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RC CELTA

Ocho años después, el espíritu celeste de Mánchester tomó Stuttgart con una afición rejuvenecida y entregada que no tuvo el premio del resultado

26 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Disfrutar es una palabra que ha repetido Claudio Giráldez prácticamente cada vez que se ha referido a la participación continental. Y la identificación del celtismo con él es total también en ese punto. Los 1.231 aficionados del equipo vigués fueron dispuestos a hacerle caso, a disfrutar al máximo la experiencia y lo demostraron en Stuttgart desde el primer minuto.

Algunos llegaron en avión; otros, en tren; unos pocos, incluso por carretera y, en más de un caso, con diferentes combinaciones. Hubo grandes madrugones y los que aterrizaron ya la víspera, también los que se quedan más días y los que vuelven de inmediato para atender a sus obligaciones. Pero durante unas horas, todo giró alrededor del Celta, en un ambiente de entusiasmo favorecido por el hecho de haber tenido que esperar ocho años este momento.

Cuando el Celta jugó en Old Trafford, Mánchester también fue una gran fiesta celeste, con una previa multitudinaria y esas mismas ganas de disfrutar. Aquello era una semifinal y esta vez, el compromiso inaugural de la temporada europea. No son pocos los que estuvieron en ambas citas, pero también hay mucha cara nueva, muestra de un celtismo rejuvenecido y que innova también en los cánticos. No existían en el 2017 la Oliveira dos cen anos ni el Fillos dunha paixón, que ayer resonaron como lo llevan haciendo en Balaídos en los últimos tiempos.

El lugar de reunión del celtismo era, esta vez, el Biergarten, desde donde, llegado el momento, la marea celeste tomó el metro para desplazarse hasta el estadio; la lluvia, aunque hizo acto de presencia, no aguó la fiesta en absoluto. Antes, horas de ilusión compartida, y las bufandas y banderas identificando al celtismo. Retornó, por ejemplo, el This is a Centola de Centolos Celestes. Y se sumaron muchas peñas creadas con posteroridad a aquella mágica campaña 2016/2017, con mención especial a la alemana, Die Himmelblauen, que gozó de un acto con el que el club les quiso agradecer el apoyo en la distancia y en el que estuvieron Javi Rodríguez y Pablo Durán. «Es el mayor orgullo», decía su presidente sobre este reconocimiento por parte del Celta.

Ya en el campo, la Oliveira se dejó oír de nuevo entre la marea roja local y tampoco faltó O Celta é a nosa vida. No fueron pocos los aficionados y peñas que inmortalizaban y compartían a través de las redes sociales vídeos e imágenes de un momento que tanto tiempo llevaban esperando.

El partido estuvo lejos de las expectativas. Solo el gol de Borja, que dio esperanzas de sumar un punto, supuso una pequeña alegría a la hinchada visitante. Con todo, era innegociable que se trataba de un día para disfrutar. Lo sabían y lo hicieron. Quedan otros tres viajes y cuatro duelos en Vigo para soñar con más.

El resultado no impidió que muchos celtistas se vayan con un buen recuerdo de lo vivido. Varias peñas hacían hincapié, ya con el partido finalizado, en lo positivo. «Onte foi un día incrible. Porque, si, no fútbol o resultado importa, pero máis importante e con quen o vivas. Grazas, familia», decían desde Centolos Celestes. «Hoxe os nosos estiveron alentando o noso equipo, hoxe voltamos. Aínda que non foi como quixésemos, estar aquí é un soño», subrayaban desde la Peña Celtista do Ribeiro.