Juan Carlos Escotet: «Mi mayor motivación como banquero es generar bienestar a la sociedad»

Mercedes Mora REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

MARCOS MÍGUEZ

«La formación y el deporte son estratégicos en nuestra Política de Responsabilidad Social», asegura el presidente de Abanca

25 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Juan Carlos Escotet (Madrid, 1959) nunca rehúye un reto. Es más, quienes tratan con él casi a diario aseguran que, si no los hay, los busca. Se diría que le resulta difícil vivir sin alguno en el horizonte. Y sin son dos o más, mejor que uno.

—Me han contado que su número favorito es el 13. Pues, permítame que le diga que el 24 tampoco parece que se le esté dando mal. Diez años de Abanca, y ahora la concesión del Premio Fernández Latorre. ¿Qué significa para usted que se le distinga con este galardón?

—Ha sido una sorpresa muy grata para mí recibir este reconocimiento en el año en el que Abanca cumple su décimo aniversario. Los Premios Fernández Latorre son un referente en Galicia, porque cada año, desde 1960, honran a personalidades que han destacado en ámbitos como el periodismo, la cultura, la ciencia, la economía o la política. Es un honor y un privilegio formar parte del elenco de premiados y, especialmente, ser el primer empresario del sector financiero al que se le concede. Asumo esta distinción con humildad y la máxima responsabilidad. Estos galardones contribuyen a fomentar el espíritu de superación y la excelencia en la tarea común de impulsar el desarrollo económico y social de Galicia. Además, el medio que los otorga, La Voz de Galicia, con su editor, Santiago Rey, al frente, es un ejemplo de información veraz, de promoción cultural y de fomento del debate, compromisos fundamentales para construir una sociedad más informada y participativa.

—El fallo del Jurado pone el acento en su contribución a la sociedad. Usted suele subrayar que esa labor social está impresa en el ADN de Abanca. Entiendo que la ambición del banco en este campo, articulada a través de Afundación, no está saciada... ¿Cuáles son sus planes?

—Mi mayor motivación como empresario y banquero es generar bienestar a la sociedad. Me anima la idea de que Galicia sea una referencia, en España y Europa, de bienestar y actitud de progreso, orientada a una economía sostenible, modélica por sus prácticas ambientales, líder en la implantación de estructuras productivas y de gestión basadas en la digitalización. En Abanca, como entidad socialmente responsable, desarrollamos, a través de la Obra Social y de Afundación, una amplia actividad vinculada a la educación, a la cultura, al medio ambiente, a la atención a mayores y al deporte. En este último ámbito, me gustaría destacar nuestra aportación al deporte base. Y pongo dos ejemplos: la apuesta por la cantera en el Deportivo y la colaboración con la Fundación Deporte Galego en el Plan de Patrocinio de los Equipos de Alta Competición de Galicia. A través de este plan, el banco proporciona apoyo a 215 clubes de 32 disciplinas deportivas, con más de 2.000 equipos y 20.000 deportistas. En el último decenio hemos aportado 120 millones de euros a estas actividades. Y seguiremos trabajando en estas líneas estratégicas porque esa es una de nuestras prioridades.

—También suele resaltar usted en sus intervenciones el lugar cardinal que ocupan las empresas y, de manera singular, el sector financiero en el crecimiento económico, la creación de riqueza y el bienestar social. Y la educación es el pilar fundamental sobre el que se asienta esa contribución. Hábleme de la Universidad Intercontinental de la Empresa. ¿Cuáles son los objetivos que se ha marcado para ella?

—Quiero recordar que la Universidad Intercontinental de la Empresa es una institución, sin ánimo de lucro, de servicio público y gestión privada que aspira a fortalecer el sistema universitario de Galicia, en plena colaboración con las universidades públicas. Nuestro objetivo es desarrollar un modelo basado en la excelencia y la generación de conocimiento, donde los beneficios se reinvierten en la institución, con un amplio sistema de becas. La sostenibilidad, la digitalización y la transición ecológica son los ejes vertebradores de nuestra oferta académica. Le pongo un ejemplo de la vocación de nuestra Universidad de colaborar con las empresas y la sociedad gallegas: la UIE incorporará el próximo año un nuevo grado de Psicología, en un momento en el que existe un claro déficit de licenciados en esta área sanitaria. La formación, junto con el deporte, define uno de los fundamentos estratégicos de toda nuestra Política de Responsabilidad Social.

—Padre leonés, madre asturiana y nacido en Madrid (aunque de milagro no lo hizo usted en un avión). ¿Por qué eligió Galicia para invertir?

