El Celta observa con reticencias el regreso a la competición

la voz VIGO

GRADA DE RÍO

M.MORALEJO

Garantizar la salud de los jugadores y seguir los dictámenes de Sanidad siempre ha sido prioritario para un club que podría aguantar las pérdidas económicas

04 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«Depende de lo que digan Sanidad y los jugadores», indican en el Celta al ser interrogados por la posición del club con respecto a la vuelta de la competición en medio de la pandemia del coronavirus tal y como pretende la patronal. Pero lo que se desliza de las actuaciones del conjunto vigués y de sus profesionales es que ese regreso al trabajo y a disputar LaLiga está lleno de reticencias. Tantas, que no volver a jugar por el momento debería ser una opción a valorar.

Porque el club siempre ha puesto por encima de todo la salud de sus jugadores y empleados, nunca ha dado una fecha concreta para la vuelta a la actividad (aunque lo tiene todo preparado), a nivel legal tiene que negociar con los agentes de los siete cedidos para prorrogar los contratos y en el aspecto económico sería un palo porque perdería alrededor del 25 % de ingresos (unos 17 millones) pero no un descalabro teniendo en cuenta que le descontarían a la plantilla un 16,6 % de su salario, aproximadamente uno 6,4 millones sin contar las deducciones a los altos cargos y al cuerpo médico. Sus dudas, además, se ven alimentadas con casos como los positivos del Colonia en la vuelta al trabajo de la Bundesliga.

Desde el primer día de confinamiento, el Celta puso en la balanza de un modo machacón la salud de su gente por encima de todo. El propio Óscar García Junyent, el entrenador, lo dijo la mañana que se marcharon a casa tras el último entrenamiento en A Madroa, el 13 de marzo, y lo repitió después en sus contadas apariciones (dos ruedas de prensa y una charla en la RFGF). Además, y ya antes de que el primer equipo se confinase, el club ya había instaurado el teletrabajo entre sus empleados, una norma que sigue vigente a día de hoy salvo para el retén de vigilancia y para los cuidadores de los campos de A Madroa y Balaídos.

Durante este tiempo los jugadores también se han mostrado reacios a volver. Rafinha fue el más claro: «Basta que uno de todos los jugadores coja el coronavirus y jode a su equipo y la competición indirectamente. Lo veo muy difícil. Vamos a concentrarnos y las personas dentro del hotel no tendrán vida». En más de una ocasión, el segundo de los Alcántara reiteró que «lo importante es lo que diga Sanidad». Otras plantillas como las del Valencia, en donde hubo 10 positivos tras la eliminatoria con el Atalanta, también han mostrado su temor por la situación y la AFE (el sindicato de futbolistas) volvió a poner ayer sobre la mesa el asunto al recordar que «debe ser el Ministerio de Sanidad el que debe actuar, porque estamos en medio de una pandemia y de un problema grave de salud pública». Reclamando seguridad para sus asociados.

En el asunto del retorno incluso terció en su día Felipe Miñambres, el director deportivo, para mostrarse escéptico sobre la legalidad de los contratos que vencen el 30 de junio (el Celta tiene siete cedidos y un jugador que acaba su vinculación), una afirmación compartida por varios agentes. Con ellos y con los propios jugadores negocia ahora el Celta para contar con sus servicios más allá del 30 de junio.

A mayores, el cuadro vigués nunca ha puesto fecha oficial para su vuelta al trabajo, aunque tiene todo el dispositivo preparado y se bajara el 5 de mayo (miércoles) para hacer las pruebas médicas y el 11 (lunes) como primer día de trabajo individual.

De suspenderse, en alguna ocasión la dirección del cuadro vigués se apuntó a las tesis que proponía la Bundesliga de cerrar la temporada sin descensos y con ascensos para corregir el exceso de equipos al año siguiente, aunque ahora Alemania parece decidida a competir y sigue adelante con sus planes más allá de los positivos del Colonia.

En ese supuesto de no reanudarse la liga el Celta perdería un 25 % de sus ingresos, la mayoría procedentes de la televisión, y tendría que devolver 1,3 millones a sus abonados por los seis partidos que no podrían presenciar pero a cambio se ahorraría unos siete millones de euros en merced del acuerdo al que llegaron con los futbolistas de las dos primeras plantillas. Ellos también antepusieron su seguridad a todo lo demás.