
Por fin, aunque ha costado años, la Formación Profesional ha alcanzado el prestigio que le corresponde. De aquella orientación de «que vaya a FP» que se daba al alumnado con cualquier dificultad para conseguir el graduado, se ha pasado a una opción elegida por su valor y cursada por un alumnado que podría ir al bachillerato sin problema. Ya no es la segunda opción sino la primera.
La elección entre FP y bachillerato de cada estudiante se hace en función de intereses, aptitudes y objetivos a largo plazo. Para quienes buscan una formación más práctica, directa al mercado laboral, con alta empleabilidad y en un período de tiempo más corto, la FP es una excelente opción.
Por otro lado, para aquellos interesados en una formación más académica que los prepare para estudios universitarios, está la opción del bachiller. Sin embargo, todavía existe una tercera vía: cuando no se tiene muy clara la opción académica, se puede optar por la FP y, posteriormente, en función de las necesidades o intereses que puedan surgir, la opción académica sigue abierta ya que siempre se puede acceder a la universidad. Conozco algunos casos que han seguido este último itinerario, y la valoración tan positiva que hacen de lo aprendido en la FP.
En una sociedad compleja y en cambio permanente, es necesaria una adaptación rápida y constante que permita responder con agilidad a las nuevas demandas y la FP lo hace posible. Por otra parte, garantizar la inclusión laboral de todo el alumnado, sea como sea y venga de donde venga, es otra de las potencialidades y de los logros de esta enseñanza.
Una buena formación, rigurosa y actualizada es otra de sus fortalezas; una opción que va más allá de lo profesional, incorporando aspectos tan importantes como son las competencias personales y sociales. Para ello, además de los módulos específicos de cada especialidad, se incorporan materias comunes que forman la base del currículo. Estos módulos son muy importantes por lo que tienen de preparación para avanzar hacia el bienestar personal y colectivo ya que se centran en el desarrollo de competencias blandas como autoestima, empatía, gestión de conflictos, comunicación, toma de decisiones y autogestión. Dos módulos, comunes a todas las especialidades abordan la formación humanista: «Itinerario para la empleabilidad» se centra en el desarrollo de competencias socioemocionales; «Sostenibilidad aplicada al sector productivo» trata los objetivos de desarrollo sostenible, los retos actuales y futuros y la responsabilidad tanto empresarial como social en la búsqueda de las mejores soluciones para responder a ellos. Por otra parte, el departamento de orientación profesional acompaña y apoya al alumnado en su desarrollo personal y profesional.
La FP gallega ha experimentado un crecimiento notable en los últimos años, consolidándose como una opción educativa de alta calidad. El programa InnovatechFP, que promueve la innovación constante respondiendo a retos reales propuestos por las empresas, el Plan Innova FP y los resultados obtenidos en las SpainSkills.
Hay que felicitar al profesorado y asesorías de la FP, por su compromiso y buen hacer, y al sistema de formación, que ofrece opciones creativas y novedosas como los proyectos de centro en busca de la innovación técnica o metodológica o las estancias en empresas.