Diarrea del viajero, estreñimiento y gases: así puedes combatirlos en vacaciones

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

La Voz de la Salud

Estas tres patologías intestinales son frecuentes en este período del año. Te explicamos cómo puedes prevenirlas.

15 ago 2022 . Actualizado a las 16:05 h.

La «venganza de Moctezuma» afecta a muchos turistas que visitan México. Se puede llegar a esconder en los típicos tacos, quesadillas y nachos, y empieza a manifestarse unas horas después de su degustación. Náuseas, vómitos, diarrea y dolor estomacal son algunos signos que forman parte de esta curiosa vengativa que se remonta a tiempos del emperador Moctezuma II (1466-1520) de la civilización azteca, que fue derrotado por el conquistador español Hernán Cortés. 

En otras palabras, la expresión no deja de ser una forma para referirse a la diarrea del viajero. Una patología que lejos de ser exclusiva en el país mexicano, puede padecerla cualquier persona que viaje en sus vacaciones. Describe el aumento de deposiciones, con un mínimo de tres diarias, acompañadas de malestar general, calambres abdominales, febrícula, náuseas o vómitos. 

Diarrea del viajero

Dependiendo de las zonas a las que se viaje, la probabilidad de contraer esta infección varía, pero podríamos decir que nadie está exento. «Son infecciones gastrointestinales por la ingesta de algún tipo de comida o bebida que se encuentre contaminada por algún tipo de patógeno. Principalmente, por bacterias, virus o parásitos. Aunque lo más frecuente es que se trate de bacterias de tipo Escherichia coli», explica Roi Ribera, médico digestivo en el Hospital Son Llátzer de Mallorca. En el caso de la bebida, ya no solo por la que ingerimos, también por el agua con la que están hechos los hielos con los que la refrescamos o la que utilizamos para lavarnos los dientes. De hecho, para todas estas situaciones, se recomienda que el agua sea embotellada.  

«Generalmente son infecciones leves que ocurren entre los dos y cinco primeros días de la ingesta y que se suelen autolimitar. No suele ser algo grave. Luego hay algunas que puedan ser más problemáticas, que incluso te provoquen sangre en las heces y lleguen a ingreso hospitalario. Pero en la mayoría de ocasiones, es autolimitada y con hidratarte y un poco de reposo digestivo es suficiente», añade. 

En caso de padecerla, Ribera recomienda una dieta astringente. «Ingerir alimentos que favorezcan la formación de las heces —como arroz—, pero, sobre todo, evitar alimentos que no tengamos la seguridad de hayan pasado los respectivos controles de seguridad alimentaria», asegura Ribera. Además, es importante la hidratación: «Uno de los problemas de la diarrea son los efectos secundarios que te dejan y básicamente lo que te provocan es deshidratación y pérdida de electrolitos y demás. Siempre que te puedas hidratar por vía oral, mejor. De hecho, lo que se le hace a la gente cuando está muy afectada y no puede comer o beber es ponerle suero». 

«El problema es que muchas veces aunque tengas precaución, existe la mala suerte. Hay microorganismos probióticos que nos ayudan a cortar síntomas e incluso prevenirlos. Como por ejemplo, la Saccharomyces boulardii, que es una levadura, nos ayuda a cortar síntomas e incluso prevenirlos. Es bastante resistente y puede ir en la maleta de viaje, estar a temperaturas más o menos elevadas, y va a seguir siendo útil», considera Olalla Otero, doctora en Biología por la Universidad de Vigo y miembro del equipo científico de Nutribiótica. 

Entre los grupos de población vulnerables a este tipo de trastornos gastrointestinales nos encontraríamos a los más pequeños y personas mayores, porque tienen un intestino más vulnerable. Así como pacientes de una enfermedad inflamatoria intestinal, que también deben tener más precaución «porque sabemos que tienen una microbiota que puede estar en desequilibrio siendo más vulnerables a infecciones». 

