Pilar Rodríguez, médico de familia: «El entorno está detrás del 70 % de los centenarios»

VIDA SALUDABLE

La experta lidera el Registro Nacional de Centenarios de España (Renace), un proyecto que ha sido premiado por el Sergas
19 mar 2025 . Actualizado a las 12:56 h.El proyecto Renace (Registro Nacional de Centenarios de España), promovido por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (Semg), ha sido reconocido en la primera edición de los Premios de Investigación en Salud Transfronteriza Galicia-Norte de Portugal, organizados por la Agencia Gallega del Conocimiento en Salud (Acis) del Sergas. El proyecto, que busca avanzar en la comprensión de la longevidad poblacional, obtuvo el segundo premio en la categoría de investigación en Atención Primaria de estos galardones.
La doctora Pilar Rodríguez Ledo, que lidera el proyecto junto a los doctores Cristina Santomé Sánchez y Lorenzo Armenteros del Olmo, explica la importancia de contar con este registro que permitirá ampliar los datos sobre los individuos que superan los cien años de edad para encontrar biomarcadores asociados al envejecimiento saludable.
—Primero, enhorabuena por el premio. ¿Qué significa este impulso al proyecto del Renace?
—Muchas gracias. Nos parece que es el momento no solamente de hacer un corte en el tiempo para ver cómo son ahora los centenarios y cómo van evolucionando en función de las características, de los estilos de vida y de las distintas generaciones de personas que se van incorporando. Decidimos presentar la iniciativa al primer premio de investigación transfronteriza y la verdad estamos muy contentos y muy agradecidos porque el jurado haya decidido otorgarnos el segundo premio. Para hacer este desarrollo, estamos construyendo un equipo multidisciplinar con médicos de familia y especialistas en enfermería, geriatría y medicina interna, para intentar reclutar a todos estos centenarios y analizar sus características clínicas, epidemiológicas, sociodemográficas y biológicas a través de biomarcadores.
—¿Cómo surgió el Renace?
—Este proyecto surgió cuando hicimos un primer pilotaje en el 2011 y conseguimos reclutar en España a 75 centenarios con el objetivo de investigar qué variables clínicas, epidemiológicas, sociodemográficas estaban relacionadas con estas edades avanzadas. El aprendizaje fue muy importante, tanto por lo que intuíamos que pasaba, como por refrendar con evidencia científica el tipo de características que tienen, las enfermedades más prevalentes en ellos y otros datos.
—¿Cuáles son algunas de estas características de los centenarios como grupo poblacional?
—La mayoría tienen poca patología y contactan poco con el sistema sanitario y cuando lo hacen y tienen hospitalizaciones, a partir de ahí sucede el declive. Lo que sabemos es que hay un claro predominio de mujeres, por muchas razones unas biológicas, pero también sociales. Además, son gente que tiene una vida activa, con muy poquito sedentarismo. Tienen muy bajas tasas de prevalencia de enfermedades como cáncer, diabetes u obesidad. Lo que nos está diciendo esto es que los estilos de vida saludables son muy importantes cuando apostamos por nuestra salud.
—¿A qué se atribuye esta mayoría de mujeres entre los centenarios?
—Hay algunas razones biológicas, pero otras pueden ser sociales y educativas. No cabe duda de que las guerras mundiales han hecho que haya muerto una cantidad de hombres que no han llegado a ser centenarios, no han tenido esa posibilidad. Pero también es verdad que el rol de la mujer ha sido tradicionalmente uno muy diferente al del hombre. Seguramente, la actividad física, si fuéramos capaces de valorarla, se mantiene mucho más a lo largo de toda la vida en ella. El hombre a veces llega a la edad de jubilación y no tiene actividades que hacer. En cambio, la mujer sigue manteniendo su vida activa, cuidando a hijos, marido, nietos, yendo a comprar, es un nivel de actividad que no podemos infravalorar. Después, hay otros indicadores que podrían ser genéticos u hormonales, que hay que estudiar también.
—¿Cuánto peso tiene la genética y cuánto los hábitos a la hora de determinar las probabilidades de llegar a vivir cien años?
