¿Eres más de té o de café?: qué aporta cada uno y cuál es mejor

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

El café tiene beneficios demostrados para la salud, pero el té también cuenta con sus propiedades útiles.
El café tiene beneficios demostrados para la salud, pero el té también cuenta con sus propiedades útiles. La Voz de la Salud | iStock

Analizamos las bebidas más populares para el desayuno y te contamos cómo tomarlas

30 may 2022 . Actualizado a las 09:57 h.

El y el café son dos de los productos más consumidos en todo el mundo. Muchos días, una dosis de cafeína es justo lo que necesitamos para motivarnos a salir de la cama y empezar con energía la jornada. Frías o calientes, con o sin leche, sin endulzar, edulcoradas o endulzadas con azúcar, estas bebidas están en la mesa de casi todos los desayunos y meriendas.

Tanto el té como el café se han asociado a una disminución en el riesgo de padecer ictus y desarrollar demencia. Así lo halló un estudio publicado en el 2021 en Public Library of Science Medicine, que concluyó que conviene incluir ambos en la dieta de los adultos. La combinación de ambas bebidas, señala el estudio, es lo que más fuertemente se asocia a estos efectos positivos.

Pero ¿qué beneficios tiene cada una? Y al final, ¿cuál es la mejor opción? Lo cierto es que depende. No solo de nuestros gustos, sino de qué prioricemos. «Ambas bebidas, tomadas de manera y de fuentes adecuadas, tienen efectos beneficiosos, por lo que saber cuál es mejor depende de para quién, qué necesite, qué le gusta», señala la nutricionista Adriana Fernández Vidal.

Beneficios de cada uno

El es beneficioso para reducir la inflamación, ya que sus hojas son una buena fuente de catequinas y epicatequinas, sustancias con efecto antiinflamatorio. Además, es un producto más amigable que el café para el sistema digestivo. Es menos ácido y, según un estudio, proporciona alivio a pacientes con enfermedad de Crohn, mientras que el café puede resultar demasiado agresivo para estas personas y también para aquellas que sufren de úlceras.

El café, por su parte, se ha relacionado con la prevención del párkinson, la demencia y el alzhéimer. Recientemente, algunos estudios han vinculado el consumo de café con la prevención de ciertos tipos de cáncer, como el de mama, útero, hígado o próstata.

Efectos negativos

Por un lado, se ha visto que el café sin filtrar, como el Expresso o el café francés, puede elevar el colesterol por encima de lo recomendable. El té, por otro lado, contiene altas cantidades de tanino, lo que puede llevar al desarrollo de anemia al disminuir la absorción de hierro en el organismo. Ambas bebidas dejan manchas en el esmalte de los dientes y su consumo excesivo se asocia a varios problemas derivados de la cafeína.

Cafeína

En esta sustancia radica la principal diferencia entre el té y el café en términos nutricionales. Si hablamos de cafeína, es cierto que el café cuenta con unos 95 miligramos por taza, mientras que el té negro carga apenas con una fracción de esa cifra: 35 miligramos por cada 240 mililitros. El té verde, reconocido por sus propiedades antioxidantes, es todavía más bajo en cafeína: solo cuenta con 32 miligramos por taza. La cuestión, entonces, está en saber cuánta cafeína deseamos consumir.

La cafeína puede ser un arma de doble filo. Por un lado, es cierto que su acción estimulante tiene efectos confirmados a nivel cognitivo y también hay varios estudios que prueban una mejora en la ejecución de tareas psicomotoras como la conducción de vehículos, como te contamos en este artículo.

Pero, por otro lado, la cafeína puede afectar negativamente al cuerpo. Según la Clínica Mayo, la cafeína puede aumentar temporalmente la presión arterial y también se ha asociado a un leve aumento en los niveles de colesterol. Otros de sus efectos adversos incluyen la acidez estomacal, nerviosismo, e insomnio. La cafeína puede además interactuar con algunos fármacos, causando una reacción tóxica o impidiendo que hagan efecto.

También es cierto que un exceso de cafeína puede provocar migrañas en aquellas personas que las padecen. Un estudio de la Universidad de Harvard publicado en el 2019 en The American Journal of Medicine halló una asociación entre el consumo de tres bebidas con cafeína al día y una mayor incidencia de migrañas, mientras que beber dos tazas o menos no tenía esos efectos.

Hay circunstancias puntuales en las que renunciar a la cafeína puede ser beneficioso. Durante el embarazo, se recomienda limitar la ingesta de esta sustancia a 200 miligramos diarios, ya que un exceso de cafeína se ha asociado a un mayor riesgo de pérdida de embarazos o bebés que nacen con bajo peso. También se recomienda evitar la cafeína si se tiene un trastorno de ansiedad severo, problemas cardíacos, úlcera gástrica, reflujo o problemas en los riñones o el hígado.

La cantidad de cafeína del té puede variar en función del tipo de té que uses y el formato en el que lo prepares: las bolsitas permiten preparar una infusión con más cafeína que las hojas sueltas, ya que en las bolsitas, las hojas están molidas de forma más fina, facilitando la penetración del agua. Para reducir la cafeína de tu té, déjalo infusionar por menos tiempo, y prepáralo con agua un poco menos caliente.