No es lo mismo un probiótico que un prebiótico

La similitud de los términos puede llevar a confusión, pero no son lo mismo. «El probiótico es un organismo vivo que cuando lo ingerimos en una cantidad adecuada, nos proporciona un beneficio. En cambio el prebiótico, son compuestos que alimentan nuestra microbiota», señala Otero. 

Estreñimiento 

Otro de los posibles acompañantes —no deseados— en nuestras vacaciones es el estreñimiento. Afecta a entre el 12 y el 20 % de la población española según la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), y además, es el doble de frecuente en mujeres. Tal como explicamos en este artículo, no se trata de una enfermedad, sino un síntoma, y se establece que existe cuando hay menos de tres deposiciones semanales, con heces duras, escasas y secas. 

«Las causas que se saben que provocan estreñimiento son la deshidratación, la falta de ejercicio físico y una dieta baja en fibra. En verano es más fácil padecerlo porque al estar más expuesto al sol, hay más tendencia a la deshidratación. Eso, podría ser una. Pero además, el hecho de que quizás viajes más o alteres tu hábito dietético habitual también puede suponer que comas menos fibra», comenta Ribera.

Por lo tanto, teniendo en cuenta la raíz del problema, el médico recomienda cuidar esas pautas para que siga fluyendo nuestro ritmo intestinal: «Hacer lo que más se parezca a tu vida normal, es decir, hidratarte, ejercicio físico y una dieta alta en fibra son los mejores consejos para evitarlo».

En el caso de querer optar por un probiótico que nos ayude para este fin, Otero sugiere los que se realizan con cepas de Bifidobacterium y Lactobacillus, que ayudan a regular el tránsito intestinal. 

Gases

Cuando le damos mucho trabajo a nuestro sistema digestivo, este nos manda señales. Una de ellas son los gases, que son provocados, sobre todo, por alimentos con alta fermentación. Teniendo en cuenta solo esto, no se podría considerar que se trata de una de las patologías frecuentes en vacaciones, ya que son alimentos que ingerimos durante todo el año. No obstante, sí es cierto que también están relacionados con nuestra forma de ingerir los alimentos, y esto en época veraniega, sí que es más variable. Comidas más copiosas o con menos tiemo del habitual marcadas por el planning del viaje.

«Si le das más trabajo al intestino, puede que cueste más digerir y por lo tanto, se generan más gases. Además, al comer más rápido, también se ingiere aire. Eso hincha y generalmente provoca más eructos», comenta Ribera. De esta forma, asegura que sí que se podría hacer una diferenciación teniendo en cuenta qué es lo que provoca esos gases: «Cuando la hinchazón se produce tres o cuatro horas después de comer, sí que puede ser porque has comido alimentos que son altamente fermentables y cuando los vas digiriendo, van soltando aire después. Si en cambio se produce al poco de acabar de comer, los gases tienen más que ver con comer rápido».  

Una dieta baja en carbohidratos fermentados (FODMAP, por sus siglas en inglés), un tipo de carbohidratos presentes en algunos alimentos, pueden ayudar a algunas personas con este tipo de sintomatología. Algunos de estos alimentos altos en FODMAP's, y que por lo tanto la reducción de su consumo provocaría menos gases son:  

  • Cereales, pseudocereales y derivados como el arroz integral o salvaje, avena, cebada, centeno, maíz o trigo integral. 
  • Legumbres como las alubias, garbanzos, guisantes, habas o lentejas. 
  • Verduras como el ajo, la alcachofa, berenjena, brócoli, cebolla, coles de bruselas, coliflor, espárragos, lechuga, pimiento, puerro, remolacha o setas. 
  • Frutas como el albaricoque, arándanos, fresa, manzana, pera o el aguacate. 
  • Frutos secos y lácteos. 
  • Algunas carnes procesadas como hamburguesas, salchichas, embutidos o fiambres.

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.