La herida que abrió el crimen de Samuel Luiz en el colectivo LGTBI+: «Ese verano volvimos a tener miedo»

GALICIA

Mural en recuerdo a Samuel Luiz pintado en O Barco de Valdeorras días después del crimen.
Mural en recuerdo a Samuel Luiz pintado en O Barco de Valdeorras días después del crimen. Cedida

La paliza mortal que acabó con la vida de Samuel Luiz en A Coruña en julio del 2021 ocurrió en un contexto muy particular: con la extrema derecha ganando terreno en medio mundo y en una España que aún sufría las consecuencias del caso de la Manada. Sigue en directo el juicio en A Coruña por el asesinato de Samuel, que se dilatará hasta el 18 de noviembre

21 oct 2024 . Actualizado a las 09:21 h.

Ibrahima Diack se encontró a Samuel Luiz cubierto de sangre en medio de una jauría de bárbaros. Aun así, la defensa de Diego Montaña —el acusado de iniciar el ataque— quiso saber si este senegalés había reparado en alguna característica que revelase que el joven herido era de «condición homosexual». «No sé, yo solo vi a un ser humano como yo», respondió. Son varias las ocasiones en las que, durante el juicio, el abogado Luis Manuel Salgado apunta a la estereotipia —el tono de voz, la actitud, las prendas de Samuel— para intentar desmontar la teoría de que su defendido cometió una agresión homófoba. La lógica sería la siguiente: si el chico no parecía gay no le pudo agredir por este motivo.

Tanto a Diego Montaña como a Katy Silva se les acusa de asesinato con agravante de discriminación. Dos testigos confirmaron esta semana que el primer atacante le espetó a Samuel esta frase: «¡Deja de grabar, a ver si te voy a matar, maricón!». Con este insulto se iniciaría una paliza mortal que no solo indignó al grueso de la población española aquel julio del 2021, sino que sacó a las masas a las calles.

La comunidad LGTBI+ hacía años que, al menos en España, daba por conquistados unos derechos que les garantizaban libertad e igualdad en todos los ámbitos de la vida. Sin embargo, el crimen de Samuel se produjo en un contexto muy particular que aumentó la sensación de miedo en unos ciudadanos y ciudadanas que deberían poder sentirse seguros y protegidos.

Diego Montaña, con su abogado, Luis Manuel Salgado, durante la tercera sesión del juicio
Diego Montaña, con su abogado, Luis Manuel Salgado, durante la tercera sesión del juicio César Quian

Los partidos de extrema derecha empezaban a colarse en cada vez más parlamentos europeos, aprovechando para difundir unos mensajes de odio que se amplifican gracias a las redes sociales. España, por otro lado, aún sufría las consecuencias del caso de la Manada, y las agresiones en grupo empezaron a verse como un peligro real. «El crimen de Samuel es una gran herida que sigue sufriendo Galicia, y fue el germen, junto a la sentencia de la Manada, que nos hizo volver a estar alerta como sociedad: nos habíamos relajado y nos dimos cuenta de que aún nos queda mucho por lo que luchar», explicó la presidenta de la asociación LesCoruña, Sandra López.

Recuerda perfectamente aquellos días María del Olmo. Ella es psicóloga especialista en indentidad LGTB+ y cuenta que ese verano, sus pacientes «estaban muy afectados, volvieron a tener miedo. Lo entendía perfectamente, porque a mí también me pasaba». Esta experta lleva años atendiendo a personas del colectivo que, a diario, se enfrentan a situaciones discriminatorias, insultos o un trato vejatorio solo por su orientación sexual. «Sigue ocurriendo y, aunque es triste decirlo, pasa mucho en el ámbito familiar. Sobre todo se ataca a esos perfiles menos normativos, como pueden ser las personas trans o quienes tienen mucha pluma».

Además, Del Olmo piensa que la situación que vive en la actualidad la comunidad LGTBI+ es confusa por los «mensajes contradictorios» que les llegan. «Percibo que este colectivo cuenta con más espacios seguros y estas personas pueden ser más visibles; pero, al mismo tiempo, esta exposición es un riesgo porque les coloca en primera línea de fuego para quienes ejercen violencia contra los que consideran vulnerables».

«Hace unos años, el discurso público era más positivo y había más aceptación. Pero creo que el auge de la extrema derecha y sus mensajes de odio son un problema grave, sobre todo para los hombres más jóvenes e inseguros, ya que muchos están radicalizando sus posturas odiando al diferente como arma de protección para sentir que son parte de un grupo», analiza esta pasicóloga.

Gritos de «justicia» de las amigas de Samuel.
Gritos de «justicia» de las amigas de Samuel. EDUARDO PEREZ

¿Por qué no hay delito de odio en el asesinato de Samuel?

La fiscala del caso Samuel no ve delito de odio en este asesinato a golpes, pero sí pide que a dos de los acusados se les aplique la agravante de discriminación. La acusación pública sostiene que «por las palabras, gestos, forma de vestir, tono de voz y apariencia física de Samuel, Diego Montaña interpretó que era homosexual, hecho que desencadenó una reacción aún mucho más virulenta en el acusado por la animadversión a la orientación sexual homosexual.

Como explica el abogado penalista Adrián Borrajo, «cuando hay discursos de odio tendemos a entender que son alegatos que se engloban dentro del delito de odio, y no necesariamente es así». Continúa: «La diferencia con la agravante de discriminación está en la publicidad del discurso. Una cosa es que llames a atacar de forma pública a determinadas personas o colectivos y, otra, que sea la orientación sexual de la persona la que motive a cometer el delito».

Según un informe del Ministerio del Interior, los delitos de odio aumentaron un 21 % en España en el 2023 respecto al año anterior. Poniendo el foco en Galicia, los resultados arrojan que, de las 123 infracciones cometidas por motivo de odio en ese período, el 18,7 % se debieron a razones de orientación sexual. El grueso de estos delitos estuvieron motivados por conductas xenófobas o racistas.

Borrajo y la socióloga Raquel Martínez Buján señalan el auge de la extrema derecha como principal culpable del aumento de estos delitos, que tienen en los más jóvenes su caldo de cultivo. «Este grupo de población tiene menos miedo a expresar actitudes de odio ante quienes no siguen identidades hegemónicas. La situación es preocupante porque antes era difícil que los jóvenes encontrasen un canal para mostrar su odio, pero con internet es fácil localizar grupos y personas afines en este sentido. Las redes permiten difundir cualquier idea sin control, consiguiendo que se normalicen discursos homófobos, machistas o racistas».