Alfonso Berrocal, experto en melanoma: «El bronceado no es salud»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Alfonso Berrocal es presidente del Grupo Español Multidisciplinar de Melanoma (GEMM).
Alfonso Berrocal es presidente del Grupo Español Multidisciplinar de Melanoma (GEMM).

El experto explica que tomar media hora de sol al día usando crema solar es suficiente para sintetizar toda la vitamina D que necesitamos

27 jun 2025 . Actualizado a las 16:53 h.

El verano es sinónimo de estar al sol. Los días son más largos y el buen tiempo invita a aprovechar y hacer más actividad al aire libre. Además, recargar la vitamina D en estos meses de mayor incidencia de los rayos UV nos permitirá mantener unas buenas reservas de cara al resto del año. Pero antes de ponernos el bañador y salir corriendo hacia el mar como en Los vigilantes de la playa, conviene repasar los cuidados esenciales para que esta radiación ultravioleta no provoque daño a la piel. En este sentido, el doctor Alfonso Berrocal, oncólogo y presidente del Grupo Español Multidisciplinar de Melanoma (GEMM), advierte que «la exposición solar es algo que ocurre a lo largo de todo el año y en todos los ámbitos de la vida».

—¿Cuáles son algunas situaciones en las que nos exponemos al sol sin ser conscientes de ello?

—Todos tendemos a asociar la protección solar solo con el período vacacional y con el ir a la playa. Sí que es cierto que en el verano la distancia del sol a la tierra es menor y la radiación ultravioleta llega con más fuerza. Pero la exposición solar ocurre a lo largo de todo el año. Incluso hay una exposición solar que es de tipo profesional, en aquellas personas que trabajan al aire libre y reciben cantidades muy importantes. Lo mismo pasa con los deportistas y, de hecho, a veces vemos lesiones de este tipo en deportistas profesionales que tienen que hacer largos entrenamientos con exposición solar. La conciencia de la importancia de protegerse en todos estos colectivos es muchísimo menor que la que tenemos todos ahora de cara al verano.

—¿Podemos broncearnos o recibir radiación del sol estando en interiores muy cerca de una ventana, o en el coche?

—La radiación ultravioleta es capaz de atravesar los cristales y de hecho en conductores profesionales, como los camioneros, vemos con frecuencia lesiones de cáncer de piel en los brazos, que son la parte del cuerpo que más sol recibe en el vehículo. Es importante recordar que el cristal no nos va a proteger y tampoco el hecho de estar en un interior, si nos está dando el sol directo desde fuera, nos está haciendo el mismo daño que si estuviéramos en la calle.

—¿Hay zonas del cuerpo que deberíamos proteger más de lo que lo hacemos?

—El daño solar es equivalente, no hay unas zonas que sean más sensibles que otras. Sí que encontramos unas diferencias en las localizaciones de los tumores cutáneos por sexo, que tienen que ver con las áreas que exponemos más habitualmente. Por ejemplo, en los varones es más frecuente en los miembros superiores y en la espalda y en las mujeres es más frecuente en las piernas. La cara es el sitio más frecuente para todos porque la llevamos todo el año expuesta al sol.

—¿Cómo se produce el melanoma?

—Primero, quiero hacer una aclaración importante. La población general tiende a asociar el melanoma con los lunares y lo cierto es que, si bien el melanoma suele ser una lesión pigmentada, es decir, tiene el aspecto de un lunar, es oscura, la mayor parte de los melanomas aparecen sobre piel sana, no sobre un lunar preexistente. Entonces, lo que tenemos que hacer es vigilar toda nuestra piel, porque lo que debería ser un signo de alarma es la aparición de una nueva lesión pigmentada, no tanto la evolución de una lesión pigmentada previa.

—¿La cantidad de veces que nos quemamos a lo largo de la vida tiene un impacto directo en el riesgo de sufrir un melanoma?

—Sí, hay más factores que influyen, hay un pequeñísimo componente hereditario que afecta a menos del 5 % de las melanomas, pero la mayor parte de los melanomas están relacionados con la exposición al sol. Lógicamente, cuanto mayor y más intensa es la exposición al sol a lo largo de la vida, mayor es el riesgo de desarrollar el melanoma, porque la radiación ultravioleta es de muy alta energía y causa daños en el ADN de las células. Nosotros tenemos mecanismos para reparar esos daños, pero ocasionalmente pueden quedar algunos sin reparar y la acumulación de esos daños es la que finalmente acaba produciendo el tumor maligno.

—¿Quemarse en la infancia aumenta el riesgo de melanoma en la edad adulta?

—Existe una memoria de la piel y cuantas más quemaduras tengamos, más vamos a estar dañando el ADN. Este daño este puede empezar de forma muy precoz en la infancia. Por lo tanto, si dejamos que los niños se quemen, empiezan a acumular daños en su piel desde muy pequeñitos. Lo importante es saber que cualquier quemadura es mala, porque cuando ha aparecido una quemadura hemos superado todos los mecanismos de defensa de nuestro organismo frente a esa radiación solar y el daño que ha producido se va acumulando a lo largo del tiempo.

