El BNG y la CIG entran a tutelar la gran plataforma contra Altri

Mario Beramendi Álvarez
MARIO BERAMENDI SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Manifestación multitudinaria celebrada en Santiago el pasado mes de diciembre.
Manifestación multitudinaria celebrada en Santiago el pasado mes de diciembre. SANDRA ALONSO

La lista que apoyaban el partido y el sindicato resultó ganadora en las elecciones para dirigir Ulloa Viva

09 jul 2025 . Actualizado a las 08:47 h.

Las elecciones celebradas el pasado sábado en la Plataforma Ulloa Viva —el gran motor de movilización contra la planta de Altri en Palas de Rei— han supuesto el relevo de la dirección continuista por una nueva cúpula en la que entran el BNG y la CIG. Lo que en su día fue una iniciativa vecinal, de base y con un marcado carácter transversal, cuyos dirigentes apostaban por el apartidismo y la ausencia de banderas, es ahora una organización que trata de mantener ese mismo espíritu, pero tutelada directamente por el nacionalismo institucional. Es esta una pelea que viene de lejos. De hecho, desde el principio. Entre quienes defendían una manifestación sin banderas y quienes entendían que no había que demonizar la política ni ocultar la simbología. Esa tensión ya se vivió en la organización de la primera manifestación, convocada en Palas de Rei y celebrada en mayo del 2024.

Gracias al apoyo popular, la plataforma empezó a crecer y a mostrar un gran poder de convocatoria. Eso sí, ayudada por organizaciones acostumbradas a movilizar, como es el caso del Bloque y, sobre todo, la CIG, el principal sindicato gallego, con 90.000 afiliados. La Plataforma Ulloa Viva se convertía así en una pieza de caza mayor para el nacionalismo gallego, que ha liderado las protestas contra la fábrica y que, históricamente, está acostumbrado a fagocitar y controlar los movimientos sociales de su órbita ideológica. Ahí están el ecologismo y Adega como muestra. En las elecciones del pasado sábado, la candidatura continuista (María Soledad González Prieto, Marta Álvarez Quintero y Zoe Iriarte Costas como presidenta, secretaria y tesorera, respectivamente) obtuvo algo menos del 40 % de los votos. La rupturista, bendecida por el BNG y la CIG, más del 60 %. Está encabezada por Juan Pedro Sánchez Morcillo, Ana Otero Gómez y Serxio Núñez Martínez. Este último, militante del Bloque y delegado sindical de la CIG.

«Hai que ter en conta que na oposición a Altri hai moitos veciños de concellos do medio rural que tamén son votantes do PP; por iso quixemos manter sempre unha distancia respecto das organizacións políticas, para ampliar a base social, para que tivese un carácter de veciñanza», explican fuentes vinculadas a la dirección recién relevada.

Lo sucedido el pasado sábado es un balón de oxígeno para el argumentario del PP, que siempre ha mantenido que la oposición a Altri era un asunto orquestado por el Bloque y sus satélites. Aunque participaron desde un principio en las convocatorias, lo cierto es que el respaldo social a las movilizaciones pronto mostró que la oposición a Altri era algo más, que no podía circunscribirse exclusivamente a algo dirigido por el nacionalismo. Tal vez la conclusión sea otra: consumado el éxito, el nacionalismo organizado (el BNG y su sindicato de clase, la CIG) quiere ahora rentabilizarlo. Y para eso es determinante jugar el papel de control, de tutela. En cierto modo, es algo similar a lo que ya sucedió en su día con Nunca Máis, la plataforma de movilización social contra la catástrofe del Prestige.

El proceso electoral vivido el pasado sábado surge de las presiones de los llamados grupos vivos, creados en su inicio por la plataforma en distintas comarcas. En Santiago, Arzúa, Santiso, A Ulloa o Baixo Ulla empezaron a jugar un papel protagonista bases vinculadas al BNG y a la CIG que acabaron deslegitimando el papel de la actual dirección, lo que abocó a un proceso electoral. Adega, el brazo ecologista del Bloque, envió un correo llamando a participar en las urnas y advirtiendo de que, incluso, se podía delegar el voto. Es decir, que jugó un papel clave para propiciar el relevo. La movilización contra Altri ya la ha capitalizado el nacionalismo. Solo basta recordar la simbología en la última y multitudinaria manifestación de Santiago.