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25 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.«Cuando más me emocioné fue con el dibujo del avión, cuando se fue. ¡Madre mía!». Habla María Juncal, madre de Iago Aspas, que dentro del «precioso» recorrido por la carrera del gran nombre propio del Celta en el espectáculo de drones por convertirse en el jugador con más partidos el jueves en Balaídos, se fija en ese trance duro para ella, el del adiós rumbo a Liverpool en el año 2013. Dejaba su casa y era imposible saber cuándo volvería y lo que lograría. Ella aún no se hace a la idea de hasta qué punto ha agigantado su leyenda en la última década, desde aquel retorno: «Todavía no asimilo lo que consiguió y que me digan que mi hijo es una leyenda del Celta».
En la noche del jueves, su teléfono echaba humo con las llamadas y wasaps. Ya en la grada, aunque huya del foco, era centro de atención. «Todos me miraban, y dije: ‘No voy a llorar’. Pero sí que me emocioné. Lloraba mi nieto mayor, mis otros hijos… No esperábamos algo tan bonito», cuenta. Lo que sí intuía es que Iago podía ser protagonista, como en las grandes ocasiones. «¡Madre, mía, qué golazo! ¡No sé de dónde sacó semejante gol, qué maravilla!», exclama al tiempo que asegura que lo que sintió difícilmente se puede expresar con palabras: «Me cuesta manifestarlo, pero fue increíble».
				
		
			
		
		
												
								
 
    	
En sus palabras desde el centro del campo, y como cada vez que tiene ocasión, él se acordó de ellos, sus padres, de los sacrificios que hacían para que pudiera ir a entrenar desde Moaña a una A Madroa «fría, sin gradas, que era todo cemento». «Yo, entonces, no conducía, y ahora, tampoco —ríe. Dependía de mi tío, mis cuñados... A veces, se marchaba en el barco de las ocho de la mañana, lo cogía en el muelle un entrenador que tenía al que hay mucho que agradecer», señala.
Su progenitora comparte con Aspas esa sensación de no haber imaginado nunca que llegaría a donde ha llegado, pero ella sí fantaseaba con ese debut en Balaídos que el moañés dice que ni siquiera contemplaba de niño. «Cuando iba de recogepelotas, yo pensaba: ‘Este, algún día, sale a ese campo’. Pero tantos partidos sí que no», reconoce. Aquel estreno contra el Alavés en el 2009 es de los recuerdos más grabados, pero la lista es larga. «Tampoco me olvido de cuando venía de estar mal, que podíamos descender, cuando luego lloraba en el banquillo», recuerda el Celta-Villarreal de A Nosa Reconquista, aquella reaparición con doblete tras lesión del 2019 que tiene «ahí metido para siempre».
				
		
			
		
		
												
								
 
    	
María responde con un «no me lo recuerdes» cuando se le menciona el cántico de «¡gracias por parir!» en uno de sus viajes en autobús para ver al equipo. «Me quedé muerta», apunta. Una de tantas muestras de cariño que recibe. «Me dicen: ‘¿Te das cuenta de lo importante que es Iago en el Celta? Y me cuesta pensar todo lo que hizo», insiste. Evoca también el gol de Getafe para la vuelta a Europa el pasado mes de mayo, momento que vivió in situ en el campo, en uno de sus numerosos viajes. «Decía: ‘Siempre aparece, ahí estaba, en el último momento…’. No me imagino que termine (su carrera)», desliza.
Preguntada por ese adiós, intuye que es una decisión que Iago no tiene tomada todavía. «Yo creo que para un año más sí le da. Es verdad que ya no corre lo que corría, pero se esfuerza un montón y con esa garra que tiene y que nunca da un balón por perdido hasta el último minuto…», partiendo de que, como ha declarado él en más de una ocasión, «no quiere terminar a rastras por el campo y prefiere ir viendo qué sensaciones tiene». También están su dolencia crónica de espalda: «Le preguntas y no dice nada, solo ‘ahí voy’».
				
		
			
		
		
												
Un «forofo» celeste
Destaca Juncal que está igualmente orgullosa de sus cuatro hijos, porque por mucho que Iago sea «el mejor en su trabajo», lo que más le importa es cómo es como persona y asegura que triunfar en el fútbol no le ha cambiado. «Los cuatro son buenos, cariñosos están pendientes de mí… De Iago, lo que más me gusta es que es humilde, me lo dice la gente. En Moaña, es un vecino más: juega con los niños en el parque, habla con todo el mundo, es muy sencillo. Yo me quedo con eso», subraya. Tiene a quien salir, porque su progenitora no quiere saber nada de palcos, como ha contado otras veces, y tras el partido ni siquiera llegó a ver a Iago porque «se iba el autobús de la peña» -la que lleva el nombre de Aspas- con el que siempre se desplaza al estadio.
«Yo le digo: 'Iago, tú no puedes ser un hincha, tú eres un jugador'. Pero él es más hincha que jugador. Para él el Celta es todo». María Juncal (madre de @aspas10), en Butarque, hace hoy dos años ?pic.twitter.com/sKsnItiMjm
— Grada de Río (@gradaderio) April 27, 2021
				
		
			
		
		
												
								
 
    	
En su día, caló la frase de Juncal de que su hijo era, irremediablemente, más aficionado que futbolista. Años después, lo tiene igual de claro y no cambia ni una coma de aquella afirmación que tan bien explica quién es Iago: «Es la verdad. Yo le decía que no podía ser así, porque es un profesional. Pero es forofo por lo mucho que siente el Celta».