—¿Cómo podemos diferenciar una lesión potencialmente peligrosa de una mancha normal?

—Utilizamos la regla del ABCDE. La A significa asimetría, las lesiones benignas tienden a ser perfectamente simétricas y si una lesión es asimétrica, es sospechosa. La B es del borde, las lesiones benignas suelen tener un borde muy bien definido y las lesiones malignas suelen tener bordes irregulares. La C es del color, ya que las lesiones benignas suelen tener un color homogéneo sin grandes variaciones en el tono, mientras que las lesiones malignas pueden tener zonas muy negras, zonas más claritas, zonas con una heterocromía importante. La D hace referencia al diámetro, que las lesiones sean de más de 6 milímetros de diámetro indica un riesgo. Finalmente, la E hace referencia a la evolución. Si vemos que la lesión está cambiando a lo largo del tiempo, deberíamos consultar a un profesional para que pueda establecer un diagnóstico. Para personas que tienen muchísimas lesiones pigmentadas, la gente muy pecosa en la que este control es difícil, utilizamos una norma que es la de observar si existe una lesión diferente del resto.

—¿Qué personas tienen mayor riesgo de sufrir un melanoma?

—El melanoma es muchísimo más frecuente en personas de piel blanca. Dentro de este grupo, distinguimos seis variedades del tipo de piel que llamamos fototipos. El fototipo 1 es el de una piel extremadamente blanca, pelo rojizo y multitud de pecas. Los fototipos de pieles más oscuras, que corresponden a personas con ojos oscuros y pelo negro, generalmente tienen pieles más protegidas. Cuanto más bajo es el fototipo del 1 al 6, mayor es el riesgo de tener daños producidos por el sol.

—Una de las medidas más importantes cuando nos exponemos al sol es el uso de crema solar. ¿Qué puede pasar si no reaplicamos suficiente?

—Depende de la duración que de la exposición que vayamos a tener. Lo habitual es que el protector solar, como filtro químico que es, sufra una degradación que aumenta con nuestra propia sudoración, con el tocarnos, con el utilizar una toalla. Así es como vamos retirando parte del protector solar y va perdiendo su eficacia. Por eso se recomienda la reaplicación, teniendo en cuenta que esa reaplicación no va a suponer un aumento del tiempo de exposición al sol que podemos permitirnos. Es decir, si utilizamos un factor de protección de 50 y a las dos horas nos volvemos a poner la misma crema, no es que tengamos un 50 adicional.

—¿Cuál sería el tiempo máximo ideal de exposición para evitar daños?

—Tenemos una necesidad de exposición al sol, tampoco queremos convertirlo en un demonio. La vida en el planeta depende de la radiación solar y nosotros la necesitamos para producir parte de la vitamina D que tenemos. Esta es una vitamina necesaria, pero con alrededor de 30 minutos al día de exposición solar tenemos una generación más que suficiente de vitamina D. Cualquier exposición superior a esta va asociada a riesgos, sobre todo si no utilizamos una fotoprotección o las medidas que se recomiendan de evitar las horas centrales del día en que el sol incide más directamente sobre la superficie del planeta.

—¿Los productos de autobronceado son una buena alternativa al uso de solárium o al bronceado con exposición al sol?

—Con los productos de autobronceado tenemos un efecto tinte que lo que está haciendo es incrementar el color de la piel sin garantizarnos una adecuada protección frente a la radiación. La adecuada protección nos la da la melanina producida por las células epiteliales, que es la que nos puede ayudar a hacer un efecto real de bloqueo de la radiación ultravioleta para que no llegue a las capas más basales de la piel. Esto ocurre de manera natural con exposiciones muy breves al sol, estando protegidos, porque cualquier exposición solar, por pequeña que sea, va a incrementar la síntesis de melanina para proteger la piel.

—¿Existe algún nivel de bronceado que sea seguro?

—El bronceado es un mecanismo de protección, con lo cual, debemos entender que si nos estamos bronceando es que nuestro organismo interpreta que debe protegerse de la radiación solar, porque está siendo superior a la que está preparada para recibir nuestra piel. El bronceado no es salud porque al conseguirlo estamos activando mecanismos de defensa de nuestro organismo.

—En redes sociales se ha visto a algunas personas decir que el protector solar penetra la piel hasta llegar a la sangre. ¿Qué hay de cierto en ello?

—Los protectores solares están regulados por la Agencia Española del Medicamento, han pasado pruebas de seguridad y se consideran fármacos seguros. Con lo cual, podemos desmentir el efecto de toxicidad en ellos. Sí que tenemos una mínima absorción de las sustancias pero en los productos disponibles en el mercado está regulada y está dentro de unos límites totalmente seguros. Para niños muy pequeños, es mejor utilizar protectores físicos, que están hechos con partículas del óxido de titanio que no se pueden absorber y bloquean completamente la radiación solar. Pero los adultos podemos utilizar todos los protectores disponibles sin mayor problema.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.