La universidad gallega sigue fuera del top 500 de los mejores campus del mundo

Elisa Álvarez / Jorge Noya SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

La USC, en la foto el claustro de Fonseca, mantiene su posición en el 2025
La USC, en la foto el claustro de Fonseca, mantiene su posición en el 2025 PACO RODRÍGUEZ

La USC y la UVigo se mantienen en el ránking de Shanghái, que lidera Harvard, un centro que tiene un itinerario de acceso que obliga a nota, entrevista de acceso y holgura económica

15 ago 2025 . Actualizado a las 06:01 h.

El ránking de Shanghái lleva desde el año 2003 analizando las mejores universidades del mundo hasta convertirse en la clasificación más fiable. Y las universidades de Santiago y Vigo vuelven a hacer acto de presencia en un listado que acaba de publicarse y en el que mantienen la posición del 2024: la USC se sitúa entre los puestos 501 y 600 y Vigo está entre el 801 y el 900. La UDC, nuevamente, no aparece.

Se trata de un estudio que desde 2009 realiza la consultora Shanghai Ranking Consultancy y clasifica a más de 2.500 instituciones, publicando las mil primeras. Lo cierto es que si bien USC y UVigo, pese a su pequeño tamaño en comparación con otras, mantienen su presencia en este ránking, el empuje de otras universidades, sobre toda asiáticas, ha dejado lejos aquellos tiempos en los que la institución compostelana llegó a estar en la horquilla del 301 al 400 —dos años en 2016 y 2017— e incluso Vigo se coló entre las quinientas mejores del mundo (2012).

Quien reina en el universo de Shanghái es evidente: Harvard. Da igual el año elegido; desde 2003 la universidad más crítica con Donald Trump se mantiene como la mejor del mundo según este ránking. Completan las diez primeras: Stanford, el MIT, Cambridge, Berkeley, Oxford, Princeton, Columbia, Caltech y Chicago. Es exactamente la misma clasificación que en el año 2024 con la ligera diferencia de que el año pasado Columbia y Caltech empataban en el puesto 8. Este resultado se explica en parte por los indicadores que mide el ránking de Shanghái, seis, muy relacionados con el presupuesto y el tamaño de la universidad, por ejemplo el número de exalumnos y personal con premios Nobel o medallas Field, artículos publicados en revistas como Nature y Science o el rendimiento per cápita. Otras clasificaciones, como QS o THE, no miden solo producción científica sino también parámetros como empleabilidad, reputación o internacionalización. Pese a que el índice global deja fuera de las quinientas mejores a la universidad gallega, Shanghái establece listados por áreas de conocimiento, por lo que es válido a la hora de conocer los puntos fuertes de cada institución y situarla en el contexto español, europeo y mundial. 

En España son las universidades catalanas las que logran las mejores posiciones. La de Barcelona está entre los puestos 151 y 200, Valencia entre el 201 y el 300, mientras que en la horquilla 301-400 se sitúan seis: Autónoma de Barcelona, Autónoma de Madrid, Complutense, Pompeu Fabra, Granada y País Vasco.

Estados Unidos y Reino Unido —sobre todo los primeros— acaparan las primeras posiciones. La primera universidad de la Europa continental es la París-Saclay (13), mientras que entre las asiáticas figura Tsinghua (Pekín) en el puesto 18. Melbourne, en el 38, es la mejor de Oceanía. Dos llegan por primera vez al top 100: Ciudad de Hong Kong y Estocolmo.

España coloca a 36 instituciones en prestigioso índice, adelantando a Japón o Francia

El sistema universitario español no tiene ninguna institución en el top 100 y pocas en el top 500 (10), pero puede presumir de ser uno de los países más representado en el ránking de Shanghái con 36 incluidas entre las mil clasificadas. Es más, está muy por encima de Australia, Suiza, Francia, Canadá, Japón o Corea del Sur, que sí tienen a universidades en el top 100. ¿Por qué? Porque aunque no hay una o dos instituciones que lleguen a la élite, el nivel medio de la universidad española es alto. Suiza o Singapur representan un modelo completamente diferente. La primera coloca a solo nueve universidades entre las mil primeras, pero de ellas cinco están en el top 100. El caso de Singapur es aún más llamativo, solo hay dos universidades en el ránking, y las dos están en los cien primeros puestos.

