El líder conservador vio frustrada la ventaja que le pronosticaban las encuestas
31 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Rui Rio (Porto, 1957) ha demostrado ser como un ave fénix. No solo por haber logrado sobrevivir a las críticas internas que arrastra desde que en el 2018 relevó en la presidencia del conservador PSD a un Pedro Passos Coelho totalmente desgastado, después de que António Costa diera la vuelta al resultado electoral del 2015 y le arrebatara el Gobierno. También porque, contra todo pronóstico, ha sacado del pozo a un partido que estaba hundido en las encuestas. Eso tiene mérito para un hombre ligado a la región Norte, a Oporto, y que más de una vez se ha mostrado favorable a la regionalización. También para un agnóstico reconocido al que sus ideas progresistas en relación al aborto o la eutanasia no gustan a todos en su formación.
Quién iba a decir el pasado noviembre que, apoyado por la militancia de base, ganaría con un 52,43 % de apoyos sus terceras primarias, revalidando el liderazgo del partido frente al eurodiputado Paulo Rangel, el favorito del aparato. Hay quien cree que ese triunfo es consecuencia de otro suceso inesperado: que el PSD arrebatara el pasado septiembre la alcaldía de Lisboa a los socialistas, pese a no haber ganado las elecciones municipales.
En política no hay reglas escritas, ya que todo puede pasar. En solo nueve meses, el PSD logró acortar la diferencia de quince puntos que le separaban del Partido Socialista hasta alcanzar el empate técnico que le daban las encuestas al final de la campaña a las legislativas. Sondeos puestos en evidencia tras los resultados.
Todos estos son logros que parecían complicados para un hombre que dejó su escaño en el Parlamento en el 2001 para optar a la alcaldía de Oporto, un puesto que mantuvo entre el 2002 y el 2013, convirtiéndose en el regidor más longevo de la historia de la ciudad. Ahí se ganó la fama de ser arisco con la prensa.
Muy celoso de su privacidad, es austero y serio, un carácter forjado quizá en las aulas del Colegio Alemán. En alguna entrevista llegó a confesar que entró en esa escuela por deseo de su padre, que incluso barajó mandarlo después a vivir a Alemania. Rui Rio se negó a ir porque, como llegó a decir, «soy más estricto que la mayoría en Portugal, pero menos estricto que los alemanes». Acabó graduándose en la Facultad de Económicas. Se unió a las Juventudes Socialdemócratas del conservador PSD poco después de la Revolución de los Claveles, el 25 de abril de 1974. Dicen algunos que es un hombre tímido y que por eso no hacía mucha vida social durante su época de regidor en Oporto. Tampoco le gusta que lo contradigan, adora la lamprea de Viana do Castelo —la tierra de su mujer— y no suele leer novelas porque le van más los ensayos técnicos.
El gato Zé Albino
Pero esa timidez la dejó de lado durante una campaña en la que ha sabido atrapar el voto de muchos descontentos. Además, ha echado mano de su gato Zé Albino, un minino humilde nacido en el patio trasero de una casa de Famalicão con el que ha hecho campaña en redes, para difuminar ese carácter austero que le caracteriza. Durante la campaña ha reído, ha hecho bromas, ha bailado.... No ha sido suficiente para derrotar al incombustible António Costa.