—Yo soy hijo de emigrantes y he convivido con la emigración española en Caracas. Desde muy joven establecí vínculos emocionales con Galicia, porque muchos de mis amigos y conocidos procedían de aquí o tenían parientes en este territorio. Yo mismo tengo familiares nacidos en Galicia. Todos sabemos que los gallegos son muy laboriosos, ahorradores, leales y de una honestidad contrastada. Por eso, cuando comencé a ver oportunidades en España y surgió la posibilidad de adquirir el Banco Etcheverría, no lo dudé. Era la plataforma adecuada en el lugar preciso para iniciar nuestra expansión en España.

—¿Y por qué el Etcheverría?

—La compra se produce en pleno reordenamiento del sistema bancario, particularmente en Galicia. Siendo Etcheverría una marca tan potente, tan local, tan gallega, entendimos que era una oportunidad. La ventana de esa oportunidad iba a durar poco. O se hacía en ese momento o se perdía. Además, el Banco Etcheverría era una entidad emblemática, la más antigua de España y una de las más longevas de Europa. Estaba muy bien gestionada por la familia Etcheverría y por su consejero delegado, Paco Botas. Y tenía un capital humano muy profesional y comprometido. Con esos mimbres, lo que hicimos fue prepararla para correr un maratón. Y creo que lo logramos.

—¿Cómo ha cambiado Abanca en estos diez años? ¿Qué fue lo que se encontró al llegar y cómo es ahora el banco?

—Abanca nace en uno de los peores momentos de la economía española moderna, con la prima de riesgo disparada en los 700 puntos y con un escenario de tipos negativos que duraba seis años. Internamente, el banco estaba instalado en el desánimo. En estos diez años hemos convertido un banco intervenido en una entidad con uno de los perfiles más sólidos del sistema financiero español. Alcanzamos dimensión ibérica (somos el séptimo banco en España y también en Portugal) y potenciamos nuestra presencia internacional con actividad en once países. Ganamos cuota de mercado en todas las líneas de negocio. El mejor aval de toda esta transformación es que las cuatro agencias de rating nos sitúan ya en grado de inversión, cuando en el 2014 el grado era de bono basura. ¿Cómo lo hemos logrado? ¿Ha sido casualidad? En absoluto: lo hemos conseguido porque teníamos un buen plan y como equipo lo hemos ejecutado correctamente. Otras claves de la transformación son el cambio en la gestión, con un modelo de gobierno corporativo que implanta las mejores prácticas de las empresas cotizadas; el crecimiento inorgánico, con diez operaciones corporativas en diez años, y nuestra apuesta por la innovación y la digitalización, con una inversión de más de mil millones de euros en diez años.

«Galicia y Asturias me enseñaron a apreciar la belleza de lo simple»

El presidente de Abanca lleva años tejiendo sus vínculos con Galicia. Es una relación esa que se remonta hasta algunos de los tiempos más felices de la vida de Juan Carlos Escotet.

—Tengo entendido que de niño pasó usted algún que otro verano en Galicia. ¿Cuál es su primer recuerdo de esta tierra?

—Muchos veranos de mi infancia los disfruté entre Galicia y Asturias con mis padres y hermanos. Recuerdo el olor a salitre y algas marinas que impregnaba el aire cada vez que me acercaba a la costa. En Galicia pasaba horas explorando las playas infinitas, recolectando conchas y piedras suaves que el océano había pulido con paciencia. Pero lo que más me fascinaba era el poder de las mareas. Observar cómo el mar se retiraba dejando al descubierto un mundo oculto de rocas cubiertas de algas y pequeñas criaturas marinas era como descubrir un tesoro. Galicia y Asturias me enseñaron a apreciar la belleza de lo simple y a conectarme con la grandeza del océano. El olor del mar y el movimiento de las mareas se han convertido en parte de mi ser, recordándome siempre de dónde vengo y despertando en mí un amor eterno por el mar.

—Empezó usted trabajando como mensajero del Banco Unión, mientras estudiaba, y ahora es el dueño del primer banco privado de Venezuela y del mayor de Galicia. ¿Cómo se hace eso?

—No hay fórmulas mágicas. El secreto: estudiar mucho y trabajar aún más. De sol a sol. Y rodearse de los mejores equipos.

—¿Siempre quiso ser banquero o de niño tenía otra idea en mente?

—Con 17 años ya tenía absolutamente claro que quería ser banquero. La idea de Ortega y Gasset sobre la vocación como parte esencial de la vida de una persona es profundamente relevante en la sociedad actual. Según él, la vocación es más que una simple elección profesional; es la búsqueda de un propósito que nos impulsa y nos da sentido. Encontrar nuestra vocación nos permite vivir una vida auténtica y plena, en la que nuestras habilidades y pasiones se alinean. Es un llamado interno que nos guía hacia la realización personal y la contribución al mundo. Seguir mi vocación me brindó la oportunidad de convertirme en la mejor versión de mí mismo.

