Un centenar de aficionados y un espontáneo

La VOz VIGO

GRADA DE RÍO

Un chaval que saltó al campo y se acercó a los jugadores protagonizó la anécdota en la vuelta al trabajo

30 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Al margen de ser el primer entrenamiento tras el parón navideño y uno de los últimos del año, el de ayer apuntaba a ser uno más. Con normalidad absoluta más allá de la vuelta de Óscar, algunas ausencias y que el hecho de que fuera abierto al público propiciara la presencia de alrededor de un centenar de aficionados. Pero al final este hecho propició el momento que lo diferenció de cualquier otro.

Porque ya en la recta final, cuando los jugadores estaban a punto de retirarse, un menor de alrededor de 14 años que había seguido desde la grada el trabajo del equipo echó a correr para introducirse en el campo. Inofensivo, se acercó a los jugadores, conversó con algunos de ellos y obtuvo la sonrisa y los gestos cómplices de Óscar García Junyent antes de que el vigilante de seguridad, esta vez sí, le interceptarse y le acompañara para que volviera con el resto del público.

El joven aficionado iba ataviado con un chándal con el escudo del CD Berceo, club riojano (concretamente, de la ciudad de Logroño) que milita actualmente en Tercera División. Puso así la nota de color verde en territorio celeste para protagonizar la anécdota del día.

Todo en una tarde en la que el celtismo volvió a mostrar su cara más incombustible para arropar a los suyos. Quizás no eran muchos, pero la fría tarde en Vigo y el escaso margen de maniobra al anunciarse aún la víspera el horario y la condición de abierto al público del entrenamiento de ayer no impidieron que un buen puñado de incondicionales se acercaran a A Madroa.

Muy atentos, los primeros comentarios abordaban las posibles ausencias, enseguida detectadas por un padre que de inmediato les hacía saber a sus hijos quiénes faltaban. Pero al que todos querían ver no tardaban en localizarle, un Iago Aspas siempre sonriente en los entrenos, encargado de contar los toques en voz alta en los rondos y bromista con sus compañeros.

Aprovechando las vacaciones, los más pequeños no perdían detalle y bombardeaban a preguntas como quiénes eran los porteros. Aunque alguno prefería jugar con su propio balón que tomas nota de lo que sucedía sobre el césped.