En todo caso, la clave estaría en la moderación. «Poca cantidad de cafeína hace bien, mucha cantidad hace mal. Hay evidencia de que poca cafeína hace mejor que nada de cafeína», explica la nutricionista Laura Romano. «Se recomienda no pasar los 400 miligramos de cafeína al día, tanto de té como de café, para evitar posibles trastornos. Podemos decir como recomendación una dosis máxima de 4 tazas al día», indica Fernández Vidal. Cabe señalar que las opciones descafeinadas que existen en ambos casos, tanto en versiones del café como en el té, permiten disfrutar de estas bebidas sin incorporar cafeína al organismo.

Antioxidantes

Tanto el té como el café son productos ricos en compuestos que tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. En este sentido, contienen polifenoles, vitaminas y minerales que aportan beneficios a nuestro cuerpo. «Al té y al café se le otorgan propiedades antioxidantes, mejoras de atención, memoria y sueño. Sin embargo, el exceso de su consumo se asocia con reacciones de tipo nervioso, inquietud, dolor de cabeza, ansiedad, insomnio, dependencia», distingue Fernández Vidal.

Calorías

Aquí todo dependerá de cómo consumamos nuestra bebida. «una taza de café filtrado, sin agregados, tiene menos de 5 calorías y no tiene grasa. Pero si agregas extras a tu café, también agregas calorías extras». En este sentido, los elementos extra o añadidos como el azúcar o la leche pueden ser los principales aportadores de energía calórica en una infusión.

Mientras tanto, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) afirma que el té contiene una caloría por cada cien gramos. Esto se traduce en alrededor de 2 calorías por taza, aunque seguimos hablando de la infusión elaborada únicamente con té y agua: en cuanto empezamos a endulzar o añadir grasas, es otro cantar.

¿Cuántas calorías suman a tu café los añadidos?

  • Azúcar: 16 calorías por cucharadita 
  • Nata: 101 calorías por cada 2 cucharadas
  • Leche condensada: 90 calorías por cada 3 cucharadas 
  • Leche descremada: 10 calorías por cada 2 cucharadas 

«El café es fenomenal, pero luego si le echamos leche, leche condensada, azúcar, pues ya estamos mermando la calidad de ese producto. Ojo con lo que le añadimos. Al té podemos añadirle un poquito de limón, y si lo tomamos con mucha azúcar, podemos ir bajando la cantidad poquito a poco para ir educando el paladar. Es bueno tomar café y té pero hay que ver cómo y cuál tomamos», insiste Fernández Vidal.

En particular, se aconseja evitar tomarlos con edulcorantes. «Lo que puede dar más hambre es el edulcorante. Lo loco del edulcorante es que es muy de la gente que se quiere cuidar. Entonces, es un arma de doble filo. Me quiero cuidar, tomo edulcorante y, al final, el edulcorante me termina haciendo peor. Porque me da más ganas de comer dulce», observa Romano.

Cómo beber café o té

Hoy en día, las opciones son prácticamente infinitas cuando se trata de elegir una forma de tomar nuestro té o café. Aunque nuestra elección también va a depender de nuestros gustos, hay que tener en cuenta que los beneficios de las bebidas cambian según el método de consumo. «El café frío, debido al grado de acidez, sienta mejor al estómago, al esmalte dental y es menos amargo en sabor. En el caso del té, se recomienda tomarlo caliente porque se ha podido ver que su efecto antioxidante es mayor; aún así, tomarlo frío es una buena alternativa si uno busca refrescarse», propone Fernández Vidal.

¿Cuándo se recomienda consumir estas bebidas? «Por su efecto estimulante, hablaría más bien de cuándo es mejor evitarlos: a partir de media tarde aproximadamente, para que no interfieran en el sueño. En el desayuno es un buen momento para tomarlos», dice Fernández Vidal. Durante la tarde, la nutricionista aconseja probar «otras infusiones como el rooibos que no tiene teína, de frutos rojos, menta o, agua con gas, kombucha, que es un té fermentado que últimamente está de moda, o zumo de tomate».

«Lo más importante es también cómo se consume. Por ejemplo, en el caso del café, es recomendable comprarlo natural, la variedad arábica es muy buena opción. Mucha gente compra el café mezcla y este pierde propiedades. Además, tiene algo de azúcar del proceso de hacerlo torrefacto. El tipo de café es importante. Y, si entramos ya en ser puristas, lo ideal sería comprarlo en grano para molerlo en casa y prepararlo. Luego, con las cápsulas de café hay que tener cuidado, porque esos cafés pierden propiedades, y también puede haber una transmisión de aluminio de las cápsulas. Es una vía de entrada de disruptores endocrinos en el organismo, así que yo recomiendo utilizar una cafetera a la que tú añadas el café, evitando este tipo de envases, o también hay cápsulas de materiales de calidad, ecológicos, reutilizables, para que tú le añadas la dosis de café molido bueno y ya te lo prepares en la cápsula», apunta Fernández Vidal.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.