Isabel y Rosa, juntas desde el año 2000: «Cuando estás por tirar la toalla, la persona que te aguanta todos los días o te saca adelante o se hunde contigo»
VIDA SALUDABLE
La pareja contrajo matrimonio en el 2005 y a lo largo de casi 25 años han atravesado etapas difíciles marcadas por problemas económicos y de salud mental
28 ene 2025 . Actualizado a las 13:25 h.Isabel y Rosa se conocieron en el año 2000. Isabel se había trasladado de Vigo a Santiago por una plaza laboral y en su nuevo lugar de trabajo, conoció a la que ahora es su esposa. «Empezamos a salir en septiembre de ese mismo año y seguimos hasta hoy. Nos casamos en cuanto se aprobó la ley que lo permite. Fuimos unas de las primeras de Galicia. Lo hicimos por amor, pero también por militancia. Después de haber luchado tanto por este derecho nos parecía lógico y coherente ejercerlo», cuenta Isabel. La pareja lleva unida casi un cuarto de siglo.
Salud mental y pareja
La relación ha sido sólida desde el primer minuto, lo que no significa que no haya habido momentos duros. Poco después de conocer a Rosa y entablar el vínculo, Isabel sufrió discriminación laboral por su sexualidad y esto derivó en una depresión. Perdió su trabajo y su salud mental se resintió aún más.
En este período, el apoyo de Rosa fue crucial a nivel económico, pero también anímico. «Es increíble la paciencia de esta mujer», dice Isabel. «Mi carrera se acabó, mi salud mental se fue al cuerno y yo ya no tenía más fuerza. La fuerza la puso ella. Fue la que me sacó del agujero, fue la que llevó adelante esta relación por encima de todo y por encima de todos. Hubo momentos en los que yo estuve para tirar la toalla. Cuando todo se te pone cuesta arriba y es tan complicado, la persona que te aguanta todos los días o te saca adelante o se hunde contigo», describe.
A lo largo de los años, los roles cambiaron en más de una ocasión. «En nuestra casa hubo momentos complicados en los que una tenía trabajo y la otra no, pero afortunadamente nunca coincidimos las dos en paro. Hubo una temporada en la que me dediqué a hacer artesanías para venderlas porque no conseguía empleo y entonces apostamos por ese proyecto. Hay que tener mucha confianza y respeto con la otra persona y hablarlo todo para que pueda existir ese tipo de apoyo hacia las ideas que cada una tiene», cuenta Isabel.
Aunque han atravesado juntas etapas oscuras, Isabel afirma que no han sido «crisis de pareja como tal». «Las parejas homosexuales solemos ser sólidas porque ya bastante complicado es estar juntas contra viento y marea. La sociedad no te lo pone fácil, te pone a prueba muchas veces. Tener todo eso en contra nos une más», asegura.
Avances históricos
Mucho ha cambiado el mundo desde que la pareja se conociera al comienzo de este siglo. La aceptación de las diferentes sexualidades ha crecido hasta consolidarse con el derecho al matrimonio que Rosa e Isabel pudieron ejercer. En el 2000, la visibilidad de las personas LGBT era limitada y se enfrentaban a prejuicios y discriminación, tanto en el ámbito social como en el laboral. La idea de poder casarse era solo un sueño lejano.
Con la aprobación del matrimonio igualitario en el 2005, España dio un paso histórico que no solo transformó la vida de miles de parejas como Isabel y Rosa, sino que también marcó un punto de inflexión en la lucha por la igualdad. Hoy, aunque aún persisten desafíos, el colectivo LGBT cuenta con una red de apoyo más amplia y visible.
Pero el camino hacia la igualdad no ha sido lineal ni sencillo. Isabel y Rosa vivieron momentos en los que el simple hecho de ser quienes eran representaba un acto de valentía. Aunque Isabel se alegra de que las nuevas generaciones encuentren una sociedad más abierta, donde existen leyes que protegen sus derechos y un entorno social menos hostil, sabe que esa lucha continúa. Su historia recuerda que los cambios no son automáticos: son el fruto del esfuerzo colectivo de quienes, como ellas, deciden alzar la voz, vivir con autenticidad y luchar contra los prejuicios para abrir puertas que, dos décadas atrás, parecían imposibles de cruzar.
Claves para una relación duradera
Isabel asegura que, además del amor, la gran clave que ha ayudado a que su vínculo funcione ha sido el respeto mutuo. Sin eso, dice, no es posible una relación sana. Priorizar el tratarse bien es especialmente importante en aquellas etapas en las que el estrés externo aumenta, por dificultades económicas o por motivos diversos. En esos períodos, asegura Isabel, la relación se somete a una prueba que se puede superar cuando ambas tiran en la misma dirección.
Hoy, disfrutan de una vida plena, con viajes y con una familia que las apoya. «Nos llevamos muy bien, porque nos complementamos. Ella es todo lo tranquila y sensata que yo no soy. Viajamos todo lo que podemos y aquí en Santiago viven la madre y las hermanas de Rosa. Nos llevamos genial, todas ellas vinieron a nuestra boda», cuenta Isabel.
Cuando piensan en la vida que les queda por delante, Rosa e Isabel están convencidas de que van a seguir juntas hasta el final. Por eso, están empezando a pensar en cómo van a pasar sus años finales. «No tenemos hijos pero tampoco estamos de acuerdo en que los hijos tengan que cuidar de los padres. Nadie tiene por qué cargar con nadie. Lo que nos planteamos es construir algún proyecto que nos permita vivir en comunidad, cuidando unos de otros de manera asequible. Estamos estudiando esa posibilidad», cuenta Isabel. Considera que las viviendas grupales de personas mayores, cada vez más populares, son el futuro para parejas como la suya.