—¿Le queda a Juan Carlos Escotet algún sueño por cumplir? Seguro que, en lo deportivo, más de uno.

—Me quedan por cumplir muchos sueños. Lo que lamento es no tener 30 años menos para cumplir todos los que tengo. En lo deportivo, mi sueño es que el Dépor y todos los equipos gallegos de fútbol profesional alcancen (o se mantenga, en el caso del Celta) en la Primera División y, por qué no, que jueguen competiciones europeas.

—¿Y para el futuro de Venezuela, con qué sueña usted?

—Mi sueño para Venezuela es que logre lo antes posible un importante progreso social y económico. Desde Galicia, y espero que, con la ayuda del empresariado español, trabajaremos para que este sueño se haga realidad.

—¿Se sacudirá algún día la banca la mala fama que se ganó durante la última gran crisis financiera? Ha llovido mucho desde entonces (más aquí en Galicia), y se han hecho muchas cosas desde entonces, pero muchos siguen viendo a los bancos como al enemigo...

—Formamos parte de un oficio, el bancario, que es para sentirse plenamente orgullosos. Porque hacemos posible que personas, familias y empresas lleven a cabo sus proyectos personales y profesionales, desde adquirir una vivienda hasta emprender el negocio soñado. Esa satisfacción, a fin de cuentas, se expresa en cuestiones prácticas y recurrentes, como las tareas diarias que hacemos para prestar el mejor servicio del que somos capaces a cada cliente.

—¿Por dónde dibuja usted el futuro de Abanca? ¿Y por dónde cree que pasa el del sector?

—Estamos atravesando años muy complejos en lo político y económico. Existe un reto demográfico desigual, con un 55 % de la población que vivirá en territorios pobres y una Europa envejecida, en la que la inmigración ordenada será imprescindible. La lucha contra el cambio climático se seguirá intensificando para reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero. Al mismo tiempo, se está produciendo una reconfiguración de los equilibrios de poderes entre las principales potencias, y una auténtica revolución de la inteligencia artificial generativa, que llevará a que cerca de la mitad del trabajo actual podrá ser automatizado. En el sector financiero tenemos muchos retos. Los marcan la sociedad, los clientes y nosotros mismos por la necesidad de transformarnos. La regulación creciente tenderá a homogeneizarnos y sufriremos las tensiones locales de cada país con regulaciones no eficientes. Debemos acompañar una transformación acelerada a las necesidades de nuestros clientes.

«La financiación de Abanca explica el 14 % del empleo y el PIB gallegos»

En la elección del Jurado ha pesado también el apoyo que la entidad que preside Juan Carlos Escotet presta al tejido empresarial de Galicia.

—Abanca es un banco apegado al territorio, volcado en el apoyo a sectores claves de la economía gallega. Y ahora que está en juego la reindustrialización de esta comunidad, ¿cuál es el papel que está llamada a jugar?

—El gran éxito de Abanca fue mantener en Galicia el centro de decisión del principal financiador de empresas y familias. Esa proximidad nos permite conocer sus necesidades, darles una respuesta ágil y, sobre todo, inyectar más de 17.000 millones de crédito, que es clave para impulsar la actividad económica y el empleo. Los últimos estudios de la Universidade de Santiago estiman que esta financiación explica el 14 % del empleo y el 14 % del PIB gallegos. Nuestra vocación es seguir financiando la transformación de nuestro tejido productivo, e impulsar fórmulas de colaboración público-privada para el desarrollo de proyectos empresariales como Impulsa, Recursos de Galicia o nuestras bancas especializadas Mar, Agro o Energy.

—¿Qué es lo que más le inquieta del panorama económico?

—Me preocupa la inestabilidad geopolítica mundial por la incertidumbre que provoca en la actividad económica y la volatilidad de los mercados. También la capacidad de Europa para reposicionarse y salir de la atonía con un sector industrial que ha perdido competitividad, una Europa que prima la regulación frente a la innovación, lo que nos lleva a perder la batalla tecnológica y de la IA. Otro reto será incrementar la disciplina fiscal y reducir los elevados niveles de deuda de países centrales en un contexto político donde ganan peso los nacionalismos frente al «más Europa». Galicia está avanzando en convergencia y las últimas previsiones de Funcas apuntan a que finalizará el año entre las cinco comunidades con mayor crecimiento desde el 2019, apoyada en su sector exterior, el dinamismo de los servicios, el impulso de la actividad turística y unas saneadas cuentas públicas. El reto está en frenar la pérdida de protagonismo de la actividad industrial, si bien muestra una evolución mejor que en España. Tenemos que capturar las oportunidades que surgen en ámbitos como las energías renovables o la movilidad al tiempo que acompañar la descarbonización de nuestra industria tractora.