Lucidez antes de morir, la incógnita de la neurociencia: «Aunque la familia diga que el paciente ya no es él mismo, defendemos que sí»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Acompañar a una persona en la etapa final de su vida es un desafío.
Acompañar a una persona en la etapa final de su vida es un desafío. iStock

La ciencia aún está intentando explicar por qué algunos pacientes que sufren demencia recuperan sus atributos cognitivos en las horas o minutos previos a su fallecimiento, pero las hipótesis apuntan a la neuroplasticidad como causa

23 sep 2025 . Actualizado a las 10:29 h.

Comprender el proceso de la conciencia humana es la gran frontera de la neurociencia. Desde que la neurología comenzó a consolidarse como una rama de la medicina, un avance que se empezó a acelerar a partir de mediados del siglo XIX, con el estudio sistemático del sistema nervioso a nivel clínico, esta ha sido la incógnita a resolver. Hoy sabemos que el cerebro es el órgano encargado de producir la conciencia, pero cómo se traducen los impulsos eléctricos generados en este órgano en aquello que entendemos, comúnmente, como la conciencia y la personalidad de los individuos sigue siendo el terreno por conquistar.

Estos espacios en blanco que aún no ha rellenado la ciencia son los que hacen que sea tan difícil comprender fenómenos como la lucidez paradójica, una manifestación que se da en muchos pacientes que sufren de demencias. Se trata de episodios en los que la persona vuelve a recuperar, momentáneamente, un determinado nivel de lucidez y cierto grado de razonamiento cognitivo que había perdido con la patología neurodegenerativa. Durante estos momentos, el paciente puede volver a reconocer a sus familiares, hablar con mayor fluidez o manifestar su voluntad.

Lucidez paradójica y lucidez terminal

A nivel científico, la lucidez paradójica se describe como «un episodio de comunicación o conexión inesperada, espontánea, significativa y relevante en personas con demencia avanzada», según una revisión sobre el tema publicada en el 2024 en la revista de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, si bien la publicación señala que la definición de este tipo de episodios «no está cerrada». «Se caracteriza por la aparición de una conexión que se da en una persona en la que esto no es esperable», detalla José Manuel Marín-Carmona, coautor principal de la revisión y especialista en Geriatría en el Programa de Memoria del Centro de Envejecimiento Saludable del Ayuntamiento de Málaga.

Lo que resulta curioso es que, en una gran parte de los individuos en los que ocurre, estos episodios suceden justo antes del fallecimiento del paciente, en las horas o días previos. En estos casos, a nivel clínico, se habla de lucidez terminal, un fenómeno que «es más frecuente en pacientes con antecedentes de una demencia grave, de las que, estadísticamente, la más frecuente es la enfermedad de Alzheimer y es el caso en el que este fenómeno está más estudiado», observa el doctor Javier Camiña, Vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

«En muchos casos, la persona recupera su conciencia de quién es y de en qué contexto está. Sabe con quién está hablando y comprende en qué condiciones está. Pero son episodios momentáneos que pueden durar minutos, horas o, en algunos casos, días. En un porcentaje muy elevado ocurren en las horas previas al fallecimiento», describe Marín-Carmona.

Neuroplasticidad y nuevos paradigmas

Si bien aún se desconocen las causas que pueden llevar a que este tipo de episodios de lucidez ocurran, existen hipótesis a nivel teórico. «Hay varias posibles explicaciones. Se cree que puede haber una serie de cambios neuroquímicos en las horas o el día previo al fallecimiento. En general, la mayoría de estas muertes son secundarias a alguna causa que provoque una hipoxia cerebral, que es una menor concentración de oxígeno en este órgano. Se producen una serie de cambios inflamatorios que podrían justificar bioquímicamente una mejoría transitoria. Esto podría traducirse en esos cambios neuroclínicos y esas posibles conexiones sinápticas nuevas, pero muy breves», explica Camiña.