Por países, lógicamente las potencias de Estados Unidos y China exhiben músculo. Gana esta última en cantidad y la primera en calidad. Hay 244 universidades chinas entre las mil primeras, una de cada cuatro, pero solo 15 entre las cien primeras. En el caso de Estados Unidos son 183, pero de ellas 37 forman parte del top 100, casi cuatro de cada diez. En el tercer puesto está Reino Unido, con ocho universidades entre las cien mejores según esta clasificación, también conocida como ARWU, de un total de 61 incluidas.

Sudáfrica es el país del continente africano mejor situado, con ocho instituciones incluidas en el ránking del 2025.

El acceso a la élite universitaria: entrevistas, visas y miles de euros

Acceder desde Galicia a la cumbre de las universidades mundiales requiere paciencia y dedicación. Pero también una cierta comodidad económica, porque aunque existen algunas becas, puede ser necesario desembolsar decenas de miles de euros para costear los cursos académicos y poder hacer vida en los campus de la élite académica mundial.

Es el caso de Harvard, a la que solo acceden el 4 % de los estudiantes que se preinscriben cada año. Para poder estudiar allí, el proceso es similar al de otras universidades estadounidenses, como Stanford. La preinscripción arranca en la primavera o el verano de 1.º de bachillerato y se realiza mediante una aplicación en la que hay que adjuntar el expediente académico, un par de cartas de recomendación de los profesores del instituto y un informe de valoración del centro en el que se estudia el bachillerato.

Pero para poder realizar ese trámite es imprescindible presentarse a un examen estandarizado, común para todas las universidades del país, que evalúa las competencias del estudiante en diferentes ámbitos. Hay dos tipos de prueba, la SAT o la ATC —se puede optar por una u otra— y se convocan varias al año. Una vez completada la solicitud, con ese examen superado, se debe esperar a marzo del año siguiente para conocer la resolución final de la universidad. El precio medio de un curso en Harvard alcanza los 87.000 dólares —incluyendo matrícula, residencia y seguro de salud—, pero la universidad se compromete a ayudar económicamente a aquellos estudiantes que no puedan sufragar la totalidad del coste.

El proceso es similar en Cambridge, la primera universidad británica que aparece en el ránking de Shanghái. Los alumnos que deseen acceder a la institución inglesa deben presentar su solicitud en octubre, mientras estudian 2.º de bachillerato, en una aplicación online. En invierno, antes de Navidad, deben realizar una entrevista y en agosto del año siguiente sabrán si tienen plaza. El veredicto lo conocerán tras realizar la PAU, en la que necesitan sacar más de un 10,8 para poder acceder a esa universidad, donde el coste de la matrícula varía según la carrera: 27.000 libras para Historia, 30.000 para Matemáticas o 70.000 para Medicina. Los precios son similares a los que se manejan en Oxford, cuyo sistema de admisión es casi idéntico al de su principal competidor. Además, es imprescindible certificar un C1 de inglés.

Fuera del mundo anglosajón pueden barajarse la opción de estudiar en las pioneras universidades chinas. La que aparece mejor posicionada es la de Tsinghua, en Pekín, donde se imparten decenas de grados íntegramente en inglés. El coste de la matrícula es mucho más económico que en Estados Unidos o en el Reino Unido. Ronda los 100.000 yuanes, unos 10.000 euros, a los que hay que sumar otros 900 al mes para costearse la vida en la capital china, según apunta el Ministerio de Educación chino.

Pero más allá de las gestiones con las propias universidades, los estudiantes que deseen estudiar en el extranjero, fuera de la Unión Europea —con opciones muy prestigiosas y más accesibles en Francia, Suiza o Dinamarca— deben tener en mente otro proceso. Al ser aceptados por cualquier universidad, deben tramitar la visa que les permite vivir y estudiar allí de forma legal, un trámite complejo y dilatado en el tiempo. Porque la expedición de los visados requiere, en ocasiones, pruebas lingüísticas, traducciones de documentos y hasta revisiones médicas.