente de la Xunta, debido a sus problemas de salud mental y otras circunstancias, y recibía atención de proximidad y médica, según la Consellería de Política Social.

El departamento autonómico confirmó que la familia contactó hace unos días con la Administración para trasladar su preocupación por percibir en él «una actitud diferente». Los allegados manifestaron tras el crimen su malestar, al considerar que la Xunta no estaba ejerciendo una tutela eficaz. La Xunta alega que «ante este aviso, se puso en conocimiento de la entidad que le presta atención de proximidad. Paralelamente, la Funga empezó a recabar información psiquiátrica con la entidad que le prestaba atención médica. Dicha información es imprescindible para, de ser el caso, solicitar al juzgado la valoración de su internamiento involuntario en centro hospitalario. La información fue recibida este miércoles», añaden en Política Social.

 La familia pide reflexión: el bienestar social es mera apariencia

La familia de María del Carmen D., la mujer de 71 años a la que su hermano, que padece esquizofrenia, mató cuando ella fue a su casa a llevarle comida, destaca la valentía, coraje y tesón de «la matriarca del clan, la madre que todos quisiéramos tener». Su hijo Javier P. D. ha hecho público el sentir de una familia que atraviesa el peor momento de sus vidas.

«Sufrió lo indecible con su salud, con los disgustos que le ocasionamos y con los que otros nos ocasionaron. Por ello, sin duda, me quedo con su disposición, con su lucha diaria, con su positividad, con su complicidad, con su energía… Con sus ganas de vivir», dice.

Javier es consciente de que todas las personas que fallecen dejan un vacío, «pero lo de Mari de los Loros (como era conocida la mujer fallecida) es más que eso. Era la asistenta social del barrio y de la familia. La mejor madre del mundo».

«Atenta a los mínimos detalles. He llorado y he reído mucho con ella. Pasamos momentos muy duros y, más todavía, momentos muy felices. Nos quedaremos con su esencia y con el legado que nos trasladó. No se merecía ni ella, ni nadie, este final. Pero lucharé por ella», añade.

En su mensaje, Javier apela a la concienciación ciudadana y a la visibilización de problemas y enfermedades que involucran a familias enteras. 

«Creo que el trágico final que ha tenido mi madre tendría que darnos que pensar, para replantearnos muchas cuestiones relacionadas con la forma en que está avanzando esta sociedad, en la que se ofrecen falsamente múltiples servicios o coberturas sociales, que parecen completar un nivel de bienestar determinado, pero que realmente no son más que una mera apariencia, una suerte de burlería que emplean los políticos, apoltronados en sus cómodos puestos, para contentar a sus votantes», reflexiona.

Sostiene que «si los mecanismos prometidos por los políticos y por las administraciones hubieran sido desplegados, mi madre ahora no estaría muerta». «En estos momentos desconozco si esa falla se debe a la negligencia de alguna persona que no ha realizado correctamente su trabajo, por falta de empatía o por dejadez, o si responde más a una falta de recursos económicos, pero me encargaré de averiguarlo», advierte.

En su misiva, recuerda y comparte pensamientos de la víctima. «Ya lo decía mi madre, que estábamos perdiendo el norte cuando resulta que un perro parece tener las necesidades más cubiertas que una persona o cuando ese mismo perro provoca más sentimientos o más empatía en la generalidad de la gente que una persona que pueda estar tirada en la calle o desatendida en su casa durante largo tiempo. Y no se entiende. Esperemos que estos perros puedan luego pagarnos las pensiones».