Los secretos de Chelo y Bautista para llevar 43 años juntos: «Nos tocó una enfermedad muy dura y estamos más unidos que nunca»
Tras cuatro décadas juntos, hace dos años él recibió un diagnóstico de cáncer, pero el proceso ha acabado por fortalecer un vínculo que ya era de por sí duradero
Laura Miyara
María Consuelo, o Chelo, como prefiere identificarse, conoció a Bautista, quien hoy es su marido, en la adolescencia. Cuando se casaron, ella tenía 19 años y él, 22. Con 62 y 65, siguen juntos y han celebrado 43 años en pareja. Su relación ha atravesado casi todas las etapas de una vida adulta. Lejos de distanciarlos, el tiempo y las adversidades han fortalecido su vínculo y no imaginan otra forma de vivir que no sea juntos, en su piso de A Coruña, yendo a pasear a la Torre de Hércules como lo hacen a veces, para disfrutar de la puesta del sol.
«La clave está en que trabajes día a día en ese amor. Siempre va a haber imperfecciones, porque todos somos imperfectos. Pero si quieres mucho al otro, aceptas sus imperfecciones y él las tuyas. Aprendes a vivir con eso y no hay fórmulas mágicas para lograrlo, lo que hay es cariño», cuenta Chelo.
En la salud y en la enfermedad
Hace dos años, el matrimonio recibió una noticia que se convertiría en la mayor prueba que han tenido que superar hasta la fecha. A Bautista le diagnosticaron un cáncer maxilofacial y tuvo que someterse a una cirugía, además de sesiones de radioterapia e inmunoterapia. «Nos tocó una enfermedad muy dura, pero a veces lo malo te une. A nosotros nos hizo más fuertes. Yo creo que estamos más unidos que nunca, porque ves que el otro te necesita y quieres estar ahí para ser su apoyo. Es una manera de vivir. Has decidido que esa persona sea quien comparta la vida contigo y hay que acompañarla», dice ella.
Para Chelo, esta compañía es lo más importante en la pareja. Elegirse una y otra vez a lo largo de la vida requiere acompañarse y volver a conocerse a través de los cambios y los años. Más de cuatro décadas los separan de aquellos jóvenes que se conocieron y quisieron entablar una relación. Pero el amor, asegura ella, sigue siendo el mismo. «Tus padres te traen aquí, pero te dejan volar, no son tu compañía en la vida. Tu compañero es la pareja que tú eliges, con o sin hijos. Nosotros las tenemos, pero aunque no tuviésemos hijos, este es un camino que solo querríamos hacer juntos», asegura.
La enfermedad de Bautista ha sido, sin duda, el mayor punto de inflexión para la pareja. «El cáncer le ha dejado sin suelo de boca, sin poder comer. Ahora le estoy dando yo la nutrición por una sonda. Pero lo tomas como una parte más de la vida. Hubo épocas buenas en las que lo pasamos bien, pudimos salir y hacer más vida. Ahora, aquí estamos. Cuando hay un día de sol, vamos a tomar el sol y a respirar, porque es lo que se puede hacer», cuenta.
«El oncólogo nos ha dicho que podría llevar el caso de mi marido a un congreso como prueba de buenos resultados. Él era un paciente desahuciado, estuvo sordo del oído izquierdo y ciego del ojo izquierdo, porque tenía el tumor en ese lado de la cabeza. Siempre pierdes algo con estas enfermedades, pero hoy está vivo y quiere vivir. Hay gente que con estas cosas se separa, dicen: ´Hasta aquí puedo´. A otros nos sirve para rescatar lo importante que es tenernos uno al otro y saber que alguien va a tirar por ti en las horas más duras», relata ella.
Cómo lo lograron
Aunque afirma que no hay secretos ni fórmulas para este amor, el compromiso y la dedicación con la que Chelo se vuelca a su matrimonio salta a la vista. «Pones toda la carne en el asador todos los días. Puede haber desencuentros, claro, pero los desencuentros no son peleas ni faltas de respeto. Tiene que haber un sitio donde nos encontremos y podamos hablar sin insultarnos», dice.
En este sentido, asegura que poder tomar distancia de la situación durante una discusión para evitar hacerse daño es clave. «Antes de decir algo que no debemos, hay que respirar hondo y pensar en las palabras que le vamos a decir a quien queremos. Yo tengo mi temperamento, soy una mujer de armas tomar. A veces te quieres dejar llevar por la ira, no es fácil. Pero hay que gestionar muy bien lo que uno va a decir», aconseja.
Si hay un secreto para hacer que funcione el vínculo, dice Chelo, «está en saber disfrutar de las pequeñas cosas que te da la vida. A veces se piensa que las parejas que duran lo consiguen porque viven en un mundo de pajaritos, pero no. La vida es dura para todos a veces. El secreto está en saber encararla de la mano, cuando es buena y cuando es muy mala. Y contar siempre con el otro para que sea fuerte por ti».
Desde agosto, las terapias oncológicas han finalizado y la familia ha podido retomar, poco a poco, sus rutinas. Chelo se considera afortunada en este sentido, no solo porque tiene otra oportunidad de disfrutar de la vida junto a Bautista, sino porque sus hijas también van a poder hacerlo. Tras los tratamientos del cáncer, ellos solo se proponen como objetivo aprovechar al máximo el tiempo que les quede juntos. «Siempre pensamos en cuando seamos mayores, hablamos de planes. Pero ahora que hemos vivido esto, pienso que daría la mitad de la vida que me queda por estar con él y seguir juntos. Es que cuando tu pareja es parte de ti y tu eres parte de él, no quieres vivir sin esa persona», explica.