Juan Revenga, nutricionista: «Si un niño no quiere comer, en la cena no se le debería poner lo mismo en el plato. Eso es tortura»
VIDA SALUDABLE
El profesional, y divulgador, de la nutrición critica la expresión «con moderación» y propone cambiarla por «cuanto menos, mejor»
15 nov 2022 . Actualizado a las 10:34 h.Juan Revenga es uno de los mayores divulgadores de la alimentación en España. Es nutricionista y biólogo, además de profesor en la Universidad San Jorge y en la Universidad Francisco de Vitoria. No le gusta hablar de «nutricionismos», o eso nos dijo. Prefiere mencionar alimentos y olvidarse de los nutrientes. Más brócoli y menos vitaminas. Al menos para que el mensaje llegue a la población general. «Somos el único animal de la faz de la tierra que es racional, tiene conocimiento y hay que decirle cómo tiene que comer».
—¿Qué es para usted, como profesional de la nutrición, una dieta saludable?
—Aquí hay dos reglas. En primer lugar, dejar de comer ultraprocesados. Como dice Julio Basulto, un grandísimo compañero y amigo, «Come mierda» (el título de su libro). Es decir, para tener una buena relación con la comida, lo primero que hay que hacer es dejar de hacer las cosas mal. Deja de consumir ultraprocesados, o consumir los menos posibles. Y el segundo consejo es incluir más alimentos frescos de origen vegetal, es decir, frutas, verduras y hortalizas. Esto es ir a lo importante, y nada de hablar de proteína, B12 o gluten. Lo que hay que hacer es dejar de hacer las cosas mal y consumir más vegetales porque es la primera pauta que da la OMS al respecto de llevar una alimentación saludable, y uno de los elementos en los que falla estrepitosamente la población española en concreto, y occidental en general.
—Menciona el gluten. ¿Tiene sentido sacarlo de la dieta cuando la persona no es celíaca?
—Comer sin gluten si no tienes enfermedad celíaca, o intolerancia al gluten no celíaca, es una solemne memez que han puesto de moda famosos como Gwyneth Paltrow o Novak Djokovic. Es una moda que va a lomos de gente que no tiene ni idea de nutrición y de ciencia, pero están a lomos de un caballo llamado «me voy a forrar», consiguen mover a una población que los ven como persona influyentes porque son destacadas en su campo de acción. Aunque a día de hoy, ya está un poco de capa caída.
—¿Cómo deben entender los consumidores el consumo ocasional de ultraprocesados? La nutrición no es una ciencia exacta.
—El «ocasionalmente» o «con moderación» ha pasado a la historia, y la expresión que la debe sustituir es «cuanto menos, mejor». A mis alumnos de grado les pedí que, en un papelito, escribiesen por un lado que consideran como consumo moderado respecto a los refrescos, y por otro, respecto a la bollería. En la última encuesta que hice, los resultados tenían una horquilla muy amplia: el más restrictivo decía que el consumo de refrescos ocasional respondía a «no más de un litro al año», y el que menos, «no más de dos vasos cada día». Si esto se traslada a productos mucho más conflictivos como el alcohol, la horquilla es más amplia todavía. Todo el mundo considera que bebe alcohol de una forma moderada. Y este mensaje nos viene muy bien para justificar que en ese momento nos apetezca comer algo. No solo esto, sino que una persona puede comer un bollo de forma ocasional, otro día un snack salado, otro día una copa, y otro día una pizza. Y claro, ocasionalmente se traduce a todo el rato. Esto lo dice un guía alimentaria, el Triángulo Invertido de la Alimentación, distinto a la pirámide tradicional. Esta guía dice que cuanto menos ultraprocesados, mejor. De hecho, ni los incluye. Esto no ocurre en la pirámide tradicional de alimentación en España. En esta figura, estos alimentos aparecen en la cúspide. Lo aguanta todo, hasta el punto de que España es el único país cuya guía de alimentación incluye bebidas alcohólicas. El problema de estos productos no solo es que sean ultraprocesados en sí, sino que al comerlos, desplazas el consumo de otros más saludables porque el hueco está cubierto. Es decir, para tomar de postre tienes unas natillas o una pieza de fruta.
—Me hablaba antes de la bollería y repostería. ¿Es más saludable la casera? Siempre pensamos que lo hecho en casa está mejor.
—No. Es bollería, y me da igual que sea industrial y comprada en el supermercado que que la haga la abuela. Ella lo hará con mucho amor y cariño, pero no cotiza en la bolsa de la nutrición. Es lo mismo porque lleva mucha harina, mucho azúcar y ciertas grasas.
—España es la huerta de Europa y, paradójicamente, no consumimos demasiada fruta ni verdura.
—Exacto. No es que seamos uno de los grandes productores, sino que somos, con gran diferencia al segundo clasificado, el mayor productor de productos vegetales frescos, tanto de verduras y hortalizas como de frutas. En cambio, respecto al consumo, estamos por debajo de la media.
—Entonces, ¿cómo se puede aumentar su consumo?
—El cambio solo depende de la voluntad política. Es decir, no podemos hacerlo descansar sobre los productores, que están atomizados y no pueden competir contra grandes multinacionales. Ni tienen la suficiente presencia en medios de comunicación, ni poder de para contratar publicidad y cambiar el paradigma. Con lo cual, esto solo se transformará cuando la administración se lo ponga difícil a los que no deberían estar. Esto no lo digo yo, lo dice la revista científica The Lancet. Es decir, tienen que controlar su publicidad, limitar el espacio reservado y no patrocinar determinadas actividades. Así es como cambiaría todo esto, el resto sería falso.
