Santalices pide en la ofrenda al Apóstol «huir de maximalismos» y combinar la conservación natural con el desarrollo económico

Manuel Varela Fariña
Manuel Varela SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

El presidente del Parlamento, delegado regio, recuerda a las víctimas del palangrero Argos Georgia, a las de Angrois y el terrorismo, y urge «consenso y sentido común» ante la crisis migratoria

25 jul 2024 . Actualizado a las 15:51 h.

Pasadas las diez y cuarto de la mañana, el presidente del Parlamento y delegado regio en la ofrenda al Apóstol de este año, Miguel Santalices, enfiló el centro de la plaza do Obradoiro para pasar revista a las tropas y saludar a las autoridades civiles, entre las que se encontraba el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, los miembros de su Gobierno, el delegado del Ejecutivo central, Pedro Blanco, y la alcaldesa Goretti Sanmartín. Junto a la fachada de la catedral de Santiago, decenas de personas presenciaban un acto que, para la mayoría, peregrinos, les era desconocido. «Ah, ¿pero no está el rey?», preguntaba María Jesús, que junto a Jorge y Héctor hicieron el Camino Francés para llegar hoy a la misa del Peregrino. La expectación del público era menor a los tres años consecutivos en los que Felipe VI asumió la tradición iniciada por Felipe IV en 1643.

En esta ocasión, el monarca delegó en Santalices, «un galego da Baixa Limia que se siente plenamente español y europeo, y por cuyas venas fluye también sangre portuguesa», se describió al inicio de su discurso. Reconoció que «pocos honores» pueden compararse con el de «representar a Su Majestad el Rey Felipe VI», a quien agradeció el encargo de representarle, «ratificando así su cercanía y afecto a Galicia». De él valoró el «acierto, ejemplaridad y rectitud» que han caracterizado su primera década de reinado, a pesar de las dificultades de «distinta índole», y pasó entonces a dirigirse al Apóstol.

Xoán A. Soler

Pidió una España «capaz de encontrar un camino de concordia», donde todas las sensibilidades «tengan acomodo dentro del respeto a la ley», y en la que la diversidad ideológica, cultural, lingüística, histórica, económica o de género «sean siempre factores de enriquecimiento y jamás de ruptura o enfrentamiento entre iguales».

Mostró su satisfacción por que la conciencia ambiental sea «una feliz y creciente realidad», pero advirtió que urge «dar pasos más ambiciosos para frenar lo que puede ser una amenaza irreversible de consecuencias imprevisibles», continuó tras advertir sobre los efectos del cambio climático. Y aquí, aunque sin llegar a mencionarlo, dirigió su discurso hacia el horizonte de Galicia en su despliegue energético e industrial. Reclamó así «buscar el equilibrio entre las actividades humanas y la preservación de los recursos naturales» como una necesidad económica, pero también como «un imperativo moral que a todos concierne».

El presidente del Parlamento apeló a perseguir «puntos de encuentro» y a huir de «posiciones maximalistas», de forma que «la conservación del paraíso natural que nos rodea» pueda ser compatible con el desarrollo económico y social, «que viene de la mano del empleo y la explotación de los recursos naturales».

Inmigración y diáspora

Santalices pasó a desear un mundo de paz, tal y como había hecho en su discurso de apertura de esta duodécima legislatura, y apeló al «consenso, sentido común y generosidad de ámbito nacional» para abordar la crisis migratoria, en pleno debate sobre la reforma de la ley de extranjería en el Congreso. «Sexa en Ucraína, en Palestina ou en Israel, sexa noutros lugares onde se libran guerras silenciadas, o mundo clama pola paz», pasó al gallego.

Envió un mensaje de «lembranza agarimosa para a emigración galega», más de medio millón de personas en la diáspora, que en el Día Nacional de Galicia «enarbora a bandeira azul e branca coa fachenda e con morriña».

El delegado regio abordó más temas en su intervención, como la violencia de género, cuya concienciación debe comenzar «no fogar e na escola»; recordó a las víctimas del palangrero Argos Geogria, naufragdo en las islas Malvinas con dos gallegos fallecidos y otros tantos desaparecidos, y también a las víctimas del accidente ferroviario de Angrois y del terrorismo.

Santalices finalizó citando a Castelao, para valorar el 25 de Xullo como una «festividade relixiosa e festividade civil, perfectamente compatibles e plenamente consolidados no pobo galego», un pueblo al que elogió como «tolerante, aberto e acolledor». No en vano, en ese mismo momento se congregaban ya en la Alameda los manifestantes que, en poco más de hora y media, llenarían la aledaña praza da Quintana en el Día da Patria organizado por el BNG.

El Arzobispo de Santiago de Compostela, Francisco José Prieto Fernández, también expresó su consternación por el reciente naufragio del Argos Georgia y encomendó a los fallecidos y desaparecidos, pidiendo consuelo para sus familias. En su homilía, el prelado llamó a la comunidad a reflexionar sobre la importancia de la fe y la solidaridad en tiempos de crisis como los actuales. «Encontraremos de nuevo esperanza cada vez que pongamos al ser humano en el centro y en el corazón de las instituciones», afirmó. Hizo también un llamamiento a la solidaridad, destacando que ésta implica «acciones concretas que acercan al prójimo», evitando el egoísmo y promoviendo el bien común.

La alcaldesa, con vestido para la ocasión

La alcaldesa de Santiago, Goretti Sanmartín, participó en el acto civil previo a la misa en la catedral, adonde no acudió. Lo hizo portando un vestido creado para la ocasión e inspirado en el «traxe compostelán de garda», confeccionado en lino de dos colores, un tejido «de forte arraigo» en el país. Llevó también una chaqueta corta como homenaje al traje tradicional de mujer, también en lino.

En la hilera de autoridades se estrenaban los cuatro nuevos conselleiros, y también la vicesecretaria de la Mesa del Parlamento, la socialista Patricia Iglesias. Alfonso Rueda entró en la praza do Obradoiro acompañado por el expresidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, y por el delegado del Gobierno, Pedro Blanco, y la alcaldesa.

En el público cundía el desconcierto sobre los actos de la ofrenda, ya que la mayoría eran peregrinos que esperaban entrar en el templo. «Nos chupamos misa en latin ayer. Todos esperando ver el botafumeiro para misa del peregrino, y nada. Hoy no se puede entrar», lamentaba una peregrina llegada desde Madrid, que al menos valoró el hecho de haber presenciado su primera liturgia en latín. Jennifer, con su hijo Lucas, viajaron desde Cantabria con la misma «ilusión de ver el botafumeiro», pero dijeron contentarse con presenciar el desfile. Incluso había una pareja de surcoreanos, que también reconocieron desconocer qué estaba pasando allí. Eso sí, aguantaron hasta el final.