«The Walking Dead» 7x04: La larga visita de Negan

Paulino Vilasoa Boo
P. Vilasoa REDACCIÓN / LA VOZ

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El nuevo capítulo de la serie de zombis, «Servicio», tiene una duración más larga de lo habitual, aunque no hay ninguna razón que lo justifique

15 nov 2016 . Actualizado a las 08:19 h.

The Walking Dead vuelve a Alexandria en el nuevo capítulo de la temporada, titulado Servicio, de duración superior a la normal, unos 90 minutos que, una vez quitados los anuncios, se queda en una hora escasa. Un capítulo que, una vez más, vuelve a estar protagonizado por la chulería y la soberbia de Negan, el recién presentado nuevo villano.

(Este artículo contiene spoilers del episodio, así que si todavía no lo has visto, te recomendamos que no sigas leyendo)

Lo primero que todo el mundo piensa al acabar el reciente episodio de The Walking Dead es: ¿para qué han servido esos minutos extra? Aparte de para insertar un mayor número de spots de publicidad en un episodio que prometía por el primer encuentro entre Rick y Negan tras la masacre del estreno de temporada, no hay ninguna gran razón que lo justifique.

De hecho, la mayor duración del episodio hace que la serie corra el riesgo de cansar al espectador con las incansables peroratas de Negan.

El nuevo villano de The Walking Dead es temible, es deslenguado y le encanta humillar a sus enemigos, especialmente al antes todopoderoso Rick. Era algo que ya sabíamos. Algo que conocimos en el primer episodio. Algo que reafirmamos en el capítulo inmediatamente anterior. De ahí que la sobreexposición de Negan no sea necesaria. Y mucho menos durante más minutos de lo normal.

Rick, por su parte, se muestra irreconocible frente a su némesis. Con los ojos llorosos, cabizbajo y resignado, es difícil llegar a entender que sea tan dócil después de que ese hombre al que tiene enfrente haya matado a dos de los suyos. ¿Se ha roto para siempre el gran líder de The Walking Dead? ¿O esconde alguna sorpresa?

El encuentro entre los Salvadores y los alexandrianos es, al final, mucho más descafeinado de lo esperado. Y poco ayuda al espectador el hecho de que Daryl ni siquiera haga amago de volver a junto los suyos, aunque en el fondo sea comprensible, dada la amenaza de Negan de matar a otro de sus amigos si hace algo que no debe.

Tampoco entusiasma la actitud de Dwight, un personaje mucho más tridimensional después del capítulo anterior y que, en este, se presenta como un fiel súbdito de Negan, sin mostrar ninguna de las pequeñas aristas de rencor que se visibilizaban en el Santuario.

Pero, en toda esa hora en la que Negan se dedica a metérsela «hasta el fondo» a Rick y este le «da las gracias», hay un momento fugaz de fortalecimiento y orgullo en esa sublevación vengativa que preparan Rosita y Michonne contra su nuevo «amo». La primera, dolida por el asesinato de su antiguo amante, justifica por primera vez desde su aparición en la cuarta temporada, su presencia en The Walking Dead y refuerza su hasta ahora plano personaje.

Entre las grandes revelaciones, aunque ya se conocía, está la de Rick manifestando de propia voz que la pequeña Judith no es su hija, sino de su antiguo mejor amigo y posterior rival Shane.

Servicio, aunque consigue saciar la necesidad de tensión del fan de The Walking Dead, hace que quienes pensaban que Negan se iba a hacer con el protagonismo absoluto esta temporada, teman ahora por que el personaje se convierta de repente en un unidimensional villano de opereta.

Al menos, se digna en insultar al padre Gabriel, que eso siempre nos gusta.