—¿Y las familias cómo podrían conseguir que los pequeños comiesen más vegetales?
—Si la familia come bien, ellos comen bien. Si tú lo chantajeas para que lo haga, difícilmente conseguirás el éxito. Es decir, conseguiremos que nuestros hijos coman más frutas, verduras y hortalizas cuando nos vean hacerlo al mismo tiempo, y a la vez. Compartiendo espacio con ellos. Y todo esto empezando desde el principio, no vale comenzar cuando tengan siete años. Además, hay que tener en cuenta que los niños solo hacen en el comedor una quinta parte de las comidas de todo el año. Ese no es el sitio dónde se les debe educar, sino en casa.
—El chantaje, el premio u obligar a que se acaben todo lo del plato es el mayor error, ¿no?
—Sí, el llamado cubo de plato limpio es un gravísimo error. El apetito es el mejor indicador de lo que tiene que comer ese niño en concreto, no todos, siempre y cuando esté delante de una oferta aceptable, saludable y llena de buena opciones. Se le tiene que servir poquito, para no tirar muchito. Si quiere más, le damos más. Y si no quiere comer, pues no come, pero en la cena no se le debería poner lo mismo en el plato. A eso se le llama tortura. Tiene que tener opciones saludables, y debemos ofrecerle distintas presentaciones, ejercer de padre o madre y no desesperar, ni pensar que tenemos delante una máquina. Un día, el niño puede tener un apetito, y al día siguiente, otro completamente diferente. Y un día, decide que no le gustan los espárragos hasta que se los pones en una pizza.
—Metiéndonos en el tema de la publicidad. En sus redes sociales contó que puso una reclamación ante Autoconsumo contra Danone, por comenzar un anuncio diciendo que «9 de cada 10 españoles tienen déficit de vitamina D», y ganó. ¿De qué forma se utilizan estas afirmaciones? Siempre vemos muchos reclamos como que un producto reduce el colesterol o la hipertensión.
—Aquí hay dos cosas. Cuando hablan del colesterol, y de otros complementos alimenticios, se trata de una alegación de propiedades saludables, reguladas por el Reglamento Europeo 432/2012, que limita estas cuestiones. Muchas las bordean. En cambio, en el caso de la afirmación «9 de cada 10 españoles tienen déficit de vitamina D» están hablando de un nutriente, no de propiedades, y a continuación dicen que su producto tiene equis cantidad de ese nutriente. Todo ello regulado por el Reglamento Europeo 1924/2006. El producto de Danone cumplía esta normativa, pero la estaba infringiendo con el cebo. Las normas que regulan la publicidad de alimentos en España dicen que estos reclamos tienen que estar basados en pruebas científicas y contrastables. Yo me dedico a esto y no sé decirte el déficit de vitamina D de los españoles porque no es lo mismo una persona de Vigo que una de Huelva. Esto hace que todos los estudios al respecto sean un sindios. Con lo cual, se sacaba un dato de la chistera, que les quedaba muy bien y les servía para construir un diálogo.
—Por quedarnos en este terreno, me gustaría hablar sobre publicidad y población infantil. ¿De qué forma nos engaña la industria con los dibujos en los yogures o con el reclamo de la primera galleta?
—La población infantil es un colectivo especialmente sensible y preocupante con respecto a la publicidad. Tanto la Organización Mundial de la Salud, como otras instituciones y administraciones, entre ellas la española, se han puesto a regularlo. La peor forma de engañarnos es hacernos tragar con un código de autorregulación de la propia industria, con el código PAOS. Nos dicen que ellos se autorregulan y que, además, se prohíben cortas conductas. Pues resulta que el 70 % de la publicidad que se emite infringe este código, porque como son ellos mismos los que se deben sancionar, pues no lo hacen. Es decir, siguen haciendo cosas no beneficiosas para los niños, al mismo tiempo que no cumplen su código y salen indemnes.
—¿A Danone lo sancionaron por lo que usted presentó?
—No. Los de Autocontrol me dieron la razón. De hecho, la marca ni siquiera quiso entrar en el litigio y quitó la publicidad. Pese a haberlo hecho mal durante un tiempo, nadie le puso una sanción. Esto es lo mismo que si una persona va a 240 kilómetros por hora por la autopista, por la noche, con las luces apagadas y borracho, y cuando un guardia civil la pilla, la manda para casa.
—¿La grasa de la leche entera es tan mala como se cree? Parece que ponerse a dieta significa pasarse a la desnatada.
—No. De hecho, algunas investigaciones recientes apuntan a la idea de que, lejos de lo que se pensaba, la grasa de la leche es positiva. Y fíjate. No tiene sentido tomar un lácteo desnatado, con azúcar y cacao. Se vio que su consumo está asociado a personas con sobrepeso y obesidad, así que entiendo que estamos haciendo las cosas al revés. Y por último, los productos desnatados pueden crear el efecto halo. Como piensas que es sano, compensas y comes más de otra cosa menos sana. Por ejemplo, me tomo una taza de chocolate con una tostada de mantequilla y mermelada de dos pisos, pero que me pongan sacarina.