El mecanismo sería, en caso de demostrarse la hipótesis actual, el desarrollo de nuevas conexiones neuronales entre diversas redes cerebrales, «pero a pequeña escala y de manera muy breve, como un último intento de compensar este proceso de neurodegeneración, lo que se traduce en un estado de lucidez. A veces hay una mayor capacidad de orientación, una mejor comunicación o un reconocimiento de los familiares», señala el neurólogo. Esta teoría se sustenta en el hecho, cada vez más respaldado por la evidencia científica, de que las personas tenemos cierta capacidad de neuroplasticidad que se mantiene a lo largo de la vida, incluso en la tercera edad, y también en individuos con patologías neruodegenerativas.

La neuroplasticidad, un concepto desarrollado a partir de las investigaciones de Santiago Ramón y Cajal, consiste en la capacidad del cerebro de adaptarse a circunstancias cambiantes en su estructura, compensando fallos o lesiones que puedan aparecer. La modificación de las sinapsis neuronales es lo que le permite al órgano cambiar para adaptarse y seguir funcionando. Estos cambios son microscópicos, pero consiguen que el cerebro se modifique desde un punto de vista fisiológico. Y estos cambios ocurren constantemente, con cada nueva experiencia o aprendizaje.

En este sentido, la lucidez terminal podría dar una pista acerca de cómo se producen los daños neurodegenerativos en el contexto de las demencias. «En general, se están produciendo daños estructurales a nivel cerebral, una atrofia o unos cambios vasculares que destruyen estructuras de este órgano y que son progresivos e irreversibles. Estos daños se supone que hacen que la persona esté desconectada, desorientada, que no se pueda comunicar. Pero, si nos encontramos con que en ese contexto se puede recuperar temporalmente la función, a lo mejor es porque esta neurodegeneración no es estructural, sino más bien funcional», explica Marín-Carmona.

En otras palabras, si este fenómeno se explica porque las mismas conexiones funcionales que fallan en los cerebros de las personas que padecen enfermedades neurodegenerativas avanzadas se pueden activar en momentos determinados y de manera puntual, «las investigaciones se tendrían que centrar en esas redes funcionales que se pueden activar, para entender por qué sucede y cómo», señala el especialista en Geriatría.

Identidad y conciencia

Cuando un familiar o una persona cercana recibe el diagnóstico de una patología neurodegenerativa como el alzhéimer, es frecuente tener la percepción de que el paciente ha dejado de ser él mismo o ella misma. Los expertos señalan que esta percepción podría estar más equivocada de lo que pensamos y, además, podría ser perjudicial para la persona que padece la enfermedad.

«Cuando vemos cómo nuestros pacientes se van deteriorando y van perdiendo capacidades cognitivas, incluso desarrollando trastornos de conducta o neuropsiquiátricos, es muy frecuente que los familiares nos digan: "Ya no es mi padre", porque ha perdido los atributos que uno reconocía en esa persona. Existe un debate filosófico y ético importante respecto de si la identidad personal se sigue manteniendo en esos casos. Nosotros defendemos que sí. Mientras haya conciencia, la persona está ahí y fenómenos como la lucidez terminal o paradójica lo que hacen es demostrarnos que efectivamente, esa identidad sigue ahí. Por tanto, la dignidad de esa persona debe mantenerse por encima de todo», asegura Marín-Carmona.

En este sentido, si tenemos un familiar que padece una enfermedad neurodegenerativa y notamos estos cambios repentinos en su condición, la recomendación de los expertos es tomarlo como parte natural de ese proceso de la patología. «Nuestro consejo es que intenten acompañar, cuidar y hablarles como si la mayor parte del tiempo pudiesen estar entendiéndonos, incluso aunque puedan estar confusos o desorientados. Aunque esto forma parte de un cuadro que va avanzando, que es progresivo y degenerativo, puede haber una oscilación y un momento de lucidez que se encuentra a nivel clínico con relativa frecuencia y, si esto sucede horas antes del fallecimiento, puede ser una oportunidad para despedirse», concluye Camiña.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.