«Empecé a sentirme extranjero en mi propia casa y me fui»

M. Hermida / C. Andaluz / E. V. Pita REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Zapata, que ejerce como abogado en Vigo, es crítico con el régimen venezolano
Zapata, que ejerce como abogado en Vigo, es crítico con el régimen venezolano Oscar Vázquez

Cinco emigrantes reclaman medidas a Galicia para frenar la sangría que sufre Venezuela

09 may 2018 . Actualizado a las 12:19 h.

Venezuela fue durante la posguerra civil El Dorado para miles de españoles. Desde hace un lustro, el país caribeño se ha convertido en una jaula de la que miles de personas intentan huir cada año para esquivar la escasez y la falta de libertades democráticas. Galicia se ha convertido en el destino de muchos hijos y nietos de aquellos primeros emigrantes.

José Antonio Rodríguez Monteagudo acaba de pulsar el botón de reinicio de su vida. Peina los 52 años. Y hace cinco meses que aterrizó en Pontevedra. Dice que la respuesta a por qué dejó Venezuela casi sobra: «¿Y por qué va a ser, hija mía... Por lo que salimos todos corriendo, por la situación del país, porque allí tu negocio ya no vale nada, nada vale nada… Me sentía extranjero en mi propia casa, esta ya no es mi Venezuela. Es como si a la gente la hubiesen cambiado, te tienes que ir y punto».

José Antonio cambió su charcutería en Caracas por un bar en Pontevedra para escapar de los problemas y olvidar el miedo
José Antonio cambió su charcutería en Caracas por un bar en Pontevedra para escapar de los problemas y olvidar el miedo Ramón Leiro

José Antonio, hijo de gallegos, cuenta que su familia fue saliendo poco a poco del país. Primero se fueron sus hijos, uno a Perú y dos hijas a Madrid. Se vino también su mujer y él resistió allí unos meses más. Quería cerrar los últimos flecos de su negocio, una charcutería con la que se había ganado bien el pan. «Últimamente ya era todo complicadísimo, me atracaron muchas veces». En diciembre hizo las maletas y se reunió con su familia. Dado que tenía una hermana y un cuñado viviendo en Pontevedra, decidió venirse con su esposa a orillas del Lérez. Y a volver a empezar. José Antonio acaba de montar un bar con su cuñado, La Rectoral. ¿Es optimista con Venezuela? No. Y menos teniendo en cuenta las últimas noticias con respecto a la banca. Desde su punto de vista, la única manera de que las aguas vuelvan a su cauce es la siguiente: «Debe haber una intervención de los Estados Unidos. Es la única opción que tenemos para salvar Venezuela. Y que luego pongan un Gobierno de transición».

Rodrigo Zapata (Vigo)

«Imprimen billetes sin parar». El abogado Rodrigo Zapata (Maracay, Venezuela, 1993), socio del despacho Rojas Reno & Asociados de Vigo, señala que la reciente crisis con Banesco tiene relación con el rígido control cambiario del bolívar que fomenta la especulación de divisas y dispara la inflación «como en Zimbabue, pues se imprimen billetes sin parar, es una locura». El problema es que los emigrantes en Europa quieren enviar remesas de euros a sus familiares en Venezuela pero, si siguen las normas, tendrían que aceptar el cambio oficial de 65 bolívares por euro cuando en el mercado negro se pagan a 800.000. Y una barra de pan cuesta miles de bolívares.

Sobre la crisis de Banesco, opina que «Escotet viajó a Venezuela para estar con sus gerentes. Creemos que cumplió legalmente con la normativa venezolana porque quienes cometen las irregularidades son los particulares [los usuarios de los servicios del banco] y no Banesco», afirma. Según Zapata, «este es un fenómeno muy extendido, porque la gente que recibe dinero de Europa quiere comer, la comida es escasísima y cara por culpa de un cóctel de medidas antieconómicas que ahuyentan la inversión y el comercio», dice. «Creemos que, desde el punto de vista legal, Escotet sí debería tener la razón pero en Venezuela no hay Estado de derecho y si llega esto a los tribunales superiores, avalarían al Gobierno».

Eugenia y Antonio (Ourense)

Atracos y secuestros. Hace dos años que María Eugenia Rosello y Antonio Fernández salieron de la isla Margarita con sus dos hijos hacia España. Todavía se les saltan las lágrimas. La familia tenía un buen estatus social, un trabajo conseguido a base de esfuerzo -tuvieron que cambiar de empleo en más de una ocasión por culpa de la política económica chavista-, pero, tras varios atracos y un secuestro exprés, tomaron la decisión. «La situación no va a cambiar. Existe una espiral de corrupción tan grande que la gente se ha acostumbrado», afirma Antonio. Entre otros trabajos, gestionaban una empresa de alimentación en Margarita y otra de blindado de coches. Llegaron a gastar más dinero en los sobornos de la policía que en sus propios trabajadores: «Mandábamos en ocasiones camiones con productos desde Margarita a la isla de Coche. Antes de pasar en ferri, los policías abrían el camión y se llevaban lo que decidían. Si no lo permitíamos no salían».

Eugenia y Antonio se afincaron en Ourense tras sufrir numerosas extorsiones en Margarita
Eugenia y Antonio se afincaron en Ourense tras sufrir numerosas extorsiones en Margarita Santi M. Amil

María Eugenia afirma que la única solución a la actual situación de Venezuela pasa por una intervención internacional. «Maduro está rodeado de gente que ya estuvo con Chávez. No ha cambiado nada ni va a cambiar. Han conseguido, entre otras cosas, que los venezolanos se odien unos a los otros, hay familias enteras enfrentadas», dice apenada. Aseguran que ellos no regresarán: «Tenemos claro que es tanto el daño que se ha hecho que se necesitarán muchos años para que la situación se normalice. La corrupción es política, militar, de la policía... Es global», señalan.