—Descifrar eso es uno de los objetivos del registro. Pero a día de hoy, sabemos que no más del 30 % de los centenarios tienen condicionantes genéticos y hereditarios, mientras que en el 70 % de los casos, esto está vinculado con el entorno.
—¿Cómo son los entornos en los que se desarrolla la vida de estas personas?
—Si vemos la distribución de los centenarios a través de las estadísticas del INE, vemos que están en primer lugar, en número absoluto, en Madrid y en Barcelona. Esto está vinculado a cuestiones migratorias y sociales. Muchos de ellos acaban viviendo con sus familiares que han emigrado desde otras comunidades y por eso están en Madrid y en Barcelona. Y las autonomías más rurales, como Galicia o Castilla y León, son las que tienen en números relativos el mayor porcentaje de centenarios. El tipo de vida que se asocia a la vida rural, donde el sedentarismo es mínimo, incluso en personas de edades avanzadas, y esto además se acompaña de una nutrición saludable, poco procesada, todo esto se vincula a un buen envejecimiento.
—¿Cómo debería ser una alimentación orientada a la longevidad?
—Lo que tenemos que consumir son alimentos que sean poco procesados, lo más naturales posibles. La alimentación tiene que ser equilibrada, para cubrir las necesidades del organismo sin grasas saturadas ni aditivos. Pero eso va en contraposición con una sociedad cada vez más dinámica, donde se necesitan comidas rápidas y eso nos lleva a productos procesados y elaborados. Como sociedad, tenemos que reflexionar acerca de si lo que queremos es la vida urbana que tenemos hoy en día, o si queremos apostar por los estilos de vida que nos van a permitir envejecer de manera más saludable.
—Esto va a tener cada vez más relevancia a medida que la población envejece. ¿Cómo se deberá adaptar el sistema sanitario para poder atender a una población más longeva?
—Está claro que la sociedad está cambiando y que cada vez somos países más envejecidos, no solamente por la existencia de los centenarios, que al final son una proporción muy pequeñita de la población, sino por la gente de 65 años o más. Nuestro sistema sanitario se tiene que preparar para sus demandas y necesidades de dos formas. Primero, a través de la atención y la asistencia. Tenemos que prepararnos para ese boom. Porque el envejecimiento se ve acompañado de una serie de patologías crónicas que cuanto más envejecida sea la población, más prevalencia van a tener. Tendremos que dar respuesta a esto. Pero, por otro lado, también tenemos que dedicar esfuerzos a la promoción de la salud y la prevención de enfermedades, interviniendo en la salud de los más pequeños. Es una inversión a muy largo plazo, pero sin duda es lo que puede hacer cambiar las tendencias de obesidad que estamos viendo y que preocupan tanto. Tenemos que convertirnos en sociedades con vidas más saludables y más activas.
—¿La salud en la tercera edad se relaciona con estos hábitos acumulados a lo largo de la vida?
—Sí, y sobre todo, los hábitos se adquieren en los primeros años, en la infancia. Por eso esa etapa inicial va a tener una especial trascendencia a lo largo de toda la vida. Con lo cual, tenemos que atender las demandas cada vez más crecientes de esa población más envejecida, pero no olvidarnos de que los más jóvenes lleguen en mejores condiciones a estas edades más avanzadas.
—¿Recuerda alguna anécdota especial de alguno de los centenarios con quienes ha estado en contacto en su trabajo?
—Sí. He trabajado en la zona más rural de Galicia y siempre lo que más me ha impresionado de los centenarios con los que he estado en contacto es su lucidez y su aprendizaje de vida. Me acuerdo de una señora que, cada vez que la veía, yo quería que me dijera su edad. Y ella, con mucho cariño, me decía a mí, que en aquel momento era muy joven: «Ay, hija mía, yo los años los tengo todos». Pero nunca conseguí que me dijese su edad, porque en el fondo seguía manteniendo esa necesidad de no aparentar sus años, quizás para que la tomásemos en serio. Por eso creo que es necesario reivindicar la sabiduría inherente a la edad.