Jacobo Formigo, médico rehabilitador: «Los tres primeros meses son claves para la recuperación después de un ictus»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

El doctor Jacobo Formigo que dará la próxima Charla Saludable.
El doctor Jacobo Formigo que dará la próxima Charla Saludable. ANGEL MANSO

El experto explica que la capacidad de mejora es limitada a partir del sexto mes

18 sep 2024 . Actualizado a las 10:33 h.

Las secuelas de un ictus impactan directamente en el día a día de las personas. Para minimizarlas, la rehabilitación es crucial. Con el fin de dar respuesta a las necesidades de los pacientes, este miércoles 18 de septiembre, la sede de la Consellería de Sanidade en Santiago de Compostela acoge la mesa redonda Retos y propuestas de mejora en la atención sociosanitaria del ictus, organizada por la asociación Dano Cerebral Galicia en conjunto con Ipsen. En esta jornada se presentarán los resultados del informe Investigación social sobre el impacto de las secuelas en las fases subaguda y crónica tras un ictus. El doctor Jacobo Formigo, responsable de la Unidad de Rehabilitación Intervencionista del Hospital Universitario de A Coruña (Chuac), vicepresidente de la Sociedade Galega de Rehabilitación e Medicina Física y miembro del comité científico asesor del informe, explica cómo se trabaja para recuperar la autonomía tras un ictus.

—¿Cuáles son las secuelas más frecuentes de los eventos cerebrovasculares que pueden tratarse con rehabilitación?

—Las fundamentales son las motoras, las cognitivas y, dentro de las motoras, las de la movilidad y las del habla y el lenguaje.

—¿Cómo se aborda la rehabilitación de estos pacientes?

—Dividimos la atención en tres fases. Primero, la fase aguda, que es la que se atiende durante los primeros días con un neurólogo o con medicina interna. Después está la fase subaguda de rehabilitación, donde intentamos mejorar lo máximo posible las secuelas con un equipo multidisciplinar compuesto por médicos rehabilitadores, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, logopedas, enfermería y psicólogos. Después hay una fase crónica en la que las secuelas y los déficits funcionales se estabilizan, aunque nunca del todo. Esa fase crónica es la de mantenimiento y durante esta etapa se trabaja para preservar las mejoras conseguidas mediante los tratamientos.

—¿En qué consiste el tratamiento en la fase subaguda?

—El objetivo funcional final es que las secuelas condicionen la independencia del paciente lo menos posible. Para ello, el programa es coordinado por el médico rehabilitador y participan diferentes profesionales desde un ámbito físico, cognitivo y sociosanitario, porque las evidencias muestran que una terapia aislada sin un equipo multidisciplinar y unos objetivos funcionales coordinados altera el pronóstico. Este equipo trabaja en el área deficitaria que tenga el paciente. Si tienen secuelas únicamente motoras, se trabaja con un enfoque destinado a tareas con fisioterapeuta y terapeuta ocupacional. Si hay afectación del lenguaje, es importante el logopeda y si hay afectación cognitiva, se trabaja con neuropsicólogos.

—¿Cuánto dura la rehabilitación?

—Es variable. Va desde pocas semanas, si el pronóstico es muy bueno, hasta unos cuantos meses. La media normal es de alrededor de seis meses. Los tres primeros son los meses de máxima capacidad de recuperación y hasta los seis suele haber una mejora importante. A partir de ahí, de manera crónica sigue habiendo una necesidad de mantenimiento. Hay una cierta capacidad de mejora crónica, pero no es significativo desde el punto de vista funcional neurológico. Esta recuperación de las neuronas se limita mucho a partir de los seis meses. Es decir, si yo ando en bici, seguiré mejorando mientras siga entrenando, pero si no cierro la mano, después de cierto tiempo, va a ser difícil que la cierre. Hay pacientes que, cuando se les da el alta, se siguen gastando el dinero en fisioterapia y en terapia ocupacional, pensando que van a seguir mejorando, y sí, es cierto, pero con estos matices. En la fase subaguda se pretende recuperar el daño cerebral. En la fase crónica, se busca no perder. La rehabilitación pretende alcanzar la máxima recuperación funcional posible dentro de cada lesión y a partir de allí se trata de ir al gimnasio para no atrofiarse y no perder eso que se ha conseguido.

—¿Qué factores mejoran el pronóstico?

—Lo más importante es el tipo de lesión. Si tienes una trombosis que afecta a todo el cerebro, aunque hagas todo bien, tu familia te apoye y te atienda un buen equipo multidisciplinar, el pronóstico es peor. Otros factores relevantes son la situación previa del paciente, el tipo de terapia que reciba, el equipo multidisciplinar en la rehabilitación y el apoyo familiar. Si un paciente de 80 años tiene una situación previa en la que salía a dar un paseo o a la tienda y esa era toda su actividad, no le puedes pedir que haga dos horas y media de actividad física porque va a empeorar su pronóstico.

—¿Cuál es el rol de los familiares y cuidadores para apoyar este trabajo?

—Es fundamental. La participación e implicación de los familiares y cuidadores es uno de los factores que cambian el pronóstico final. Estamos pasando de un modelo de medicina centrada en la atención a una centrada en la persona. Es decir que todo el equipo multidisciplinar gira alrededor de las necesidades del paciente y de su familia. Pero esto implica que ellos tienen que ser proactivos para que la recuperación sea la máxima, porque si son pasivos, no favorecen a que esto ocurra.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.